martes, noviembre 30, 2004

El misterio del cable enredado



Acabo de desenroscar el cable del teléfono que tengo en la la oficina porque, en un momento de lucidez, he sido consciente de que llevaba cerca de un mes hablando con mi cabeza a dos milímetros del teclado. Y no es la primera vez que me sucede.

¿Cómo se enredará de ese modo? Que yo sepa, lo único que hago es cogerlo, hablar y colgarlo sin hacer ningún tipo de maniobra adicional, pero aquí por lo visto la lógica no se da por aludida, así que llevo toda la mañana elaborando hipótesis que expliquen por qué periódicamente me encuentro una pelota de cable uniendo el auricular a su teclado.

De momento, la señora de la limpieza encabeza mi ranking de sospechosos, ya que tiene sentido que le dé por lo menos una vuelta al cable cada vez que descuelga el teléfono para quitarle el polvo. En un mes conseguiría dar más o menos veinte vueltas y ahí tendríamos nuestra pelota. En segundo lugar estoy yo porque en el fondo, y conociéndome, no sería raro que hiciera cosas extrañas cuando hablo por teléfono. Podría ser, teniendo en cuenta los dibujos a boli que mi subconsciente hace por mi durante una conversación telefónica cualquiera. Y el tercero, es uno del mantenimiento informático de mi empresa, que habla desde el primer teléfono que tiene a mano cuando anda arreglando algo por aquí, aunque es poco probable.

Es frustrante.

Soy un voyeur

Enfrente de mi oficina hay un edificio de casas normales. Hay unos quince metros de distancia entre los dos bloques y eso significa que puedo ver perfectamente las viviendas que quedan más o menos a mi altura. El hecho que yo tenga mi mesa de trabajo junto a una ventana sumado al innato sentido voyeur de casi cualquier ser humano -que creo que está especialmente acusado en mi- propicia que la situación que se me ofrece cada día sea bastante difícil de ignorar. La verdad es que no hay mucho que ver, sólo gente normal que vive en pisos normales y que hace cosas normales a horas normales. Mis vecinos cocinan, ven la tele, limpian y van de un sitio a otro por sus casas encendiendo y apagando luces, y así todo el día. Realmente no me interesa ninguna de sus actividades pero también es cierto que cuando mi rabillo del ojo detecta movimiento, mi cabeza se gira instintivamente hacia él, aunque sólo sea por un segundo y sin prestar demasiada atención. Tenerlos ahí y fisgarles es casi como una parte más de mi jornada laboral. Por otro lado, aún no he llegado al punto de tener un vecino preferido o de ponerle un nombre a cada individuo para luego ir su buzón y comprobar ansioso si he acertado, como tampoco me trato de imaginar sus vidas, sólo están ahí como yo lo estoy al otro lado.

Pues bien, esta mañana he llegado muy temprano a la oficina. Como me encontraba prácticamente sólo y no me apetecía nada ponerme a trabajar según caía, me he sacado un café de la máquina y he ido a mi ventana a tomármelo mientras veía cómo amanecía el lunes. Casi todas las luces del edificio de enfrente estaban apagadas y en las que se veía luz no podía distinguir nada, así que me he limitado a ver pasar coches y a tomarme el café lo más despacio posible. Y a pensar en las bisílabas y demás cosas del fin de semana.

Y se ha encendido una luz a la altura de un par de plantas por debajo de la mía.

Era una señora mayor que veo casi todos los días porque se levanta bastante temprano y ya con eso destaca. Suele abrir la ventana para ventilar la habitación, mira un poco hacia la calle y luego hacia el cielo para ver que tal tiempo hace y, tras hacer eso, le debe entrar hambre y se pira a desayunar. Siempre lo hace como algo mecánico y por eso me he quedado mirándola descaradamente por pura inercia, además, tenía sueño y me costaba apartar la mirada sin tener un motivo concreto. Entonces, como si nada, ha girado su cabeza y me ha clavado sus ojos como si de repente se hubiera dado cuenta de que estaba siendo observada. Y yo, presa de mi propia adrenalina, en vez de mirar hacia otro lado hasta que esta señora entendiera que la cosa no iba con ella, me he retirado de la ventana en un movimiento bastante sospechoso y más propio de un perturbado que de un tipo como yo. Me he quedado un rato fuera de su alcance hasta que la curiosidad ha podido conmigo y he vuelto a asomar la cabeza disimuladamente para ver yo qué sé qué... si seguía ahí la vieja, supongo. Y sí, ahí seguía, ahí seguía mirando hacia mi ventana como una vaca en el campo. Y yo, con el norte totalmente perdido en esos momentos, me he vuelto a separar de la ventana en un lamentable y ya depurado estilo madre-de-Psicosis.

Así que así estamos. Yo, con una especie de sentimiento de vergüenza que aún no acabo de digerir (no olvidemos que se me ve trabajar perfectamente desde el otro bloque, y la señora podría rajar con los vecinos) y supongo que ella estará emocionada ante la idea de que en el edificio de enfrente sea muy posible que trabaje un depravado, lo más interesante que le ha debido pasar en los últimos veinte años. Y con todo el derecho del mundo.

Qué ridículo. Qué mal.

viernes, noviembre 19, 2004

The Mullet

Partiendo de un simple comentario relativo a este corte de pelo, surgió mi necesidad de conseguir más información. Estas inquietudes me llevaron a Google, y el Todopoderoso encontró en 0,16 segundos este potente link que entiendo básico para la cultura general de cualquier individuo a partir de ya. Estoy fascinado con el apartado Classifications de este sitio porque me parecen soberbios los parámetros bajo los cuáles un tipo con mullet queda completamente definido.

Un ejemplo de muestra

01. classic mullet: this specimen is a clear demonstration of a classic mullet. Note how this mullet proudly displays his exotic plumage while in a menacing stance. Classic indeed. The mesh tank-top, digital watch, silver chain, and molester mustache all add points to this fine specimen's overall look and mulletude.

Mulletude: 10
Aggressiveness: 10
Hobbies: football games, wife beating, picking fights.
Sightings: everywhere, there's no escape (see: eyes).
Favorite Band: Steve Miller Band






Me pregunto qué demonios estaba haciendo yo el día que este peinado se transformó en un icono fashion, creo que me perdí algo.

miércoles, noviembre 17, 2004

Mi propio loco

"¿Sabe una cosa? Ayer no pude comer y tuve que quedarme sentado en el suelo aquí en la calle... es que vinieron Gil y Gil y el Papa a verme"


Estas palabras han sido dirigidas hacia mi persona hace diez minutos, mientras esperaba mi turno en un semáforo, por el loco oficial de la calle Génova. Ya había oido hablar de él, pero nunca había tenido el privilegio de disfrutar de sus delirios en mis carnes. Fascinante. No describiré su aspecto físico para que la situación os pille tan desprevenidos como a mi... cuando os toque.

Más sorpresas agradables: Uma B. está e-embarazada. Tras hacer mis cálculos, considero que mi amiga y su marido han vivido en un sólo año (y ojo, que aún queda mes y medio) lo que de media se vive en diez. Os felicito por vuestro año avecrem, pareja + 1.

Tres cosas que me desquician actualmente:

- Los paseítos que da mi compañero de trabajo Rud cuando habla por teléfono, es como uno de esos robots japoneses que encierran en un cuadrado y rebotan sin parar.

- La lista de e-mails no contestados que tengo en mi bandeja de entrada desde que volví al trabajo. No puedo.

- El doceavo día de vida de mi grano Quato*. Ya no me acuerdo de cuál era el aspecto de mi cara sin él.

* (escenas 1:18:59 y 1:19:18)









lunes, noviembre 15, 2004

Dlearns

Si vas a hacer algo, hazlo, si no, ni lo comiences. Medias tintas, nooooup. (bis x 10.000)
Tan obvio como básico para la salud del ego. Lección aprendida este fin de semana (espero).

Por otro lado, creo que cada día cocino mejor, aunque aún corto las verduras y hortalizas demasiado despacio. Me da cosa cortarme los dedos y eso influye muy negativamente en la forma y dignidad de los ingredientes finales. Resumiendo, lo que daría por conseguir dos rodajas de cebolla del mismo tamaño en una fracción de segundo... Por lo demás, ni un pero.

Kurt está insoportable desde que las circunstancias le han empujado a comprarse un nuevo reproductor para escuchar formatos MP3. Su iPod le fue birlado en el metro hará tres semanas y me consta que su reacción lógica inmediata "ya no tengo mi iPod", fue convertida por sus inquietantes reflejos en la actual "ya puedo tener mi Zen Micro". No le digo nada porque tras ser testigos el sábado pasado el desnudo integral de José María Pou, cada uno lo supera como puede. Yo aún no he probado bocado. Ambos decidimos que JMP estuvo un poco divo, pero la obra (las-tres-horas-de-obra) nos gustó.

El domingo conocí por fin a mi primito Hulk. Es un niño que nació a los cinco meses y pico de gestación y las está pasando canutas para aguantar entre nosotros, pero ahí sigue, luchando como un león. Le regalamos un móvil, que es una especie de aspa de la que cuelgan muñecos ahorcados (idea de mi madre, of course) para la cuna, el cuál no fuimos capaces de instalar entre cuatro hombres adultos (mi padre, su padre, mi hermano y yo). A Hulk le daba igual y se limitó a vomitar su papilla.

Hoy, Would está malo, habla con voz de enfermo y se mueve con ademanes enfermo y en vez de dos ojos, tiene dos rayitas. Me lo tendré que llevar a casa en coche porque antes me ha dicho con cara de circunstancias que me veía borroso. ¿Mañana estaré yo k.o.?. Se admiten apuestas. Yo digo que sí.



viernes, noviembre 12, 2004

Empatías

Mientras hoy me culturizaba vía Internet, me topé con este titular tan educativo:

Belén Esteban desfila para una conocida marca de peletería

Sí, lo cliqué. Y se me apareció esta foto:



Exactamente la misma cara que había puesto yo un segundo antes.

Luego me he encontrado con este otro titular:

Jeff Bridges

Por supuesto, también lo he clicado (Jeff Bridges siempre). Se me apareció esta foto:



Y he pensado que yo no sé llevar esa cara por la vida, pero mataría por ello. Y que yo tengo muy claro que nuestra sociedad empatiza con la actitud equivocada.




lunes, noviembre 08, 2004

Do the evolution

Hoy es el primer día de mi ya-no-estoy-de-baja, así que se supone que estoy lo suficientemente recuperado como para desempeñar todas mis tareas en el mundo adulto, aunque la realidad es que también estoy lo suficientemente inválido como para que me siga dando la sensación de que Marichalar camina mejor que yo. Adoro mi situación porque soy el hombre-compás cuando tengo que doblar una esquina, en una suerte de Mrs. Pierna Rígida vs. Mr. Rest of Dwalks (wrestling version)

Nada nuevo en la oficina y tras las obligadas rondas de besos (ellas) y de palmadotas en la espalda (ellos) me he sentado en mi sitio y aquí paz y después gloria, como si no me hubiera ido. En un pricipio, ha sido muy agradable la no existencia de una montaña de papeles esperándome encima de mi mesa -gracias al trabajo extra de mi jefe durante mi ausencia- pero esta sensación se ha ido tornando agria a lo largo de la jornada según me he ido concienciando de que ésto implica que estaré en deuda con él de por vida. He encontrado muchos e-mails en mi bandeja de entrada, 50 % spam, y me he dado cuenta de que borrar spam acumulado es muy adictivo porque cuando acabas con todo sientes como que has trabajado sin parar. El café de la máquina, tan malo como siempre, o más, mi paladar me ha recordado que me he pasado tres semanas comiendo en casa y que aún no ha asimilado el cambio. Ni yo, en general. Menos mal que mañana es fiesta.

Necesito comprarme algo.

Una foto de mi amigo Moz, que ha estado en Lisboa y no tenía otra cosa que hacer que sacar fotos desde la ventana de su hotel.



miércoles, noviembre 03, 2004

Obsequios

Mi convalecencia va llegando a su fin, lo que no quiere decir que ya esté completamente recuperado. Aún estoy peor que antes de operarme, pero lo suficientemente recuperado como para poder prescindir de mi baja laboral. Tras algo más de dos semanas disfrutando de la misma, lo más seguro es que el lunes que viene vuelva a la oficina, todo depende que que me faciliten un mando para poder entrar en el garaje porque pienso ir en coche durante un tiempo. Demasiadas escaleras desde mi casa al trabajo, el terror de mi rodilla. Ya me han quitado los puntos de la artroscopia, y con ellos cualquier tipo de protección o apósito, y el médico ya me deja caminar sin muletas, así que me rodilla está bastante contenta



Por supuesto, y como suele ser habitual en mi, durante todo este tiempo que he pasado en casa, no he hecho casi nada de lo que tenía en mente antes de operarme, es decir, ni he pensado demasiado en mis proyectos de futuro, ni he ordenado/ me he deshecho de mis montañas de papeles (almacenados desde C.O.U., toma ya), ni he adelantado trabajo... He llegado a la conclusión de que cuanto menos tengo que hacer, menos hago, es la verdad. Yo, de mente indisciplinada por naturaleza, necesito de un punto de presión para poder optimizar mi tiempo, y si no lo tengo éste pasa por delante de mis narices tranquilamente. Supongo que tendrá algo que ver con mi nivel de madurez, pero ahora no pienso escribir sobre eso. Han sido días de tranquilidad, de descanso físico (con toda la higiene mental que eso implica) y de historias, unas que se han cerrado del mejor modo posible y otras que, en un plano totalmente distinto, empiezan a tomar forma y se van convirtiendo en razones para estar ocupado a corto plazo. Por eso yo tengo la sensación de que todo esto ha sido muy positivo.

De lo que si quiero hablar es de las cosas de las que estoy disfrutando por haberme operado de la rodilla, obsequios de diversos amigos, ésto sí que es un chollo:

- WOULD: La play, ocho juegos de la play, dos libros.
- KURT: Caja de zapatillas New Balance repleta de libros interesantes (10), las dos primeras temporadas de "A dos metros bajo tierra", los Sims, el pack de expansión de los Sims y un juego para PC que se llama "Beach Life", que va de montar fiestas en la playa en plan Sims.
- R&B: CD de RH Factor, DVD de Björk, Cabaret, "Lost in Translation", un documental de cómo vivir en el cosmos y un libro.
- Mi hermano: Un "El jueves"

Como muestra, la caja de Kurt en su formato original y en un explosionado. El fondo es la funda nórdica de mi cama, que ya hace frío.



ANEXO

Ayer asistí a un evento sin precedentes: mi hermano y yo convencimos a mi madre para que se echara una Play con nosotros (para mi madre, la prueba de ordenador del psicotécnico para el carné de conducir le parece tan complicado como a mi adivinar si un melón está en su punto antes de abrirlo). Jugó a un juego de snowboard muy adictivo al que mi hermano y yo estamos enganchados. Eligió a un snowboarder llamado Eddie que va peinado a lo afro porque era el primero que salía en las opciones y mi madre se limitaba a darle todo el rato al "Ok" cada vez que tenía que elegir algo. Quedó en sexto puesto (de seis participantes) y consiguió 1470 puntos a base de piruetas. También casi consigue realizar el circuito completo en sentido inverso. Qué bueno.