jueves, junio 30, 2005

Tarde con Would

Hoy he terminado de trabajar y, aunque tenía en mente ir a casa a comer, de repente no me ha apetecido nada esperar la media hora que tardo en llegar y me he dirigido a la mesa de Would para ver si me acompañaba y para incordiar un poco. Cuando he llegado, allí estaba el bueno de Would con cara de agobiado, movimientos de agobiado y una mesa que agobiaba de los papeles que tenía. Se lo he comentado y, en un principio me ha dicho que no porque estaba de curro hasta las cejas, pero entonces se ha caído la red para todo el día y, entre temblores por la que le espera mañana, ha aceptado sin oponer mucha más resistencia.

Nos hemos puesto a caminar y hemos entrado en un sitio nuevo que tenía menú del día a 7´90 y buena pinta. Ya sentados a la mesa, mientras esperábamos nuestra comida trincándonos unas cervezas, hemos aprovechado para charlar un poco, que esta semana no nos hemos visto demasiado:

Dwalks: ¿sigues sólo en casa?
Would: sí
D: ¿y qué tal te apañas para comer y eso?
W: bueno… bien, el lunes cené arroz. con solís, que encontré un bote en un armario y se lo eché, y luego le piqué unos tacos de pavo de esas barras que venden. estaba rico, lo que pasa es que como me gustó, me hice otro plato igual después y me empaché un poco.
D: ya... – sorbo a la cerveza
W: el arroz me lo hice yo el domingo…
D: te felicito ¿y ayer qué te hiciste?
W: ayer… ayer saqué más arroz del domingo, le eché más solís del que me había sobrado y le piqué los tacos de pavo, pero luego le puse una loncha de queso que fundí por encima y, bueno, creo que he descubierto mi especialidad, estaba riquísimo. también me hice una ensalada de arroz que me salió muy buena, le puse lechuga… le eché aceite y vinag…
D: -interrumpo- p…pero tú ¿cuánto arroz has hecho chaval? ¿te queda hoy todavía?
W: -asiente con la cabeza frunciendo el morro, o sea, que mogollón de arroz- joder dwalks, cuando lo hice, peté un recipiente bastante grande – y me representa con las manos el largo, ancho y alto del supuesto recipiente y me doy cuenta que ahí cabe arroz para dos familias de gitanos incluyendo primos segundos- tuve que aplastarlo para que entrara todo.
D: no sé tío, pues cena otra cosa hoy… o por lo menos háztelo distinto, yo que sé.
W: es que no quiero tirarlo, me da rabia, para una cosa que me hago yo…
D: es que como mucho cuesta un euro todo lo que tirarías, would.
W: no sé, ya veré
(nos quedamos callados sonriéndonos)
D: ¿cuánto arroz echaste a cocer el domingo?
W: pues más o menos tres o cuatro tazas de desayuno- me contesta mientras arquea las cejas.

Después de esto, hemos comido bastante bien y nos hemos ido en metro a casa, dónde le he sacado una foto a Would mientras él leía mi Mojo, que me la compré porque este mes trae un CD recopilatorio que me pareció que podría estar bien, y lo está. Muy recomendable.



Como Would quería comprarse esta tarde un poco de todo porque se va de fin de semana y se ha dado cuenta que no tiene de nada, nos hemos dado una hora para cambiarnos y hemos quedado para ir a un centro comercial del extrarradio, famoso por sus supuestos chollos, a ver como estaba el tema, que de vez en cuando hay que ir aunque no nos gusten demasiado, por si acaso. Hay que conocer un poco de todo y yo hacía bastante que no iba, así que allí hemos estado un par de horas, nos hemos comprado algunas cosas, nos hemos tomado una cerveza y nos hemos vuelto a casa.

W: oye, que me meto a probarme esto, que no entre nadie ¿eh?
D: vale



mmmno... demasiado largo, would, y te queda flojo de sisa



mi pie y los de would (¿alguien sabe por qué se pone así mi dedo?)



would con su birrita



dwalks, hasta el nardo del centro comercial, mandando la chancleta al quinto coño

miércoles, junio 29, 2005

Los Otros

Yo voy en metro al trabajo y lo suelo coger todos los días a la misma hora, pero hoy me he dormido a base de bien y he salido de casa media hora más tarde de lo habitual, pese a que he batido todas mis marcas en el desayuno, ducha, afeitado y nudo de la corbata. No me suele pasar nunca y lo paso fatal cuando me veo metido en una gymcana mañanera, porque me entra una sensación como de vivir cada minuto como si fuera el último de la que no tengo ninguna necesidad para ser tan joven. Desde Itwalks: NO al dormirse por las mañanas, que te puedes atragantar con una galleta o cortar la yugular mientras cuadras tus patillas, aunque realmente eso era una minucia teniendo en cuenta que todavía me quedaba lo mejor.

Cuando tienes una hora-rutina para coger tu transporte público, lo que sucede es que más o menos te suenan las caras de los que también la tienen y coincide con la tuya. Por ejemplo, yo veo todos los días a un señor con bigote que va leyendo el marca, a un chaval que debe ser estudiante y se le va a caer el pelo en cuatro días porque se le ve mucho el cartón, a una chica que tiene un tic que parece que te está diciendo algo pero luego te das cuenta de que no porque se lo hace a todo el mundo (incluyendo a la puerta del vagón), a una señora que me la encontraba a veces corriendo por el parque y allí nos saludábamos y cuando nos encontramos en el metro nos da vergüenza y nos evitamos la mirada... todos gente normal, con sus aspectos de personas civilizadas, con sus libros, sus músicas y sus correctas caras de poker durante el trayecto, entre ellas la mía.

Pues media hora más tarde, la cosa cambia. Me he retrasado ese aparentemente poco relevante tiempo, y se ve que ese es el momento al que esperan Los Otros para tomar los vagones. En el andén no me he dado cuenta pero cuando me he metido en el vagón se han revelado todos a la vez, aunque luego he pensado que, claro, ahí van todos los que llegan tarde a donde sea y eso es porque hacen cosas raras por la noche que afectan a su comportamiento social. Y es que no es normal que el tipo que va enfrente tuyo se saque un cortauñas del bolsillo y decida retocarse las zarpas sin inmutarse. Que no es normal que dos mujeres fueran maquillándose, y no estoy hablando de retocarse el ojo o los labios discretamente, estoy hablando de sacar el set de pinturas, ponerlo en el asiento de al lado y, espejo aumentador en mano, aportar a sus caras lavadas varias capas de productos, incluyendo perfilador, rimel y golpecitos en las bolsas de los ojos. Tampoco me ha parecido muy normal que una pareja fuera dándose el lote más húmedo que he presenciado en mi vida, a ver, que una cosa darse unos besitos un poco intensos y otra frotarse hasta ponerse cachondo a las nueve menos cuarto de la mañana... vale que es salud, pero que es que hacían ruiditos chasqueantes con las lenguas y se las podía ver dando vueltas por la boca del otro. Aparte, un niño de unos seis años se ha puesto a chillar porque le hacía gracia emitir un sonido ultraagudo al que que ha sido un milagro que aguantaran la ventanas. Lástima, porque de haber logrado dos tonos más, sólo hubiera sido molesto para los perros y los murciélagos, pero la bendita criatura conocía bien el límite del dolor humano y nos ha destrozado los tímpanos a todos, y eso que me he puesto Scissors Sisters para compensar, pero ni con esas. La madre, armada con el Diez Minutos entre sus manos, de vez en cuando le decía “ay, cállate un poquito hijo mío”, y el niño, que si quieres arroz catalina y seguía chillando.

Unos chavales se han sentado en el suelo a comer pipas y a darse patadas de buen rollo durante el trayecto, lo que también iba muy de acuerdo con el buen rollo de nuestro vagón, y un señor mayor se ha puesto morado por insultar a voces a Aznar, que salía en el periódico que se estaba leyendo. Para terminar, una mujer que iba bien vestida y que yo pensaba que iba a trabajar a un sitio bueno, de repente se ha puesto a cantar fatal durante diez segundos y, cuando ha terminado su show conceptual, ha pasado el monedero (que podría ser como el de tu madre) abierto a los pasajeros y se ha bajado al llegar la siguiente estación... señores, entre las locas y las no admitidas en Operación Triunfo, existen.

Así que he llegado al trabajo pensando que todo esto me está bien empleado por zángano y por trasnochador, así que esta noche a las once a la cama y mañana me pongo un gallo para que me despierte, que compensa.

martes, junio 28, 2005

BorderDwalks

Yo no acabo de entender por qué el compañero de trabajo que se sienta delante mío tiene que pegarse vueltecitas sin parar cada vez que mantiene una conversación telefónica de trabajo. Mira que es buen tío y le tengo aprecio como profesional, como compañero, como persona de principios y como invitador a cafés de máquina, pero con su senderismo telefónico abre un agujero de gusano en nuestra relación laboral -y yo incluso diría que de amistad- que me lleva en cuestión de décimas del buenrollismo más salao a desearle que se abra la cabeza, tropezón con arruga de la moqueta mediante. Además habla muy alto y no para de agitar las manos como si fuera un profeta anunciando el findelmundo, y así no hay quien curre tranquilo, lea sus blogs favoritos o los comente con sosiego y paz interior, como debe ser. Y es que éste es de los que se tiran cuarenta y cinco minuto de charla, que son cuarenta y cinco minutos de trone mío, cuarenta y cinco minutos en los que me vuelvo un ser arisco, enjuto y borderline.

Al principio no me importaba y, cuando colgaba, se lo decía medio en broma medio en serio “jué chaval, ¿no te cansas? he he he he...” y el decía “¿de que?” y yo “no joer... que no paras cuando hablas por teléfono, chico, he he he” y él “¿a no? pues ni me había fijado... ¿en serio?, he he he..” y yo “pero que me hace gracia y tal, nada he he he... que cada uno es cada uno he he he” y él “pozí he he he”. Y tras los heheheos seguíamos currando feliz y compañeramente y yo ya no lo pensaba más.

Tres años después, estoy hasta la punta de la polla.

Es que ya hemos llegado a un punto que es sonar su teléfono y encabronarme, empezar a enviarle energía chunga con mis ojos, resoplar y menear mi pie derecho debajo de la mesa. La cosa va así: suena el teléfono, lo coge, habla unos treinta segundos sentado y, cuando determina que la conversación va a ir para largo ¡hop! comienza la performance: se pone de pie y comienza a mover las manos para todos los sitios, a gritar las cosas y a dar esas vueltas de perturbado cumpliendo condena en un sanatorio.

A veces, durante una de esas desesperantes e interminables conversaciones, mi mente se desdobla en un universo paralelo en el que Dwalks se levanta decidido de su asiento, se pone frente a su compañero y, tras los breves instantes que transcurren hasta que conectan sus miradas, inicia tranquilamente la desconexión de todas las clavijas del teléfono, dejándole tan atónito que no reacciona. Entonces, antes de que logre decir nada, antes de que pueda encontrarle alguna lógica a lo que está ocurriendo para conseguir articular una sola palabra, Dwalks le separa suavemente el auricular que aún sostiene pegado al oído, sin nadie al otro lado ya, y lo cuelga con un clic apenas audible, perfecto para que el resto de la oficina no preste atención a la escena que está transcurriendo a escasos metros de ellos. Como la ventana está abierta, Dwalks tan sólo tiene que dar un paso hacia ella, estirar su brazo sosteniendo el aparato en el vacío y abrir sus dedos para que la gravedad haga el resto del trabajo. Cuando se vuelve a sentar, su compañero permanece todavía de pie, mirando pensativo el lugar que hasta hacía unos momentos ocupaba su teléfono, intentando comprender lo que acaba de sucederle.

En mi universo no desdoblado, simplemente termina de hablar, cuelga, toma alguna nota, mira hacia atrás y me dice “¿un cafelito?”.

Como comprenderéis, esto me supera y creo que un punto de vista adicional no me vendría nada mal. Ahí tenéis la encuesta para rellenarla, si sois tan amables.

domingo, junio 26, 2005

Dwalks before Dwalks

Hoy ha sido un día bastante extraño y uno de los que más me ha cundido en lo que va de año. La cosa ha empezado de buena mañana cuando, estando yo dormido plácidamente a eso de la una, mi padre ha irrumpido en mi habitación sentenciando "Dwalks, capullo, la fecha límite para entregar la declaración de la rente es el 30 de junio, no el 30 de julio como me dijiste que estabas seguro el otro día". Todo esto venía de cuando hace quince días, mi padre me sugirió que me fuera dando prisa que se acercaba la fecha límite de entrega y yo le respondí con tono condescendiente y sobrado que hasta el 30 de julio tenía tiempo todavía. Como mi padre debe ser el primer español que presenta los papeles, no tenía ni idea de la fecha y se lo creyó, y menos mal que hoy se ha enterado, no sé que hubiera sido de mi caso contrario. Así que me he hecho la declaración de la renta en veinte minutos y me ha salido que me devuelven. Fenomenal.

Después de comer, y como parte de la operación limpieza de la habitación Dwalks (que como me temía se está empezando a alargar demasiado) me he dispuesto a ordenar, gestionar y tirar si procedía todos los papeles, apuntes, fotos, libros, discos y adornos varios que tenía almacenados. Como dentro de año y medio me dan mi micropiso y me iré de casa, el objetivo era contundente: deshacerme de todas las cosas que pudiera. Y joder si lo he hecho. La verdad es que me he dado cuenta de que en caso de no haber tirado tantas cosas esta tarde, en un par de años de vida en solitario me hubiera convertido en uno de estos indigentes que mueren aplastados en su vivienda por sus propias pertenencias, pero como he reaccionado a tiempo, supongo que viviré en espacios amplios y oxigenados al menos durante quince años más, que es el tiempo que había tardado en llenar, y combar, mis estanterías hasta la saturación. Tengo que tener especial cuidado con esta faceta acumulativa de mi personalidad.

Sólo he respetado íntegramente libros, recuerdos significativos, fotos, discos y cartas. Con el resto, la criba ha sido espectacular, sólo decir que he tirado TODOS los apuntes de la carrera, qué orgasmo he tenido.

Especialmente emotivo ha sido cuando me he metido con las cartas. Conservo absolutamente todas las cartas que he recibido en mi vida y hacía años que no las releía, así que se me ha ido como una hora y media recordando campamentos, meses en Irlanda y en Estados Unidos, novias, psicópatas y amigos y amigas que he ido dejando atrás. Me he emocionado un montón y casi se me saltaban las lágrimas con algunas, porque me entraba pena al leer en presente, historias y situaciones que ya no pueden tener sentido. Qué bonitas algunas, me lo he pasado de miedo, ahí, con mis nudos en la garganta y haciendo que no con la cabeza cuando las terminaba. Encima, he dejado el iPod sonando en modo aleatorio y me ha elegido una música muy emocionante para pasar el rato, y es que está muy bien diseñado este cacharrito, cada día lo pienso más. De todos modos me he negado a darle demasiadas vueltas a los pasados y las he guardado otra vez en la caja, que ese es su sitio, aunque debo reconocer que me ha entrado la duda por primera vez en mi vida de si debería tirarlas algún día... no sé, de momento están bien ahí, me gusta tenerlas.

Esta es la primera carta que recibí en mi vida. Es de la primera novia que tuve y nos debimos dar un par de picos en lo que duró nuestra intensa relación de una tarde (por fin sexo en Itwalks!!). Ella tenía nueve años y yo once. La conocí en una granja escuela y no la volví a ver nunca. El tal Pablo era su primo, que bailaba breakdance muy bien, y lo de la nocilla iba porque había un niño retrasado en la granja que siempre que decía algo, acababa la frase diciendo "uh". Recuerdo que era muy burro y yo creo que el hecho de estar entre animales lo asilvestró más, pero bueno. Por cierto, no le respondí porque me daba palo que mis padres la conocieran o algo.



Y como la cosa iba de nostalgias, otro momento en el que me he acabado pegando con mis fantasmas ha llegado cuando me he puesto a tirar recuerdos y tonterías que algún día tuvieron sentido pero ahora ya no (recuerdos en general, regalos chorras, medallas, copas, souvenirs aberrantes comprados por mi mismo en diversos viajes...) Tenía un par de estanterías abarrotadas. Uno de estos recuerdos era una escena hecha de plastilina que me regaló Ant, mi última pareja, hace cuatro años y pico, al segundo año de estar saliendo. En esta escena, aparecíamos ella y yo sentados en un banco de madera charlando. Le salió preciosa y nos parecíamos muchísimo a los dos muñecos, con todos los detalles: la ropa, los gestos, el pelo, mi mochila... Yo nunca he sido de montar numeritos dramáticos cuando he terminado una relación, ni he quitado las fotos de mi cuarto como un enloquecido, o me he puesto a tirar cartas y regalos el mismo día que se ha acabado, pero al final, y como es lógico, todas estas cosas han ido desapareciendo de mi entorno por pura lógica: un día quitas y guardas una foto, al otro cambias de sitio otra y la pones más escondida, un mes después la guardas también... casi ni te das cuenta. El caso es que estos muñecos eran el último recuerdo físico que tenía a la vista de mi última relación. El problema no eran los muñecos, sino el estado de los mismos, porque cuatro años hacen estragos en la plastilina y, al acumulamiento de polvo pegado e imposible de quitar que tenían, había que sumarle las numerosas mutilaciones de las que padecían. A mi clon le faltaba un ojo, una mano, tenía el cuello a punto de colapsar y las piernas se me habían despegado del tronco. Al suyo le faltaban varios apéndices y los brazos. Alguna vez los había intentado reconstruir, pero como ya estaban tan duros por el paso del tiempo, o me cargaba algo adicional al intentar repegarlos o los deformaba hasta conseguir muecas y posturas terribles para la composición final. El caso es que había llegado la hora de nuestros clones por pura lógica, y por pura física, así que los he mirado por última vez, los he vuelto a mirar, he amagado, los he vuelto a mirar, los he cogido y, sin más, he hecho una pelota con Ant, con el banco y conmigo. Cuando he mirado la bola de plastilina que me ha salido, me he quedado de piedra, porque lo que yo creía que sería una masa deforme, era una esfera más o menos redonda en la que se podía identificar cada cara, cada parte del cuerpo, cada pata del banco, nuestra ropa... todo. Me ha dado un poco de yuyu verlos tan deformados y tan retorcidos tras tantos años de placidez en mi estantería, la verdad, aunque al mismo tiempo me ha parecido muy adecuado y muy evocador que estos monigotes hayan quedado de esta manera, así, en esa maraña que les da un aire a que, aunque ya no sea posible devolverles a lo que fueron, de alguna manera seguirán unidos mucho tiempo de un modo inevitable.

Por cierto, estoy viendo desde mi ventana fuegos artificiales.

miércoles, junio 22, 2005

Noche con mi abuela

El lunes operaron a mi abuela de un ojo porque tenía cataratas. Del otro ya le operaron en Semana Santa y quedó muy bien. Como mi madre estaba medio mala y en mi casa hay demasiado polvo en suspensión debido a las obras mediante las cuales estamos tuneando el hogar de los Walks, me ofrecí a pasar la noche con ella. La verdad es que mi abuela mola todo y no me supuso ningún esfuerzo abandonar mi acogedora habitación por una noche. Además vive bastante cerca de nuestra casa, de modo que en diez minutos andando ya estaba con ella.

Llegué y allí estaba mi abuela con el ojo vendado y diciéndome "la otra vez no me hicieron tanto, en veinte minutos estaba lista y veía perfectamente. hoy me han tenido cuatro horas y con esta venda parezco una momia". Yo le contesté que era porque la técnica era distinta y que no se preocupara, y que no parecía una momia. Su amiga, que vive enfrente de mi abuela y estaba allí con ella hasta que yo llegara, me empezó a contar sin venir a cuento su operación de rodilla y yo desconecté cuando me simulaba con un dedo cómo le habían hecho una incisión. Le hice resumir el implante de prótesis terminándole yo las frases y, en cuanto se descuidó, ya le estaba acompañando a la puerta para despedirla con un beso no demasiado efusivo, porque esta señora siempre me ha olido un poco raro, pero ojo, es buena mujer ante todo, lo que pasa es que le canta un poquito el alerón.

Le tenía que hacer la cena a mi abuela porque le habían recomendado que el día de la operación no hiciera nada, ni agacharse, ni estornudar fuerte (que me digan como se hace eso) ni nada que requiriera un esfuerzo que le permitiera sacar un ojo de su cuenca. Me dijo que le hiciese una ensalada de tomate y lechuga y que le friese un filete de pavo, así tal cual, sin complicarme la vida. Me quedé mirando el triste filete de pavo y decidí que no podía permitir que mi abuela, materia prima de los Walks, cenara de esa forma tan frugal. Así que le hice un tomate en rodajas con un chorrito de un aceite buenísimo que le habíamos llevado hace poco, orégano y sal de ajo; el filete de pavo se lo apañé un poco con un clásico. Se lo freí en la primera vuelta con unas gotas de aceite sobre una rama grande de perejil y un diente de ajo pequeño cascado, para que se churruscaran un pelín, no mucho, mientras se hacían despacio. Una vez terminado el filete y puesto en un plato, chorrito de limón sobre las gotas de aceite que impregnaban aún la sartén, y la emulsión se la eché sobre la carne. Y ya. Y mi abuela encantada porque eso me lo enseñó a hacer ella hace ni se sabe. Cuando le llevé la cena al salón, me la encontré bajando las persianas como si nada "abuelita, pero que no puedes hacer eso, que te han dicho que te estés quieta". Y ella, como si oyera llover, cambió de lugar un ventilador de cinco o seis kilos mientras me miraba con su ojo bueno con cara de yquémevasahacersilohago.

Terminó de cenar y me hizo comerme un helado. Y me hizo comerme un alfajor. Y me hizo comerme un bombón relleno de mermelada de naranja amarga que estaba muy bueno. A los caramelos le dije ya que no. Nos pusimos a ver la tele y había un programa tipo operación triunfo, pero de famosos a los que les enseñan bailes de salón. A mi abuela le gustaba y yo me puse en modo nieto y no insistí para cambiar de canal. Me preguntó si yo sabía por qué estaba Romay concursando, con lo mal que bailaba y decidí no explicarle mi teoría acerca de que lo patético es gracioso en este país, así que le respondí que era para ver si aprendía de una vez. Me dijo que el Caparrós era muy majo, y yo no le hice ver que no es que fuera majo, que lo que pasaba es que iba de farlopa hasta las cejas y quería cepillarse a su profesora de baile. También le llamó la atención que Lara Dibildos estuviera como muy sofocada "son rayos uva, abuelita". También me comentó que por qué Mariano Mariano estaba de jurado si no podía bailar, y ahí no supe que decir. Y que un concursante se parecía a PrimoG, y le respondí que era cierto porque era cierto. Estuvo entretenido, para ser sincero.

El caso es que en un intermedio se me acabó la paciencia, trinqué el mando a distancia, puse Spiderman, se la expliqué como pude y nos la vimos enterita, con mi abuela comentando y todo "maaadre, vaya saltos que da el chico" "es que le mordió una araña de un laboratorio, abuelita". Yo creo que le gustó bastante porque ya no se acordó más de los bailes en los intermedios de la película.

Pero aún quedaba lo mejor, porque cuando terminó la peli, me hice un zapping antes de apagar la tele, a modo de despedida, y, cuando llegué a los tres canales de las televisiones locales, que no tenía controlados porque son distintos a los de mi casa, un triple flash de porno duro se apoderó del salón. Yo reaccioné como pude pero no lo suficientemente rápido como para que no viéramos a una pareja echando un polvo (zap) a una chica invitándonos a llamar a un teléfono erótico (zap) y como una rubita daba buena cuenta de un cipote (zapzapzapzapOFF) . Mi abuela, mientras se levantaba tranquilamente para ir a la cama murmuró "yo no sé cómo ponen estas cosas en la tele, con lo feas que son".

Y yo también me fui a la cama, algo apurado por la situación, pero simultanea e inconscientemente intentando recordar cuáles eran exactamente esos canales, para ver si los pillo un día de estos en mi casa, que es que no los tenemos sintonizados y así tendremos más.

NOTA POST-POST: Hoy el Silent Shouts de would cumple un año y ha puesto, para celebrarlo, su primera foto. Vayan, vayan a verlo...

lunes, junio 20, 2005

Altea Weekend

A las dos y media del viernes Elliot y yo nos esfumamos de la oficina como billetes de veinte euros durante un fin de semana. Nos cambiamos en su casa, recogimos a su mujer y a una amiga de ella y pusimos rumbo a Altea sin más dilación. Durante el camino yo iba pensando "verás tú, un fin de semana entero con creativos publicitarios, MTV... como esto sea una competición de egos y coolismo se me va a hacer bien largo el fin de semana..."

Pues no, lo que me encontré fue un grupo de gente majísima con la que he pasado tres días de relax, risas, comida y solyplaya. Ni un minuto de desperdicio, vamos, que cuando nos hemos despedido una chica ha llorado y todo.

El sitio

Altea. En casa de los padres de Elliot, que tiene la terraza más grande y bonita en la que he estado en mi vida. A pie de playa y aislada. Perfecta.

La gente

Dieciséis en total. Ocho chicos y ocho chicas. Media de edad, unos treinta años. Dos parejas. Amigos de la mujer de Elliot, del trabajo, de la infancia... Amigos directos de Elliot, sólo estaba yo, y es que la fiesta era por el cumpleaños de su mujer.

El rollo

Viernes

Cena el en un restaurante de la playa. Chipirones rellenos, ensaladas, salazones y un arroz a banda que se salía.
Copas en casa de Elliot
Copas en el pueblo hasta las mil

Sábado

Playa por la mañana y paseos en la zodiac de Elliot, la estrella indiscutible del fin de semana.
Picnic en la playa a base de bocadillos de jamón con tomate , kilos de gambas y sandía sin pipas.
Siesta comunal en la terraza de Elliot con grandes fotos para el recuerdo
Barbacoa en la terraza de Elliot con la mayor cantidad de comida vista hasta el momento. Triunfadores de la noche: mis cinco kilos de mejillones naturales en sofrito de hortalizas, las endibias con salsa de yogur griego con sopa de cebolla de sobre, hecha por la hermana de Elliot. Además, brochetas gigantes, barcoa a saco y cerveza infinita. Fruta.
Copas, regalismos a la mujer de Elliot y pedo general.

Domingo

Más playa. Más Zodiac. Más barbacoa. Pasta con la salsa de los mejillones que sobró del día anterior. Limpieza de la casa.

Las anécdotas

1) El domingo por la mañana, Elliot decidió llevarnos a todos en la Zodiac a esta isla que sale en esta foto tomada desde una esquina de su espléndida terraza


Como había que hacer varios viajes, otros dos y yo decidimos ir nadando, a pesar de que la isla estaba a un kilómetro y pico de distancia desde nuestra casa, ya que pensé que con las aletas no sería muy complicado llegar hasta allí. Hicimos bastante bien la primera mitad del recorrido, bancos de medusas aparte, y, además, veíamos de vez en cuando a Elliot yendo y viniendo con la lancha asegurándose de que la cosa iba bien. Cuando llevábamos unos tres cuartos de la distancia, empecé a notarme cansado, el mar estaba bastante rizado, me entraba algo de agua por las gafas y las piernas no me respondian tan bien como al principio, y es que mover unas aletas no es tan fácil como parece. Noté como los otros dos empezaban a alejarse de mi y no podía evitar que la visión del fondo marino, allá abajo, me resultara cada vez más agobiante. Me oía respirar y los músculosde los muslos empezaban a vibrarme de esa forma en la que lo hacen cuando están a punto de contraerse súbitamente. En un momento dado me dí cuenta de que no llegaría, de que no podía más. Intenté descansar un rato, pero el verme sólo entre tanta agua me hacía imposible estar relajado. Miré a la isla, todavía lejana, y vi que la lancha estaba ya amarrada, lo que quería decir que Elliot se había ido con el resto del grupo a la parte de atrás del islote, pensando que nosotros llegaríamos sin problemas. Sin ponerme demasiado nervioso concluí "como esto siga así, me ahogo en cinco minutos". Y la cosa no tenía pinta de ir a cambiar en cinco minutos.

Pero entonces la potra Dwalks hizo acto de presencia y divisé a unos cincuenta metros a mi izquierda una boya como una olla. Fui hasta ella con la moral por las nubes y me agarré a ella como a un pecho femenino. A lo lejos, mis dos acompañantes se dieron cuenta de mi situación y me gritaron si estaba bien. Y yo les levanté el pulgar y les voceé que avisaran a Elliot para que me rescatara con la barca. Y ahí me quedé, agarrado a mi boya roja casi media hora pensando que si no hubiera estado ahí , ahora mismo estaría escribiendo un post sobre un Dwalks compartiendo algas con los pececillos y las medusas del fondo del Mar Mediterraneo. Así de sencillo, de verdad.

2) En la fiesta del sábado por la noche, uno de los chicos se quedó dormido en una tumbona de la terraza de Elliot. Era tarde y había sido un día intenso, así que todos pensamos que se debía al cansancio. Se nos ocurrió en ponerle por encima los globos de la fiesta para sacarle fotos. Cuando le pusimos todos los globos, empezamos a colocarle los remos de la barca y acabamos decorándole con cualquier cosa que tuviéramos a mano: aletas, una sandía... Aunque intentábamos hacerlo con cuidado para no despertarle, debido a nuestra no disimulada tajada a veces le golpeábamos sin querer o se desmontaban nuestras estrucuturas sobre él. Acabamos pensando que se estaba haciendo el dormido para seguirnos la gracia, porque era imposible que no se hubiera despertado con tanto trajín y con el descojone general que allí reinaba.



Pero cuando se levantó de imprevisto entre arcadas y echando las papas a tutiplén en una bolsa que alguien tuvo la habilidad de ponerle a tiempo, entendimos que no había fingido en ningún momento y que todas las fotos que hicimos, eran documentos verídicos. "Es que yo le he visto beberse como quince botellines de cerveza esta noche" comentó una chica al rato.

Gran fin de semana. Este es uno de los paseos que nos dio Elliot por allí con su lanchita, visto también desde su terraza.

Ay would, que te lo has perdido...

jueves, junio 16, 2005

Semana extraña

Esta semana parece que todo se ha empeñado en ser distinto a lo que venía viviendo últimamente, me refiero a pequeños matices, y esto me está provocando una permanente sensación de estar desubicado de no sé muy bien dónde, es como cuando a mi abuela le cambian el pan bimbo de la estantería del ahorramás y ya, a partir de ahí, el resto del día va a contrapié. Abuela, que sí, que esta semana te entiendo como nunca antes lo había hecho.

¿Por qué?

Porque he empezado la jornada continua en el trabajo y, aunque esto es motivo de júbilo, y de siestas de triple fractura cervical en el sofá, a mí el madrugar una hora más todos los días me afecta más que un dedo a un castillo de naipes. Me temo que hasta que me acostumbre me tocará estar un par de semanas necesitando de no menos de tres intentos para acertar con el vaso de agua en la boca. Qué pereza me da todo y, además, qué mal me sale lo poco que intento. Muy mal, muy mal, mucha desgana.

Porque nos están cambiando las puertas de la casa y nos están forrando los armarios empotrados, que es lo mismo que un arrasamiento de morada impune. El lunes llegué a casa y me encontré a dos tipos arrancando como maridos celosos los marcos de las puertas mientras me daban las buenas tardes y me avisaban de que no podía pasar a mi cuarto. Tenemos toda la ropa hacinada en el salón, tablas y herramientas por toda la casa y el polvo cubre absolutamente todo a la media hora de haber limpiado un poco, es incómodo. Así que desde el martes me las ingenio para ir de compras después del trabajo, quedar con Elza para comer o lo que se me ocurra, lo que sea con tal de llegar cuando ya se hayan ido los obreros, a eso de las seis. Y claro, de la siesta ni hablamos, por eso estoy tan reventado.

Porque llevo tres días seguidos yéndome a pasear con mi padre, que es algo que hacía mucho que no sucedía. Como en casa no se puede estar, nos vamos antes de cenar a dar una vuelta por la zona durante una horita y pico. Está bien, porque aunque discutimos por cualquier cosa cada minuto, como siempre, estamos hablando mucho estos días y yo creo que merece la pena. Y más ahora que yo hago mi vida y pasa el tiempo sin que me dé mucha cuenta. Además, los paseos han dado sus frutos y hemos salido ganando los dos: él ha conseguido saber un poco más de mis intereses actuales y de mi vida en general, que yo creo que le intrigaba un poco, y yo he conseguido convencerle para que no se abroche hasta el último botón de las camisas, que me pone muy nervioso que mi padre vaya por la vida vestido como un testigo de Jehová. Es que llega de currar, se quita la corbata y el traje, pero se deja la camisa tal cual, y así no se puede papá, que pareces Forrest Gump.

Porque mis amigos están desperdigados. Kurt anda con Nate por el Este de Europa. Agr se ha pasado desde el domingo en Amsterdam. CF no para de trabajar y hoy se va a Sevilla hasta el domingo. Se nota. Encima Elza está pasando una semana muy dura en lo familiar y me gustaría ayudarla en algo, pero es que lo único que puedo hacer estar ahí con ella en la medida de lo posible. Todo de imprevisto, mucha incertidumbre y subidas y bajadas que machacan a cualquiera. Menos mal que está aguantando el tipo como una leona y nos está dando ejemplo a todos de cómo mantener la calma en situaciones complicadas. Hay que confiar en que todo saldrá bien.

Porque me voy a la playa el viernes a casa de Elliot, un amigo del trabajo con el que tengo una excelente relación y quiere hacerle una fiesta sorpresa a su mujer. Amigos suyos y de ella, todos juntos durante un fin de semana en la casa que tiene en Altea... la cosa promete. En un principio íbamos a ir Would y yo como representantes de él de su oficina, pero a Would le ha salido un plan-compromiso de última hora y ha tenido que rechazar el plan playa. Como yo no conozco mucho el entorno de amigos de esta pareja (la boda y poco más), pensé en no ir yo tampoco cuando vi que me tocaba hacerlo solo, pero cuando iniciaba mi excusa oficial ante Elliot, éste me puso cara de nidecoñanovasavenirtú alegando que mis dotes culinarias eran necesarias en esa fiesta y que tenía que ayudarle con el tema gastronómico cual pinche jefe. También me ofreció una cama en su casa (en un principio Would y yo teníamos que ir de hotel, dada la cantidad de gente que iba a acudir) y transporte gratis en su coche (en un principio Would y yo íbamos a ir en mi coche). No me he podido resistir, aunque haya que currar un poco. Gracias Elliot, es un pedazo de plan.

miércoles, junio 15, 2005

1 año



It walks cumple hoy un año y no me lo creo ni yo. Dada mi tendencia al abandono de los proyectos tipo hobby que he comenzado en diversas etapas de mi vida, más que de un cumpleaños estamos hablando de un milagro.

Gracias a todos los que os hayáis pasado por aquí alguna vez, y muy en especial a los habituales. Y no me importa en absoluto que la visita a mi blog haya sido fruto de la búsqueda-Google "forma de un chichón", como ha ocurrido hace poco... no me quiero ni imaginar la clase de huevo que hay que tener en la cabeza como para acudir a Internet a documentarse. Te deseo, y creo que hablo en nombre de todos, que tu cabeza haya vuelto a su tamaño estándar y que te quepan las gorras otra vez.

LA ENCUESTA: ¿Que edad tienen vuestros blogs? ¿Cuándo es vuestro aniversario del primer post? Simple curiosidad, vaya. Al más viejo le regalaré un Qwalks. Y no valen trampas, que ya iré a vuestro blog a comprobar que decís la verdad.

LOS DATOS: Casualmente, éste es mi post número 100. Con esto me sale una media de unos 2 post a la semana (hay que tener en cuenta que no suelo postear los fines de semana, que empecé actualizando bastante menos que ahora y que, además, pasé un par de etapas oscuras en las que sumando ambas casi no posteé en dos meses y pico). Desde hace tres meses más o menos posteo cuatro o cinco veces a la semana. He tenido que contar los posts a partir del número 28, fechado allá por octubre, ya que a partir de ahí el contador de mi blog se congeló. Es siniestro, los de Blogger tenemos blogs fantasma.

Bueno, menos cháchara, que empieza la segunda temporada...

domingo, junio 12, 2005

VierneSusanclub

El viernes fue un día muy peculiar, empezando porque me eché una siesta antológica de tres horas doblemente interrumpida por truenos gemelos que casi me cuestan la vida y la voz a base de infartos, por un lado, y de cagamentos varios a consecuencia de, por el otro. Como siempre que algo extraordinario ocurre en este mundo, Kurt estaba allí y afirmó que los dos rayos cayeron en su oficina debido a que todos los rayos medianamente interesantes de Madrid caen en su oficina, y como a estas alturas no vamos a discutir con Kurt, que así sea. Por la noche, ya con mi corazón en perfecto estado, quedé con él y fuimos a cenar noodles puesto que llevaba toda la semana apeteciéndonos muchísimo y hacía tiempo que no nos pasábamos por Circus, lugar en el que tuve que volver a pedir un tenedor a mitad de plato al ser incapaz de usar los palillos sin salpicar trozos de brécol y salmón a los comensales de al lado. Una vez dispuse de mi cubierto, me fue posible de simultanear el enrollado de comida con una conversación mínimamente coherente con Kurt, quien agradeció tremendamente mi gesto y a cambio me detalló los pormenores de su ya activo viaje con Nate por los países del Este de Europa.

Tras la cena, nos dirigimos a conocer el Susanclub, el recién estrenado bar de copas de Juan Domínguez, Juan e-life o Juan ¿Quién es Juan?. La verdad es que a día de hoy la e-identidad de este tipo aún no la tengo demasiado clara, pero lo que sí me ha quedado muy claro es que Juan, aparte de escribir un blog muy entretenido, ha abierto un bar por el que merece la pena pasarse, por ubicación en Madrid y por sitio chulo de verdad, qué buen gusto. Allí nos presentamos los dos y, Juan, que conocía sobre todo el blog de Kurt, enseguida le reconoció, y es que Kurt debe ser tal y como te lo imaginas al leer su blog. El tío la verdad es que estuvo encantador y, aparte de tratarnos como si estuviéramos en casa, dedicó un buen rato a enseñarnos el bar literalmente de arriba a abajo y a charlar con nosotros. También nos invitó a un trago y nos presentó a su gente, lo que hizo que la hora y pico que estuvimos por allí fuera realmente agradable. Una vez se nos unió CF y Kurt terminó de zamparse su quinto o sexto pedazo de bizcocho de chocolate cortesía de la casa, nos marchamos del Susan piropeándolo por los cuatro costados e incluyéndolo clarísimamente en nuestra ruta madrid-centro, porque con ese aire acondicionado tan bien graduado y con esos gintonics tan ricos en su vaso adecuado, lo que se impone es el sentido común. El próximo día prestaré más atención a la música, porque con tanta conversación interesante es que no hubo forma, aunque echando un vistazo a los gustos musicales del blog de Juan, habrá que estar al tanto. Mucha suerte y muchos años para el Susanclub.

Luego nos pasamos por Huertas a ver a unas amigas de CF, quién decidió invertir parte de su (nuestro) tiempo en un auténtico antro para, suponemos, recoger algunos frutos en el futuro. La verdad es que Huertas estaba fatal, hacía tiempo que no iba por ahí y me quedé un poco alucinado. Mucho borracho por la calle, mucho chacheo en los garitos y la música, de mala para abajo. Ni siquiera había guiris, que siempre le han dado un poco de color y carácter a esta zona, y no me extraña, si yo fuera guiri tampoco me verían el pelo por Huertas, según estaba el viernes. Igual fue la zona por la que estuvimos, no sé... Aguantamos una hora y más que de sobra.

Como una despedida de Kurt se merecía una banda sonora digna, nos fuimos corriendo al ochoymedio, que estaba hasta arriba. El viernes había musicón y nosotros encantados de la vida. Por primera vez en todas mis visitas al ochoymedio, no caí en la trampa de tirarme a por un gintonic como un descerebrado según entraba. No sé si lo he contado alguna vez, pero en este sitio te envenenan de mala manera, de ahí su pseudónimo pochoymedio. Con dos copas que te tomes no puedes ni dar las buenas tardes (porque antes de las dos no consigues levantarte) al día siguiente, y no me parece normal, con los palos que te meten por una copa lo mínimo sería que te pusieran lo que has pedido. Afortunadamente, aún no hay cerveza de garrafón y la convertimos fue nuestra fuente de hidratación durante nuestra animada y danzarina noche. Como a CF le perdimos la pista al ratito de llegar, cuando nos cansamos de cantar canciones y bailar jits, nos fuimos por donde habíamos venido y nos bajamos a Plaza de España a por un taxi, como siempre. Esta tradición comenzó hace mucho por pura inercia, por necesidad, al no encontrar nunca un taxi libre hasta dicha plaza. Ahora, como que le hemos cogido cariño al paseo y ya nos lo hacemos siempre sin plantearnos si pasa o no el taxi libre o una máquina teletransportadora gratuita, y es que estoy convencido de que esos ratos son los que echaré de menos de verdad cuando algún día mire para atrás.

Susanclub, recuerden.

jueves, junio 09, 2005

Cadenismos

Aunque cuando surgió pensé que yo no lo haría, hoy voy a postear el conocido testigo musical que recogí de Kurt hace un par de días. La razón es que llevo dos días sin subir nada y no quiero perder la disciplina, y además, aunque estoy en contra (más bien paso olímpicamente) de este tipo de cadenas, he llegado a la conclusión de que ésta es la que hay que hacer una vez al siglo. Ya le contesté a Kurt en su espacio comente, y Chs recogió mi testigo, respondiendo también en el espacio comente de Kurt. Reproduzco exactamente ambos textos:

1. Tamaño total de los archivos de música en el ordenador.
Unos tres gigas apunto de ser pasados a CD´s para liberar espacio.

2. Último disco que me compré

HITS, de Pulp, por puro fetichismo. Lo último que me he descargado ilegalmente ha sido "Llamadas Perdidas" de la Costa Brava, que está bien para un ratito.

3. Canción que estoy escuchando ahora
La canción en la que he apagado el iPod cuando entraba en la oficina es "Picked up floozy" de Namosh. Es como un café por la mañana. Hiperlaaaaarga, con el ritmo definitivo y llena de ruiditos que molan. aún no me he cansado de ella.

4. Cinco canciones que escucho un montón, o que tienen algún significado para mí.

tomaré una representante de distintas épocas, por los recuerdos que evocan

"trying your luck" the strokes
"tan lejos tan cerca" miqui puig,
"sería feliz" julieta venegas
"until the end of the world" (directo) U2
"common people" pulp

5. Cinco personas a las que les paso el testigo.

Agr, Chs, Mud, Elza, Seiai

martes, junio 07, 2005

Qwalks Tunning



Hace unos meses estaba bastante satisfecho con la idea de tener asegurada la descendencia de los Qwalks, pero poco a poco el hecho de tener tres clones de Qwalks II esperando a que la sucesión llegara me empezó a parecer cada cada vez más aburrido y siniestro, así que he cogido y agarrado las tijeras y le he hecho un mullet a Qwalks III, ya veré lo que le hago a los demás. De momento con esto es suficiente y, al igual que Malibú petando ha inspirado este cambio de imagen, llegarán otras referencias en las que fijarse e implementar en Qwalks IV y Qwalks V, sólo es cuestión de tiempo. Yo creo que me ha quedado bastante bien y por lo tanto será la imagen definitiva de Qwalks III, más conocido a partir de ahora como Qwalks Ríchar. Como los papas.

Siguiendo con el tema de los cortes de pelo, me ha venido a la cabeza aquella ocasión, allá por noviembre, en la que decidí ir a la peluquería y cambiar un poco mi imagen-valentín habitual. Obviamente, esta decisión supuso traicionar a Valentín (mi peluquero desde los doce años, para los nuevos) y buscar unas nuevas manos que hicieran algo distinto de lo habitual. El problema reside, y hablo en presente porque aún no he encontrado solución, en que como yo tengo pelo de maniquí de Simago, en cuanto éste adquiere longitud, adquiere simultáneamente volúmenes tipo Guggenheim y, a partir de unas determinadas dimensiones mi cabeza torna a modo-tanque. Y esto sucede de un día para otro, normalmente cuando más contento estoy con mis rizos, que me molan bastante cuando me molan y no me molan nada cuando no me molan.

Sin tener en cuenta que Agr tiene el mejor pelo que conozco y, por ende, haga lo que haga le queda bien cuando lo lleva un poco largo, le pedí consejo y me recomendó a su peluquera. Fui para allí, le expliqué que no quería cortármelo mucho y que quería que creciera de una forma socialmente aceptada como chula. Ella me dijo que sin problema y me hizo una cosa que Valentín no sabe hacer, que es descargar. Pero yo no lo sabía y ni me planteaba por qué ella se lió a cortarme los pelos con esa tijera que parece que no corta, así que yo encantado de la vida y dándole palique mientras ella cortaba sin cortar. Salí totalmente satisfecho pero con una extraña sensación como de pelo con poca fuerza, es decir, no tenía el pelo mucho más corto que cuando entré, pero era más liviano y mis rizos no cuajaban. Pese a este sentimiento tan personal, y a que me fui a casa mirándome en todos los escaparates y cristales de los coches, y tocándome el pelo todo el rato, quería ser muy positivo y tal, por lo que seguí contento y pensé que serían cosas mías lo de verme y notarme tan extraño.

Cuando llegué a casa y me miré al espejo, me vi muy raro porque era como si el pelo estuviera muy pegado a la cabeza. Me ayudé un poco con espuma, tiré de secador e incluso me volví a lavar la cabeza para empezar de cero, dos veces, pero no había manera de levantar aquello. Mi madre apareció al rato y me preguntó qué era lo que me había hecho, "me he cortado un poquito el pelo" respondí mientras desaparecía de su vista. Y así con toda la familia.

Cuando hablé con Kurt por teléfono, ya por la tarde, le comenté el asunto y me instó a que le describiera el corte. Ante mi incapacidad para encontrar las palabras adecuadas, Kurt tomó las riendas de la conversación y la situación se desarrolló como reproduzco a continuación:

dwalks: ...no sé, tío, es como... si no fuera mi pelo, a ver, no está mal pero no sé como decirte...
kurt: vamos a ver, vamos a hacerlo así, yo te hago preguntas y tú responde con sí o no.
D: eh... vale
K: ¿hay partes laterales demasiado cortas en relación con las centrales?
D: no... ¿a ver? -mirándome en el espejo que hay en mi casa justo delante del teléfono- no, que va, no
K: ¿más largas?
D: tampoco...- chequeo rápido en el espejo- no
K: mmm... vale, tú te peinas y te queda más o menos bien, ¿no? vale, pues si agitas la cabeza pero no muy fuerte, ¿se mantiene el peinado que te gusta?
D: joder kurt, a ver... -me pongo el pelo lo mejor que puedo, agito un pelín y aquello se desmorona- ... pues no aguanta, no
K: vamos bien, vamos bien. vuelve a peinarte un poco y mírate al espejo ¿hay sensación de atmósfera de pelo a simple vista? ¿como muchos pelos levitando por electricidad estática por encima del pelo base?
D: -miro y ahí está la atmósfera- un poco
K: calma dwalks, si te pones a contraluz y te miras al espejo, ¿tienes como un aura de pelos flotantes?
D: oh... -apago la luz de la entrada y enciendo la de la cocina, cuya puerta está detrás de mi mientras hablo por teléfono, consiguiendo así el efecto contraluz necesario al mirarme en el espejo- mierda kurt, parezco jesucristo apareciendo
K: ya está, te han descargado el pelo mogollón y ahora tienes menos pelo ocupando el mismo volumen que antes y se te ha hecho más volátil. necesitarás dos cortes de pelo estándar, dos generaciones, para repoblarlo totalmente.
D: no jodas
K: huy, o tres.

Y, efectivamente, así fue. Dos.

domingo, junio 05, 2005

Lo que peta es Malibú

Se nos cruzó un cable de repente y el sábado por la noche Elza, Pla, Agr y yo abandonamos nuestras cañitas en La Latina y, en nombre de la amistad, nos dirigimos al Polígono Urtinsa II, en Alcorcón City, para acompañar un ratillo a CF, al que echábamos de menos y andaba por allí trabajando. Estuvimos como una hora o así, cumplimos nuestra misión en el extrarradio y ya nos volvimos para terminar la noche en condiciones.

Sé que era mi primera vez en un entorno de este tipo y no estuve mucho tiempo, pero estoy en condiciones de poder hacer mi post más largo hasta la fecha hablando de las sensaciones de las que me impregné en este fascinante lugar. Podría hablar de los mullets mechados que allí se exhibían, de los sellos de oro que refulgían por doquier y de las camisas de manga corta estrangulando los bíceps y pectorales de sus portadores. Podría hablar del fenómeno masivo que se da por estos lares, mediante el cual el acento de los nombres masculinos se adelanta una sílaba (de Miguel a Míguel, de José a Jose, de Rubén a Ruben...). Podría hablar también de la ecléctica combinación que genera la sucesión de naves industriales cerradas y megagaritos en hora punta, todo ello en ese entorno decadente y postnuclear que resultan ser los polígonos industriales en la noche, y del raggeton y/o mákina que se podía escuchar sin necesidad de entrar al local, y de l@s gogós hipermusculad@s y entangad@s, y del tunning y de las perillas de diseño.

Podría hacerlo, pero echando un vistazo al flyer que CF me guardó expresamente, y que aquí abajo incluyo, creo que no hará falta. Además, no puedo mejorarlo, sinceramente.




Yo estuve ahí dentro y lo recomiendo absolutamente como experiencia contemplativa y como once-in-my-life-thing-to-do.

Por cierto, se ve que el extrarradio está de moda en mi vida y hoy también he acabado en las afueras, aunque en distinto lugar, con Kurt .

viernes, junio 03, 2005

Poisson

En mi familia tratamos de mantener la costumbre de hacer la cena juntos entre semana y charlar durante la misma, es decir, nunca hemos tenido tele en la cocina ni nada, en la cena se habla, se discute o se está callado, pero si se está, se está. Ahora que, ya cada vez más, mi hermano y yo hacemos nuestra vida esto no siempre es fácil, pero en la medida de lo posible lo intentamos. Además, todos trabajamos y la incompatibilidad de nuestros horarios lo hace aún más complicado. Digamos que es algo que hubo una época en la que me fastidiaba bastante, pero con la edad y ante la cada vez más próxima marcha mía del hogar familiar, pues me apetece aprovecharlo el tiempo que me quede.

Esta semana mi padre no ha trabajado y nos contaba esto durante la cena:

Papawalks: Joer, estoy alucinado. No ha habido un sólo día de esta semana en el que haya salido de casa y no me haya encontrado a la gallega -la gallega es la vecina de toda la vida de abajo, que es ama de casa.

Mamawalks: Es que vive abajo y te la encontrarás haciendo los recados, lo que pasa es que como nunca estás por la mañana, pues ahora la ves más a menudo y exageras.

P: Que no, que pongo un pie en la calle y ahí está, que he bajado hoy al garaje pensando que qué casualidad que hoy no me la hubiera encontrado y al ratito ha aparecido por ahí con las bolsas del Día y he dicho "joder ahí está la gallega" - esto lo ha dicho señalándome a mi con el tenedor para enfatizar.

Jwalks: ¿Puedo comer más ensalada?- todos decimos que sí con la cabeza

P: Lo que me pasa con esta tía no responde a una distribución de Poisson en absoluto, que es a lo que a mi me gustaría que respondiese.

Dwalks: Yo eso lo estudié en primero de carrera pero ya no me acuerdo, no me acuerdo de nada ya.

M: ¿Quién quiere postre?- y pone el frutero en la mesa

D: ¿Como era lo de Poisson?

J: Eso era lo de que la probabilidad dependía de...- y se come un trozo de oreja de merluza rebozada negando con la cabeza y concluye- yo tampoco me acuerdo.

P: Digamos que NO responde a Poisson la probabilidad de tirar una moneda y que salga cara o cruz ¿ves? eso no responde a una distribución de Poisson, lo mismo que la gallega. Si tu tiras una moneda al aire, da igual el número de veces que salga cara para que te salga una cruz en la siguiente tirada. Es independiente. En cambio, si comienza a llover, la probabilidad de que te caiga una gota es mayor cuanto más tiempo pasa sin hacerlo, y disminuye cuando lo ha hecho ya. Eso responde a una distribución de Poisson, y no la gallega, que se pasa Poisson por el forro desde que llevo esta semana en casa.

M.: ¿Alguien quiere media manzana de la mía? Yo no puedo con toda...

Yo no sé si lo de Poisson es así o no, será, y me importa lo de la gallega lo mismo que a vosotros, pero digamos que por cosas como esta es por las que tengo algunos reparos en invitar a la gente a cenar a casa. ¿Demasiadas cenas juntos? No sé, quizás. Supongo que el día que nos salgan unas antenas por las orejas y empecemos a comunicarnos entre los Walks mediante sonidos telepáticos habrá llegado el momento de tomarse un respiro.

miércoles, junio 01, 2005

666

Ya es algo tarde y tengo sueño debido a que hoy he trabajado demasiadas horas, así que veo la cama aquí a mi lado y me relamo pensando en la sobada que me voy a pegar en breves momentos. Esto, que parece tan obvio como nacer más tarde que tu madre, para mi no lo era tanto antes, me refiero a cuando era un niño, porque yo de pequeño era un cagueta por las noches y el tiempo que me duraron estos temores nocturnos fue una tortura para un mi y me convirtió en el rey del sudor frío.

Yo era un niño feliz que dormía a pierna suelta cada noche de mi infancia, hasta que al sádico que me daba clases extraescolares de inglés no se le ocurrió otra cosa que ponernos el video de La Profecía al grupo de chavales de ocho o nueve años del turno de las 5:30, como parte de nuestro aprendizaje del idioma anglosajón. Yo me la tragué entera y me volví a casa algo aturdido, esa no era la clase de películas que yo solía ver y me superó por completo. Cuando me fui a la cama, yo no dejaba de pensar en el niño de la peli que asustaba a los monos cuando se les acercaba, en el perro ese que siempre aparecía por todos los sitios tan serio, y con esa música de misterio, y en las fotos que te anunciaban la muerte mediante un trazo difuminado. Yo creo que ahí empezó todo porque desde entonces empecé a tardar en dormirme y a pensar que en mi armario habitaban Damian, el perro, la endemoniada asistenta de la casa y todas esas cosas que me atormentaban hasta las lágrimas.

Más tarde, el profesor de inglés, que ya por entonces había ascendido a hijoputa, nos puso La Mosca, con lo que a mis temores religiosos se le unió un tipo con cabeza de mosca atrapado en una tela de araña y gritando help me. Llegué a estar convencido de que su sitio favorito para agonizar se ubicaba debajo de mi cama. Auténtico terror pasaba el pequeño DWalks por aquellos tiempos. Empecé a convertirme en una pequeña máquina sumadora de pavores a la que no tardó en apuntarse el amigo Freddie y el Michael Jackson del video de Thriller, con lo que el dormirme ya no se convertía en el anhelado alivio, sino en el más terrible de los finales. Que mal lo pasaba por favor, que no se me iban de la cabeza ni por un instante. Tan mal lo pasaba, que una vez llegué a angustiarme sólo de pensar que en la segunda cadena (estamos hablando de cuando sólo teníamos primera y segunda cadena) estaban echando La Matanza de Texas cuando, por supuesto, ya les había advertido a mis padres que ni se les ocurriera ponerla, y todo porque en el colegio me habían contado un poco de qué iba. Es decir, había suplicado a mis padres que por nada del mundo cambiaran al canal donde daban la peli, cosa que cumplieron entre notepreocupes y tuerestontoniño, y yo lo seguía pasando fatal sólo de pensar que en esos momentos el tipo de la motosierra se lo estaba pasando en grande en la otra cadena. Estaba fatal, pero fatal fatal.

Pasé dos o tres años bastante malos con estas cosas, que alcanzaron su climax cuando ya me acojonaba viendo las carátulas de las películas de miedo en los videoclub. Me montaba la historia yo solo en mi cabeza a partir de la tapa de la cinta, porque a masoca no tenía rival, y luego, el pasar resto de la noche en vela era coser y cantar. Llegué a temer tanto a la soledad noctura, a ese silencio, que todos los días miraba la programación de la tele en el periódico para comprobar a qué hora acababa la emisión. Si lo hacía muy pronto (antes no había programación de madrugada) mal rollito, eso significaba que mis padres se irían pronto a la cama y que el silencio absoluto se apoderaría de la casa antes de que pudiera dormirme. Y todo en ese plan, era un sinvivir, lo reconozco. Yo creo que me aficioné a la lectura para evitar pensar en mis movidas, yo qué sé.

Al final, supongo que seguí el ciclo natural de los niños y se me fue pasando. Me regalaron un walkman, que me hacía bastante compañía antes de dormirme, me empecé a interesar por las mujeres, lo que me entretenía al menos veinte minutillos por las noches, y como no, empece a entender que todo era una farsa y que Damian probablemente estuviera drogándose en esos momentos en alguna fiesta de California con sus amigos los actores. Hombre, de vez en cuando sufría alguna recaída nocturna tipo las psicofonías del Palacio de Linares, que ya me debieron pillar con doce o trece años, pero nada tan exagerado como lo anterior. La última fue cuando, con dieciocho años, me quedé casi dos semanas sólo en casa estudiando en agosto (mi primer año-septiembre-negro de la universidad) y me empecé a morir de miedo la primera noche pensando en que algún ladrón estaba seguro de que en mi casa había que entrar a robar. Cualuier ruidito nocturno era para mi cabeza una prueba irrefutable de que estaban forzando una puerta o una ventana. Así que me cogí un cuchillo jamonero de la cocina, previa inspección por toda la casa con el culo apretado con tanta fuerza que podría haber puesto grapas a tacos de cien folios, y dormí con él envuelto en dos calcetínes cual si lo hiciera con un osito. Por supuesto, antes de dormir ensayé unos cuantos movimientos rápidos y letales con el cuchillo, por si me despertaba en mitad de la noche y tenía al ladrón hurgando en mis cajones. En un segundo le hubiera dejado seco, y también sordo, del chillido que hubiera pegado si al abrir los ojos le hubiese visto ahí.