lunes, febrero 28, 2005

WeekEND

El fin de semana comenzó bien. El viernes, aunque tuve que trabajar algo por la tarde, también tuve la compensación de descubrir un restaurante alemán cercano a mi oficina al que no había ido, y eso siempre mola. Comí con Elliot, que también se quedó un poco a trabajar, o a hacer tiempo, dado que su suegra había decidido visitarles tooodo el finde. De entrantes, unas ensaladas alemanas y unos patés ¿alemanes?. Las ensaladas alemanas deberían llamarse enmayonesadas, porque, aparte de estar buenísimas, las proporciones isabelinas de contenido en esta salsa es lo que las define fundamentalmente. Los patés también llevaban mayonesa y yo me lo comí todo. El codillo con chucrut, muy logrado, se separaba fenomenal de la piel y del hueso. De postre, media pinta de sorbete de limón.

Trabajé lo que pude porque a las seis y media me echaron de la oficina. Me compré algo de ropa antes de ir a casa y ya empecé a notar cómo se me soltaba la nariz y la garganta empezaba a tirarme. Me tomé un Frenadol, medicina que adoro y que bebería a todas horas, y me eché un rato a eso de las ocho. Cuando me desperté, me encontraba mejor y pensé que ya no me ponía malo. Luego salí con Agr, que había quedado para tomar unas cañas con unos amigos en Andrés Mellado. Más tarde, apareció CF, con un pelo que no era normal y le preguntamos por qué llevaba ese pelo. El nos contestó que ya lo sabía y que su madre le había dado doce euros esa misma tarde para que fuera el peluquero, y todos lo entendimos. Nos fuimos del sitio de las cañas y durante el resto de la noche estuvimos en varios locales hasta que finalmente acabamos en el Moby Dick y en el Bolshoi, sin nada demasiado especial que recordar.

Al día siguiente yo creía que estaba muerto cuando abrí los ojos. La boca me escupía algodón de lo seca que la tenía, la garganta era un dolor y mis ojos luchaban por abrirse entre unas legañas que parecían alguna clase de molusco. Comprendí que el fin de semana había terminado para mi.

Lo peor de todo es que por lo visto, según Agr y CF, me he perdido un sábado y domingo realmente divertidos, cosa que me afecta bastante, teniendo en cuenta que mi estado de soltería exige vivir momentos inolvidables con los amigos. También había quedado con los del barrio para hacer una salida por la noche y no ha podido ser. No me he podido despedir de Aki, que se ha vuelto para Japón entre lágrimas, no por mi, si no porque le daba pena irse después de un año en España. Lo único que me consuela es que conozco a dos personas a las que les ha ocurrido algo parecido a lo mío y, oye, eso siempre hace un poquito.

Por el contrario, ha sido un buen fin de semana para la descarga ilegal de música, delito en el que he reincidido sin parar durante los días en los que he estado en casa. Ahora tengo tanta música nueva que no sé que hacer con ella. Me bajé viejas cuentas pendientes con mi pasado en cinta, lo mejor votado del Tentaciones (en fin, era lo que tenía a mano) y muchas canciones aleatorias, pertenecientes a mi cultura general musical y de las que no disponía en formato físico, tan sólo estaban en mi cabeza. Para cuando tenga el iPod.

Hoy ando mejor pero no detecto sabor alguno. He gastado paquete y medio de kleenex y tengo la nariz como el culo de un mandril. Además, tengo un aspecto permanente de poco listo porque no puedo respirar por la nariz y debo dejar mi boca entreabierta para sobrevivir.

Es uno de esos días-nada.

viernes, febrero 25, 2005

R.I.P.?



Los profiles de blogger se han rebelado y están dejando nuestros históricos y estadísticas con una información cada vez más caducada. En mi caso, la última actualización data del 25 de octubre de 2004, con un post sobre mi convalecencia por la operación de rodilla. Yo era un joven blogero con 28 post en mi haber (precisamente mi edad, um!)

¿Alguien sabe que pasa? Y no me refiero a lo que diga blogger que pasa (dicen que los profiles no actualizan y eso ya lo sé). Me refiero a lo que realmente pasa...

It walks doesn´t walk!

jueves, febrero 24, 2005

Una espinita clavada

Tendría yo trece o catroce años y era verano, porque recuerdo que ya estaba de vacaciones. Como no hacía demasiado calor, bajé a jugar al fútbol con mi balón al campo que tenemos en la urbanización en la que vivo. Aunque había visto desde mi ventana que aún no había bajado nadie, supuse que tarde o temprano aparecería alguien más para echar un partido, que era lo único que me gustaba hacer por aquella época.

Cuando estaba llegando, me di cuenta que dos chavales algo más pequeños que yo, unos doce años, estaban haciendo el burro dando patadas a la puerta de acceso al campo, mi campo, algo que no era difícil dado que esta puerta daba directamente a la calle y cualquiera hubiera podido ejercer el mismo acto vandálico sin excesivos problemas. El caso es que en un arranque de coraje, y valorando que en caso de pelea saldría yo ganando, me dirigí a ellos sin dudarlo y les grité que si estaban imbéciles o qué. Los chicos se quedaros callados un momento pero, en seguida, el líder de la pareja me miró desafiante y me aseguró que yo no era nadie para decirle lo que tenía que hacer y de paso me llamó subnormal con una sonrisa. Me puse a cien y comencé a empujarle para que se fuera -a su compañero ni le miré porque era un pobre infeliz que sólo se reía por lo bajo cuando su amigo abría la boca. Pese a que yo era bastante más alto y fuerte que mi contrincante, y tras los empujones, aún no sé como lo consiguió pero se puso a mi espalda y, desde atrás, enganchó sus brazos con los míos y me dejó inmovilizado. Al verme reducido, intenté darle una coz con mi tacón, pero calculé mal y me golpeé a mi mismo en la espinilla de mi otra pierna. Me di cuenta que no tenía nada que hacer, me había cogido bien y era incapaz de deshacerme de él. El chaval me preguntó nervioso que si me rendía, ya que era obvio que si me soltaba él tedría las de perder, y yo le dije que sí con los dientes apretados y una sién latiendo a ritmo de tunning.

Me soltó y se fueron, dejándome ridiculizado, aturdido y bastante encendido por la situación que acababa de vivir. Observé cómo se marchaban y, ante mi sorpresa, cuando estaban a una distancia considerable, ambos cuchichearon, se dieron la vuelta y comenzaron a insultarme, por lo que arranqué en dirección hacia ellos con la excusa perfecta para buscar la revancha de mi humillación anterior. Estaba seguro de que, pese al patinazo anterior, le podía cascar sin problemas. Cuando vieron que corría, ellos hicieron lo mismo y así dio comienzo la persecución. Al amigo irrelevante le alcancé enseguida, yo corría bastante rápido y él era un gordinflas, así que esa parte fue fácil, pero como mi única satisfacción era la idea de calentar al otro, le superé sin casi mirarlo y le dejé atrás con un considerable alivio por su parte.

Corrí detrás de mi objetivo durante un buen rato, acercándome cada vez más pero sin lograr reducir suficientemente distancia que nos separaba, además, el muy jodío también tenía buenas piernas, con lo que poco a poco empecé a cansarme y a darme cuenta de que no le daría caza. En un momento dado me agoté y paré de correr frustrado, me di la vuelta y volví al campo de fútbol, donde aún estaba mi balón, y me puse a jugar yo sólo mientras le daba vueltas a la historia. Al rato llegaron mis amigos y se me fue pasando el mosqueo, no les conté nada. Nunca más volví a saber de estos dos chicos que se habían cruzado en mi camino.

Alguna vez le he contado esta historia a mis amigos y la conclusión que sacan cuando la escuchan es que soy una persona de gran nobleza por no haberme cebado con el débil, cuando pude haberlo hecho sin problemas. Yo lo pienso y, aunque me gusta esa versión de los hechos, todavía hoy me pregunto cómo no se me ocurrió la idea de tomar de rehén al gordito y esperar a que el otro volviera. Aún mellevan los demonios cuando lo pienso.

Es que le hubiera puesto hasta arriba.

miércoles, febrero 23, 2005

From-To-To-From

Mañana por la mañana iré a Bilbao por asuntos de trabajo. Mañana por la tarde volveré de Bilbao cuando haya terminado mis asuntos de trabajo. Estos viajes nacional-relámpago son bastante habituales en mi rutina laboral y cada vez me resultan más cansados, cada vez más.

¿Por qué?

Te levantas a las 5:30 para coger un avión

Eso no implica que me acueste la noche antes a una hora prudencial. De hecho, soy experto en desarrollar nuevas habilidades a partir de las once de la noche si debo madrugar al día siguiente. La última: intentar meter de chilena, tumbado en la cama, un calcetín hecho una bola en la papelera de mi habitación. Tiempo total haciendo el moña: 40 minutos. Bravo, Dwalks, eres un genio.

Desmitificas la ciudad a la que vas

Es la segunda vez que viajo a Bilbao en modo curro, y también en mi vida, así que por lo tanto, la primera vez que fui también era la primera vez que visitaba la ciudad, y os aseguro que antes de esta primera ocasión, yo quería ir a Bilbao, yo tenía una imagen guay de Bilbao y yo ansiaba conocer Bilbao... Pues fue ir y se me han pasado las ganas. No mola porque sé que sólo conozco el aeropuerto, dos taxis y mi oficina de allí, pero así son las cosas de momento.

Comes demasiado


La gente que te recibe está empeñada en alimentarte para que vuelvas contando lo bien que te han tratado y, ya de paso, también se tratan ellos un poco bien y eso, que comen como todos. No es normal, echas cuentas y sales como a cinco kilos de comida cada vez que te invitan. No es normal...

Demasiado café

Te levantas con los gallos y, claro, a las 9 de la mañana llevas ya cuatro cafés (desayuno, aeropuerto, avión y bienvenida al otro lado, no es una aproximación, son matemáticas). Si alguna vez os encontráis conmigo a esa hora y en esa situación, no descartéis una carcajada nerviosa sin venir a cuento por mi parte, ya me ha pasado.

Fundes pasta


Vale, luego la recuperas a fin de mes y no pasa nada, pero eso de dejarte un miércoles quince mil pelas en taxis, parking, comidas y demás, es inquietante.

Llegas muerto a casa


Igual llegas a la misma hora de todos los días, pero eres diez años más viejo.

Madrugas igual al día siguiente

Una vez hice un comentario a mi jefe en el que daba a entender que los días en los que se viajara de este modo, podían dejar llegar un poco más tarde al día siguiente. Me dijo que hiciera lo que quisiera y yo cerré la boca.

Madrid + Nieve = Mal

Que nieve en Madrid no es ninguna buena noticia. Salvo momento en el que subes la persiana y haces aaahh, todo lo que implica es negativo. Los coches parecen pesados y la gente anda raro, consiguiendo que el camino al metro parezca una excursión de discapacitados. La nieve se mezcla con la grasa y el polvo de las calles, formando un barro espantoso de profundidad indeterminada, que salpica si lo pisas y te cala. Si, como hoy, la nevada es copiosa, los árboles acumulan el producto caído durante la noche y lo van dejando caer sobre las aceras durante todo el día siguiente en dosis perfectas, en forma y frecuencia, por lo que caminar por la ciudad se convierte en un ejercicio de habilidad suprema, ya que al no resbalar y al no dejar que los pies se te empapen, se le une el evitar ser alcanzado por pesadas gotas de aguanieve desprendidas de un sinfín de ramas. Los transportes públicos se colapsan y en los bares huele mal, a serrín, a lana mojada, a mucha gente. Y al acabar el día viene lo peor, la nieve ya se ha apelmazado con tanta pisada en una especie de semihielo plano y oscuro, dejando lista para su uso y disfrute una pista de patinaje perfectamente transparente y camuflada con el suelo.

Así que no entiendo por qué me siguen entusiasmando estos días.



Fotografía tomada a las 9:45 desde la ventana de mi oficina

martes, febrero 22, 2005

Tirados

Hoy he llegado a la oficina y uno de los temas que se comentaba por aquí era que dos de nuestros compañeros, los cuales tenían que estar en esos momentos impartiendo algo en Bulgaria, se habían quedado tirados en el aeropuerto de Viena sin poder hacer su conexión debido al temporal de nieve que tenemos en Europa (todos unidos, todos tenemos el temporal de nieve).

Quedarse tirado por temas de avión tiene un punto que mola porque es lo más parecido a que de repente se abra un camino alternativo en nuestra vida y algo prohibido quede expuesto ante nuestros ojos. Es lo más parecido a vivir algo que no debería haber sucedido. Te quedas en un lugar que deberías haber abandonado. Ves cosas que no deberías haber visto. Por eso mola, aunque fundamentalmente, bueno, más bien joda.

A mi me ha pasado dos veces. Una en Ljubljana, capital de Eslovenia (Liubliana para los amigos) -aunque eso lo sabemos todos por aquello de la brand-new-constitución- y otra en Nueva York. En Liubliana, la causa fue la huelga general aquella que tuvimos y, teniendo en cuenta que era mi primer viaje de trabajo, sentí algo de terror cuando vi lo que se avecinaba, aunque la suerte de contar allí con un compañero de trabajo español y la impactante media de tías cañon en esa ciudad, hicieron que la experiencia fuera más que positiva. En total, dos días de agujero de gusano en Liubliana.

La ocasión de Nueva York fue menos romántica, en principio. Directamente perdí mi conexión para el vuelo de regreso a España en Newark y tuve que esperar 24 horas al siguiente. Un clásico. Nos dieron hotel y unos cheques canjeables por cena, desayuno y almuerzo. Como la inseguridad que genera el encontrarse solo lejos de casa hace milagros, y más en Navidad, antes de irme a la cama ya me había asociado con un grupo de personas que estaban, todas por separado, en mi misma situación. Eran cuatro, conmigo cinco, y eran éstos:

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- Uno de Orense que se había ido de camionero a Houston hacía quince años y ahora tenía una empresa con mogollón de camiones. O eso dijo.
- Una chica mexicana de 19 años, pijita, fresita, que iba a España porque su hermano estaba estudiando en Madrid. O eso dijo.
- Una treintañera de Palencia que se fue a cantar jazz a Dallas, conoció a uno y se casó. Ahora volvía unos días a ver a su familia. O eso dijo.
- Una señora mexicana de clase más que alta, se notaba, que iba a ver a su marido a España ya que él estaba de viaje de trabajo, y así aprovechaba para pasar las Navidades en nuestro país, ya que nunca había estado. O eso dijo.
- Y yo, que no salgo porque hice la foto

Comimos juntos, esperamos juntos, cuidamos unos de otros y de nuestras cosas y nos hicimos fotos con mi cámara nueva. Prometí enviárselas a todos esa misma semana pero nunca lo hice, no sé por qué. También ellos apuntaron mi correo y, excepto la chica mexicana, nadie me las reclamó.

Aún tengo sus correos y a veces he pensado, más de un año después, en mandárselas algún día por sorpresa.

lunes, febrero 21, 2005

Puntual

Soy puntual, demasiado puntual. Infrapuntual, entendiendo por este creo que mal usado concepto "por debajo de lo puntual", o sea, que siempre llego antes de la hora. Siempre he sido ese que ya está allí cuando empieza a llegar la gente, el que ves fumando solo y dando paseitos en un metro cuadrado cerca de la boca de metro, el que a veces coge el camino más largo al lugar de la cita para no aparecer demasiado pronto. También soy el que ocasionalmente se queda sentado en la cama un rato con el abrigo puesto, escuchando alguna canción antes de salir de casa, evitando así llegar cinco minutos antes de un cuarto de hora antes. Y el que, ya en el punto de encuentro recibe y acumula los mensajes "en 1 qarto d hr stoy, perdna". El que dice "no pasa nada, acabo de llegar". Soy el que a veces está un poco borde sin venir a cuento, porque esos diez minutos de retraso han sido, en realidad, veinte, treinta, cuarenta de espera. El que desayuna tranquilo en el aeropuerto. El que toma dos cafés. El que silba con la mirada aburrida con un periódico en la mano, ya releído.

Podría hablar de respeto por los demás para justificar esta actitud mía, pero creo que no podría cambiarlo aunque quisiera, está en mi. Sólo tengo que fijarme en que cuando decido ir yo solo, por ejemplo, a dar un vuelta por el centro a las doce en punto, también llego antes de tiempo de la hora self-pactada. Soy un poco agonías, qué se le va a hacer. El caso es que procuro, o trato de procurar, que a la hora del encuentro no se me note demasiado la cara de llevo-veinte-minutos-contando-gamusinos y entender que, más o menos, llegar diez minutos tarde sea normal entre los humanos relajados. Creo que generalmente soy comprensivo, aunque depende algo de mi pie izquierdo.

Por ello, el jueves me entró pánico en el instante en el que, gracias a mi reloj, me di cuenta de que sólo disponía de un cuarto de hora para llegar a Atocha y tomar mi AVE a Zaragoza, cuando mi distancia temporal real era de veinte minutos, según mis cálculos más optimistas a la altura de Rios Rosas. Mis rutinas preparatorias habían sido las habituales y mis holgados tiempos de seguridad en el despertador, los mismos de siempre. No me dormí, estoy seguro. Desayuno, ducha y afeitado, estándares... Aún no sé qué pudo ocurrir y juro que le llevo dando vueltas desde que sucedió.

Al final llegué a mi AVE tres minutos antes de su salida y aún no tengo la menor idea de cuántas multas llegarán este mes a mi casa por exceso de velocidad en la Castellana, pero lo que me pregunto es qué efecto tendrá este suceso en mi conducta relativa a la puntualidad.

¿Terapia de choque positiva o ultrafijación de patrones obsesivos?

Interesante.

viernes, febrero 11, 2005

El misterio del cardenal en el antebrazo

Ayer, cuando me estaba lavando los dientes antes de irme a la cama me di cuenta de que tengo un cardenal gigante en la parte interior del antebrazo. Que yo sepa, no me he golpeado con nada últimamente, así que estoy intrigadísimo porque me lo aprieto y duele bastante, no es lógico que no recuerde cómo ha podido llegar hasta ahí.

¿Debería grabarme mientras duermo?

miércoles, febrero 09, 2005

Boum!

Esta mañana se ha producido un acto terrorista en Madrid. Un coche bomba ha estallado sin causar víctimas mortales. Yo estaba trabajando y un compañero me lo ha comentado "¿Sabes que ETA ha puesto una bomba ahí donde la plaza del Parque de las Naciones?". Leo las escasas noticias que han aparecido en Internet y veo que el lugar más afectado por la explosión es el edificio en el que trabaja mi padre, y, según un dibujito que han incluido, la ventana correspondiente a su puesto de trabajo da directamente al lugar donde ha ocurrido todo -lo sé porque yo estuve de becario en su empresa todo un verano y le veía allí sentado.

Encogimiento súbito de estómago.

Le llamo inmediatamente y me dice muy tranquilo que les han evacuado del edificio, que no ha pasado nada importante y que se está desayunando una tostada. No me cuenta mucho más porque mi padre no es nada sensacionalista, te dice que todo ha pegado un pepinazo, que les han sacado de allí y que algunas personas tienen cortes de cristales, que hay un buen follón montado.

Yo, que soy muy morboso, me quedo con ganas de conocer detalles, pero como siempre me ha criticado esa faceta de mi personalidad, decido no investigar, ya lo contará bien esta noche. Después, llamo a la gente que se puede preocupar y se acabó el asunto, a seguir trabajando.

Luego, durante el resto de la mañana, he pensado varias veces en que ayer, cuando llegué a casa por la noche apenas crucé con él unas frases y, esta mañana, durante el rato en el que hemos coincidido en el desayuno y por los pasillos antes de ir a trabajar, casi ni hemos hablado. No por nada en especial, lo que pasa es que teníamos sueño y nos tenemos ya muy vistos.

Ay!...

martes, febrero 08, 2005

24 hour party Dwalks

Éste ha sido un buen fin de semana. Con este frío que ha estado haciendo y tras la Navidad, no era de extrañar que se sucedieran varios fines de semanas sin demasiadas novedades que contar, porque entre los gastos excesivos, las gripes y la saturación de eventos, lo que quería era recuperar mi rutina y tener la sensación de que las semanas volvían a tener aburridos lunes, insulsos martes, optimistas jueves y cortos y estándar fines de semana. Lo que pasa es que la rutina acaba siendo un coñazo y cuando te quieres dar cuenta estás deseando antes de lo que imaginabas que suceda algo. Así sucedió y fue el sábado:

8:30h. Me despierto hecho una piltrafa porque hacía miles de años que no madrugaba un sábado. Desayuno, me visto y me aseo y en tres cuartos de hora estoy más que listo.

9:30h. Me voy a un lavadero de coches recomendado por mi padre y pago 7 euros por que me laven el coche por dentro y por fuera, que ya estaba bien desde el verano. Por fuera lo dejan bien, por dentro, fatal. Valoro la posibilidad de reclamar, pero la cantidad de coches que tienen acumulados para ser limpiados, el precio de risa que he pagado y los pocos dientes que tiene el empleado en su boca, hacen que desista.

10:30h. Inflo las ruedas del coche en una gasolinera y me compro un Ambipur para el coche. Huele a Brummel y se supone que es antitabaco. Como yo fumo en el coche no tengo elección, pero lo pongo al mínimo.

11:00h. Recojo a Kurt y lo primero que le digo es que los sábados por la mañana da tiempo a hacer un montón de cosas. El responde "te regalo estos vaqueros Helmut Lang que a mi no me valen", arranco y enfilamos a Malpica, porque vamos a un cumpleaños.

12:30h. Llegamos a Malpica tras hora y media de buena música y risas continuas. Nos recibe Rachel con cara de no esperarnos tan pronto y nos enseña su casa, que está bastante chula. A Kurt y a mi nos da miedo una galería oscura que tiene junto al patio y decidimos que no entraremos nunca por la noche. La casa es helada.

13:00h. Llegan los demás invitados y se respira buen ambiente. Todos hablamos con todos desde el principio, como debe ser, y sin más preámbulos, nos disponemos a comer.

14:00h. Migas, cogollos, queso, tortilla, tabaco, vino, paté

15:00h. Tarta, helado, copazos, mojito

16:00h. Tertulia, fotos, Kurt acaparando

17:00h. Nos vamos al garito del pueblo (porque Malpica es-un-pueblo) y lo llenamos. Como tengo que conducir por la noche me tiro tres horas a cocacolas, pero me lo paso bien de verdad y me cuesta marcharme.

21:00h. Volvemos a Madrid con Meri Toria, Kurt y yo oyendo y cantando Chico y Chica y jugando al "¿Te tirarías a...?" la mayor parte del viaje.

22:30h. Llego a casa con esa sensación que otorga el estar todo el día fuera. Me derrumbo en el sofá y me tomo un yogur con fibra para que luche contra el efecto-migas en mi interior. Veo un poco al Madrid y me pego un duchazo. Mis padres vuelven del cine y me preguntan si voy a salir otra vez "que siiiii, mamá".

24:00h. Me pasan a buscar Agr y CF. Nos vamos a Andrés Mellado a tomar cañas. Allí esperan Eth., Aki y más gente. Aki tan Aki como siempre y todos sacándole partido a su peculiar humor. Tras cinco cañas nos vamos Agr, CF y yo a un sitio que se llama Liberata que a mi no me convence. A Agr tampoco. Nos encontramos con conocidos y con algún mipasado, al que no doy tregua. Tras media hora, Agr, uno de la Palma y yo, nos vamos al Moe, que queda enfrente.

3:00h. Copas en el Moe al ritmo de un concierto de unos que tocan los timbales con música de fondo, en plan "Saffari" Duo. También vemos en este bar a una chica que tenía la mirada más descarada que he notado en mi vida. Todos la notamos, quiero decir.

4:00h. Llegan CF y Erque para decir que se van a otro sitio. Nos separamos prometiéndonos mutuamente que nos volveremos a reencontrar.

5:00h. Llevamos al de la Palma a Copérnico, que ha quedado. Llueve por primera vez en siglos y nos calamos. Entramos en Copérnico y estimo que es el sitio más chacho en el que he estado en mi vida. Música, gente y arquitectura combinan perfectamente generando un ambiente muy propicio para el mullet, camisetas entalladas sobre barrigas no tan entalladas, potas garrafoneras y coreografías Coyote Dax. Muy bien. Fascinados, Agr y yo, nos vamos con los ojos como platos.

6:00h. Llegamos a Kapital, ahí, como prometimos a CF, que nos está esperando en la puerta y nos cuela al más puro estilo Corleone, y nos sentamos al lado de Portillo y su pelo. Ahí anda Juan Golosina y una que yo no había visto en mi vida, pero es famosa. Estamos media hora y cierran, por lo que nos vamos por donde habíamos venido. Más que suficiente.

6:45h. Agr y CF me dejan en casa, nos abrazamos estilo hombre y nos despedimos.

6:55h. Me meto en la cama y muero