China: next stop

Bueno, tras la multifelación naranja de esta semana, damos el tema por zanjado y volvemos a la rutina de este blog, que me parece más interesante que defenderme de desestabilizadores y agriadores de almíbar. ¿Que si soy un pelota? Po zí ¿Que si di mucha coba? Fenomenal ¿Que si se me fue un poco de las manos? Mala suerte. Me salió así, fue así y así se queda. Lo que sí reconozco es que yo hubiera malmetido también si no hubiera formado parte del sarao, porque me encanta ver a la gente en su vez que peor y decirlo. En fin, aprovechad ahora, hacéis bien, demonios.

Y además, yo me he puesto a escribir porque dentro de una semana me voy a China en plan a lo grande.

Me voy once días, de viernes 11 a domingo 21, y tengo una especie de mezcla entre emoción y respeto que me cambia a cada momento. Me voy solo, completamente solo, y solo estaré los once días salvo en horas de trabajo, lo que sé por experiencia que es un palo a la hora de hacerse los vuelos del viaje. Un rollo. El de ida son unas dieciocho horas y tengo dos conexiones, una en Fankfurt y otra en Pekin, para acabar pasando cinco días en una ciudad llamada Shenzhen (1, 2), que salió en el suplemento del País del domingo 23 de octubre (este pasado no, el anterior) como icono de lo que "pasa" en China actualmente. Todos tenemos la sensación y oímos sin parar que los chinos nos van a dar para el pelo en cuatro días, pues bien, Shenzhen es un buen ejemplo de monstruo urbano a partir de un pueblo pesquero, donde los rascacielos, el consumismo brutal y las falsificaciones son bastante más que algo que está ahí. Trabajaré, claro (lunes, martes y miércoles por la mañana) y haré turismo el resto del tiempo, si las cagaleras lo permiten.

El jueves de esa misma semana, volaré desde Shenzhen a Shangai, donde un chino que no conozco, y del que no puedo asegurar que sepa esto que cuento a continuación, estará esperándome con un cartel que pondrá Mr Dwalks, para llevarme en coche 300 kilómetros hacia arriba a hacer unas cosas seguro que importantísimas para alguien, no para mi. Luego me devolverá el viernes a Shangai (1, 2, 3), donde me quedaré el fin de semana por mi cuenta, aprovechando que paso por allí. También solo, y me imagino que algo cansado. Y ya me vuelvo el domingo a las 12 de la noche, donde haré conexión en Munich, para volar finalmente a casa. Me agobia que toda la gente de mi entorno me está pidiendo cosas falsas (bolsos, electrónica, relojes) para que les lleve, y me da a mi que al final no voy a tener tanto tiempo, pero bueno, en un momento dado se desmonta y listo.

Espero disponer de ordenador con internet por allí, en el hotel mismo, para actulizar mi blog con mis experiencias chinorras. Pena que no tengo portátil, y opino que tengo que hacerme con uno ya, que fastidia dejar el blog abandonado cuando viajo, aunque luego no me acuerde de él. En caso contrario, tendré que pegarme una panzada actualizadora al volver a España que no se la deseo ni al chino del aeropuerto. Puede ser un viaje divertido, me esforzaré por hacer algo decente, con muchas fotos y con mucho chino límite a ver que pasa.

El otro día, presa del pánico y de la emoción ante mi viaje, le pregunté al chino de abajo de mi casa, mientras compraba en su tienda unos corazones de melocotón y unos regalices, que de dónde era "¿De dónde eres?" y pensó que le estaba pidiendo unos donetes, porque los fue a coger y todo. Al final me entendió a la tercera y me dijo que él era de Shangai (san-jai, decía él), y yo todo contento porque ahí era donde voy a ir yo. Lo que pasa es que resulta que este tipo da el pego pero al final no habla un carajo de español, aparte de los nombres de los productos que vende y los precios de los mismos y, salvo hacerle entender que yo iba a ir a Shangai, poco más pude hacer, aunque él se puso muy contento y me apuntó la palabra "Shangai" en un papel escrita en chino, y me la enseñaba diciendo que sí con la cabeza y diciendo todo el rato "shan-jai, shan-jai". Y yo Tarzán, no te digo.... A mi me jodió bastante porque yo quería preguntarle dónde hay buenos sitios en Shangai para gastarme la panoja en falsificaciones buenas, y no pudo ser, aunque ya me voy enterando por otros canales, que al final conozco a bastante gente que ha ido y sabe decirlo. ¡Dilo!

Por lo demás, tampoco me importa demasiado no alternar mucho con el chino de abajo de mi casa, porque siempre que entro en su tienda, es raro que alguno de los que trabajan ahí (mujer, hijos, primos...) no se esté comiéndose los fideos con calne encima del mostrador, llenando todo el local de olor a comida. Además, el hijo mayor, que tiene como quince años, es una versión china de esto con unas uñas que ni ésta, y me da un poco de grima cuando me cuenta las gominolas con el dedo. Así que pasaré de los chinos de mi casa y me tiraré a por el virtual tourist, que me mola mais, o a por cualquier recomendación que me podáis hacer vosotros (sanitaria, comida, precaución, lo que sea...), que seguro que va de buena fé y me sirve de ayuda.

Me da un poco de cosa ir a China tan a mi bola, lo reconozco, pero me apetece muchísimo.