Hace un rato estaba cenando con mi familia, que por cierto, hemos comido raya y no me ha molado mucho, y he sacado un tema espinoso para mi padre. He dicho que tengo clarísimo que cuando me vaya a vivir mi piso (ya queda menos, ya queda menos) voy a comprarme una Thermomix que me hará la vida más cómoda, que se la he visto a unos cuántos amigos ya y sé cómo sacarle partido. Mi padre, un excelente cocinero vocacional que invierte la mitad del fin de semana en elaborar platos de un nivel acojonante, no comprende qué gracia le veo a un aparatito que según sus palabras "sólo sirve para dar vueltas a la comida". Yo le he dicho que no, que además de dar vueltas, calienta, bate, pica, tiene varias velocidades, te pesa las cosas y encima tiene muchas luces y hace mogollón de ruiditos chulos. El me ha contestado que no es gilipollas, que es ingeniero y no hace falta que le explique qué es un robot de cocina, y que le parece una estupidez pagar tanta panoja por algo que se puede hacer uno mismo sin mucho más esfuerzo. Yo le he dicho que me daba igual su opinión retrógrada y castrante y que me iba a pillar una Thermomix en cuanto saliera por la puerta de casa rumbo a mi nueva vida. Y que cada vez que vivnieran a casa iba a degustar sus propias recetas mejoradas por mi Thermomix.
Luego me he quedado pensando y me ha parecido todo superinjusto, he estado haciendo un repaso por los aparatos absurdos que se han comprado mis padres a lo largo de nuestra historia como familia, y que han acabado siendo un fracaso, y me han salido unos cuantos (más lo que se me olvidan). Haré un histórico:
Aparatos destinados a mejorar nuestra vida que han fracasado en la casa de los Walks:
Licuadora ochentera
Debía tener yo diez años (estamos hablando de los 80's) cuando apareció mi padre un día por la puerta de casa con un armatoste del tamaño de mi hermano por aquel entonces. Con la promesa de que nuestra vida iba a cambiar, cortó unas manzanas en cachos y las metió dentro. Todos mirando fascinados, claro. Le dio a un botón y salió un chorrín que dio para un vaso de zumo al que todos le dimos un par de tragos. Como a mi no me sabía a trinaranjus de manzana, y encima era marrón, le dije que no me gustaba. A mi hermano, que siempre hacía lo mismo que yo, tampoco le gustó, y mi madre se fue a hacer algo para no tener que hacer un cumplido a la licuadora en el que no creía. Recuerdo la época posterior a aquel día con mi padre haciéndose zumos en soledad por orgullo, pero era un hecho que aquello era un coñazo de limpiar, que la fruta había que pelarla y cortarla en trozos, y que a mi padre siempre le han importado tres cojones los zumos. Duró un par de meses en activo. Durante la última obra que hicimos en casa hace casi un año, alguien la rescató del fondo de un armario y nos deshicimos de ella.
Cortapatatas manual
Pues más de lo mismo. Un día de hace unos diez años llegó mi padre con un cacharro bastante trasto que era una especie de cubo hueco, con un émbolo por un lado, y una rejilla por el otro. Servía para cortar patatas para freír perfectas. Todos nos quedamos un poco así porque en mi casa se ha comido poca patata frita en general, que mis padres son de pocos fritos, pero bueno, mi hermano y yo siempre hemos tenido capricho precisamente por haberlas comido poco. La primera demostración que hizo fue así: cogió una patata y la peló, la introdujo en el hueco del cubo, pero no cabía y la acabó metiendo a presión. Como era un cacharro de plasticote y medio malo, apretando el émbolo no conseguía hacer que la patata atravesara la rejilla sin poner en peligro la estructura del aparato, así que por más que mi padre se dejó los cuernos, al final tuvo que sacar la patata (que tardó un buen rato porque estaba encajada) y cortarla en cuatro cachos para hacerlo de uno en uno. Luego se quedaron todos los rebordes y cavidades llenos de patata y costaba mucho limpiarlo, así que fue obvio que se tardaba más en ese proceso que en cojer una patata y cortarla con un cuchillo. Recuerdo que mi padre se dio cuenta del fracaso al instante porque hice un comentario algo negativo sobre el cortapatatas y me mandó a tomar por culo y me dijo que no tenía nada de paciencia, y que era un ansioso. Lo habremos usado dos veces más.
Automasaje
Esta fue de mi madre. Unos reyes del siglo pasado, mi madre le regaló a mi padre un bicho de éstos con bolas que se pusieron muy de moda en los noventa para poder masajearte el cuello a tí mismo. Mi padre abrió el regalo y se lo quedó mirando como si le hubieran regalado una máquina de coser. Preguntó que qué era eso y mi madre le dijo que era para que se hiciera masajes cuando estuviera estresado o cuando le apeteciera. Mi padre lo miró un rato sosteniéndolo en la mano mientras le daba vueltas a las bolas con la otra, sin mucho entusiasmo, así que mi madre se lo quitó de la mano y se lo empezó a pasar por la cabeza y por el cuello, pero mi padre permanecía de pie con los brazos cruzados, esperando a que ocurriera algo mágico o algo, o esperando a que mi madre se diera cuenta de que aquello era absurdo. Mi padre se dejaba hacer pero nos miraba a mi hermano y a mi con una cara como preguntando si eso iba en serio, mientras mi madre seguía echando el resto con su regalo y nosotros no decíamos nada porque nos daba pena que a mi padre no le estuviera gustando el regalo que le había hecho mi madre. Efectivamente, ha sido un bonito adorno del fondo de algún armario hasta hoy.
Órgano eléctrico
Desde que tuve uso de razón hasta los veinte años recuerdo un órgano electrónico de pie (cojonudo para la época, con pedal, un montón de ritmos y sonidos...) como parte del mobiliario de mi habitación . Mi padre intentó inculcarme el gusto por algún instrumento simplemente metiéndolo en mi habitación con un libro super rollo de partituras y sin apuntarme a ninguna clase de nada, simplemente me echaba la bronca de vez en cuando por no hacer caso del órgano, yo le replicaba que no me gustaba la música, y así hasta la siguiente pelotera. Y también me lo metió en la habitación antes de darse cuenta de que pese a que tengo unas orejas importantes, de oído tengo cero y soy bastante negado para aprender música porque carezco de paciencia. Hice algún amago, me aprendí alguna cancióncila con una mano, pero básicamente pasé de mi órgano toda la vida (el musical, que al otro no lo dejaba tranquilo). Mi hermano lo heredó cuando intercambiamos las habitaciones y pasó tres cuartas de lo mismo. Al final lo reheredó el hijo de la asistenta que venía por aquel entonces a casa, quien no me extrañaría que se lo hubiese vendido por tres duros a algún gitano porque veinte años después, ni el órgano ni era tan bueno, ni sonaban todas las teclas, porque el burro con él sí que lo hicimos bastante. De todos modos, siempre le tuve cariño y la intención de mi padre fue buena. Ahora me arrepiento un poco de no haber aprendido a tocar, me encantaría saber tocar un intrumento ahora.
Grabador para pasar vinilos a CD
Esta ha sido nuestra cagada más reciente. Me incluyo en ella porque en un pricipio pensé que sería una buena idea. Mi padre tiene una colección de vinilos importante, unos dos mil. Mis primeras influencias musicales están ahí y le tenemos mucho cariño a estos discos, mi padre siempre ha escuchado muy buena música y tiene auténticas joyas: toda la música de la movida, todo el pop inglés bueno de los setenta-ochenta, jazz, electrónica... Cuando se hizo realidad que lo vinilos se iban a tomar por culo para siempre, mi padre se agobió mogollón por sus discos, así que en cuanto salieron los primeros grabadores vinilo-cd, se apresuró a comprarse uno para pasarse toda su colección a cd. Se gastó un panojal en uno de los mejores que había en el mercado hará seis años. El cacharro es un monstrenco en el que metes un cd virgen, lo conectas al tocata y a grabar. El problema es que el cacharro no sabe hacer la separación entre canciones, así que si te vas y lo dejas grabando, te encuentras con que te has grabado un cd con todo el disco grabado en una sola pista y no puedes pasar las canciones... La única solución era estar pendientes todo el rato al lado del cacharro, y darle a un botón cada vez que acababa una canción para marcar la separación en el cd. Os aseguro que escuchar música pendiente de eso es un coñazo que te quita las ganas. Al final yo me grabé unos diez discos, mi padre unos veinte, y ahí está el trasto esperando a que alguien siga aceptando el reto desde hace cuatro años. Y eso por no hablar de los discos que tenían alguna rayadura, que también se grababan las partes rayadas y el golpecito que le dabas para que avanzara. A ver si por lo menos nos grabamos los mejores, los que no están ni en el e-mule.
Así que tengo derecho a fracasar con mi Thermomix, lo tengo clarísimo.
miércoles, septiembre 27, 2006
Ah, que chulo...
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18 comentarios:
Realmente existe la termomix?
Yo creía que era una leyenda urbana porque todo el mundo la conoce pero no conozco a nadie que haya visto una...
Pues yo creo que es el regalo estrella de las bodas porque ultimamente, todo el mundo que se casa al cabo de unos meses habla maravillas de todo lo que hace.
Hasta los compañeros de trabajo traen bollitos made in termomix.
En mi casa el aparato menos utilizado fue la vaporeta. Madre! Que ruidos y que jaleos la unica vez que se utilizó ...
No fallarás. Yo creo que es el mejor invento que hay en tema de cocina. Como le cojas el truco eres capaz de hacer ahí hasta la tortilla de patatas. Bueno, tanto no, pero casi.
Yo estoy rebelde al respecto y he decidido no tener nunca jamás la termomix. No sé si fiarme mucho de un aparato que se supone que hace tantas cosas y todas bien...
En mi casa mi padre suele comprar cualquier aparatejo que se le cruce por el camino, y si luego no se usa nos culpa a nosotros de no saber sacarle partido...
Besos
todo el mundo dice que con la termomix acaba todo sabiendo igual. en todo caso, suerte con ella.
por cierto, a mi padre unos reyes le regalaron un rebobinador para cintas porque decían que se estropeaba no sé qué de los cabezales del video si rebobinabas. Allí sigue, al lado del video o encima del dvd, que no me acuerdo. Lo último que rebobinó debió ser la cinta de la boda de marichalar
Diguox, no lo dudes, la Thermomix es EL APARATO. Y si quieres consultar con una experta, puedo ponerte en contacto con mi madre, propietaria de dos thermomixes de diferentes épocas, una en cada casa, que adquirió la primera allá por 1978. Su dependencia de ella es tal que cuando se va de vacaciones a su casa de la playa, lo primero que mete en el equipaje es la Thermomix. Y además es tan resistente que incluso resiste incólume el mal trato sistemático al que la somete mi madre. Y al contrario quelos aparatos-fracaso que mencionas en tu entrada, ésta se auto-limpia (siempre que no hagas bechameles pringosas, claro).
Mis hermanos y yo convencimos a mis padres de que el único elemento digno de integrar un ajuar doméstico al abandonar el nido familiar, era la Thermomix y así nos hemos ido mercando una cada uno. Bueno, todos menos mi hermano el integrista, que se negó a aceptar un regalo tan caro y se compró una de segunda mano.
Hala, voy a ver si me dan comisión, o algo.
Ah, y ahora que lo pienso, qué me decís del lasser disc. Ya se que es un tema muchas veces comentado, pero es que era la leche. Peazos de discos, con Indiana Jones y los docus del National Geografic. Peasso invento oiga!
¿He dicho ya que estoy embarazada?!
Creo recordar que would hizo un post sobre la termimix hace como un año, no sé si a favor o en contra, pero tú podrás explicarnos tu experiencia en primera persona antes que él.
Yo tengo un sistema con el que se trabaja y ensucia menos: a mi madre surtiéndome con tappers, mmmmh!!
Oye, la termomix, para hacer papillas qué tal la ves? xDDD
Shakti, enhorabuena:)
No sólo podrás hacer papillas, sino toda clase de purés a medida que que tu enano/a vaya creciendo, aunque si solo la vas a usar para eso, sale un poco cara.
de la Th. mola el libro de instrucciones, titulado 'un nuevo amanecer' porque parece de una secta, y no mola el hecho de que mi madre la compró y engordamos todos seis arrobas a base de pasteles estupendos. Yo me la compraré antes o después.
Me encantan los padres. Eso de decirte lo que necesitas y lo que no cuando te vayas de casa. Me encanta, me resulta totalmente entrañable. Por supuesto, la mayor parte de las veces, los hijos no les hacen ni caso. Mi madre aún se extraña de que utilice un exprimidor de plástico de los chinos para hacerme el zumo de naranja todas las mañanas en lugar de usar la fantástica licuadora que me ha regalado. Eso sí, no entiende para qué quiero el mando a distancia de la cadena de música, que tiene un montón de botoncitos que ni se sabe para lo que sirven. Vamos, que lo de tu padre me ha traído muy buenos recuerdos y me ha parecido muy entrañable.
A ver, a ver que ya tienes un precedente en esa magnífica máquina que compraste hace unos años, para batir el colacao a 17000 r.p.m., jejeje... Cuando controles la termomix, espero una invitación para desgustar esos manjares, aunque como tus spagueti a la cerveza nada...
Cierto Shakti, hace tiempo escribí un post sobre la Thermomix e incluso puse una foto con todos los modelos.... Espera, lo encontré, pero está ya sin fotos. Incluso le daba el aire secta que le apunta Juan. Soy un visionario.
Shakti, aún tengo tiempo de casarme antes de que Dwalks se independice. En ese caso yo habré ganado la carrera. ¿Apuestas?
Ains.... Mi Thermomix.... en el limbo de los aparatos elestrónicos que la tengo :(
uy, que repartido está todo... me da igual, yo sigo en mis trece y me la compraré aunque me queda tan pobre que no pueda comprar nada para echarle dentro.
me sigo quedando con la frase de Uma, que me contó kurt, que un día dijo algo así como "kurt, acabo de probar las mejores croquetas de mi vida y las he hecho yo misma"
Ajajá!!! Sabía que se escribía con hache: thermomix! Ahora veo que no es nada personal el que me llame Sakti.
Y would, tú casarte para ya? Lo siento, ya me he comprometido para los próximos 20 años. Espero que Deewee se nos independice antes. Perdiste la apuesta!
Ah, y mil gracias, Leona!! :-))
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