miércoles, julio 12, 2006

Ridículo social. Presente e histórico.

Hoy me he caído por la calle. Hace poco estrené zapatos y, aunque son bien chulos y todo eso, la verdad es que su suela es muy lisa y resbala más de lo que esperaba cuando me los probé en la tienda, y mira que hice mis pruebas. Los primeros días tenía que hacer esfuerzos por mantener el equilibrio, cada dos por tres me patinaba un pie y vivía un momento ¡ueepa!, pero conforme fue avanzando la semana aprendí a controlar estos deslices aleatorios y ya casi ni me preocupaban. De hecho, la suela se fue volviendo más rugosa y agarraba mejor. Creo que fue una evolución bastante clásica de lo que viene a ser un zapato nuevo, y todos la hemos vivido alguna vez.

Hoy volvía a casa después de trabajar e iba por los pasillos del metro tan tranquilo. Había bastante gente pero se podía caminar bien, así que yo, como siempre, iba lo más rápido que podía. Al doblar una esquina, no sé qué me ha pasado, que el pie que llevaba por detrás, al avanzar para dar un nuevo paso según estaba girando, me ha chocado con el gemelo del de delante. Normalmente, esto significa dar un traspiés que se corrige con un par de pasos un poco escandalosos, pero yo no lo he conseguido y he comenzado a perder el control de forma creciente, marcándome una carrera a pasos gigante de unos diez metros, totalmente vencido hacia delante, adelantando gente y sacudiendo los brazos por el aire. Supongo que la sensación de descontrol de la situación que generaba un tío de casi 1'90 esprintando a pasos descoordinados, era bastante obvia para todo el mundo, pero yo, que estaba dentro de ese individuo, nunca dejé de tener el feeling de que esa carrera era una mera transición para ir corrigiendo mi posición poco a poco y acabar derecho como un guindo. En uno de esos pasos, cuando ya me notaba yo más controlado dentro de ese follón que se me había montado, he intentado adelantar un pie para frenar en seco y poner fin a mi performance, pero el pié me ha patinado para dentro según lo he puesto en el suelo y ya me he pegado el hostión del año, cayendo de costado con el cuerpo antes que los pies y casi llevándome por delante a un chico que ha dado un saltito. Todo esto de traje y con "The Pipettes" en el iPod.

La gente se ha acercado a mi para ayudarme, pero me he levantado enseguida riéndome y poniendo cara de "qué hostia más guapa ¿eh?", notando la sangre hirviendo por mis mejillas y con una sensación de ridículo espantosa. He oído alguna risa de chaval por ahí, tipo jojojo, pero ni he mirado, he seguido caminando y no se me ha pasado el corte hasta que no me he subido en el tren. No me he hecho nada de daño, por cierto.

Como no quiero profundizar más en esto, que ha sido bastante duro de vivir, acabo el post con una top de los ridículos sociales que más me han marcado en mi vida y con los que peor lo he pasado, teniendo en cuenta la edad que tenía cuando se produjeron:

1.- Quinto de E.G. B. (10 años) Reconocimiento médico sorpresa. Todos los niños y las niñas de la clase en ropa interior en un aula mientras unos médicos nos miraban a ver que estuviéramos sanos. Ese día yo llevaba un slip rosa claro con caladito bordado, así con agujeritos haciendo líneas verticales. Creo que fue la primera vez en mi vida en la que fui consciente de la importancia de una ropa interior digna. Mis amigos se descojonaron de mi, perdí toda opción con la niña que me gustaba y odié a mi madre por aquello, que era la que me compraba los gayumbos y, encima, cuando se lo conté llorando, me decía que eran unos calzoncillos muy bonitos. Mamá, me pusiste una especie de braguitas ¿cómo pudiste hacerme aquello?

2.- Séptimo u octavo de E.G.B. (13 años o así) Media mañana. Yo no sé qué habría desayunado pero estaba revuelto. Recuerdo que me sentaba en segunda fila y la profesora escribía algo en la pizarra. Mi tripa era un volcán pero yo trataba de aguantar hasta que terminara la clase, concentrado en no pensar en cosas que me dieran asco para no acelerar el proceso. En algún momento del trance, comencé a salivar descontroladamente, de esa forma como sólo se se saliva cuando todo se te va a venir encima y ya no hay marcha atrás. Lo sabes, sabes que ha llegado el momento. Instintivamente, me levanté de mi silla con la mano tapándome la boca y, en vez de irme corriendo al baño sin dar mayores explicaciones, traté de decirle a mi profesora que me tenía que ir a echar las papas. No tuve tiempo, una arcada desencadenó el proceso y eché la pota en medio de clase, que salió en divertidos chorros a través de los dedos de mi mano, que aún trataban de contener algo. Tardé más de media hora en volver a entrar en clase, mis amigos se pasaron toda la mañana diciéndo que olía a devuelto y fingí estar malo el resto de semana para no tener ir a clase. Muy traumático todo.

3.- Tercero de B.U.P. (17 años) Viaje de fin de curso. París. Estamos por la noche en el típico hotel de viaje de fin de curso, suficientemente alejados del centro como para que no se nos ocurriera salir por la ciudad. Nos montamos la fiesta en un parquecito al lado del hotel, un botellón, y yo me cojo el pedo de mi vida. Como consecuencia del mismo, discutí con mis amigos, me quedé casi en bolas delante de unas chicas, me rompí un jersey bueno que llevaba puesto con mis propias manos, me comí unas fresas que robé de un 7Eleven que había por ahí cerca, después las vomité, simulé sexo con unos pivotes de estos que hay en las aceras para que no se metan los coches, me vieron los profesores que nos cuidaban cuando mi amigos me llevaban a dormir la mona, me escapé corriendo y mis amigos tuvieron que buscarme... en fin, la que monté... todavía me lo cuentan y me avergüenzo como si hubiera sido ayer, con el pedo tan tranquilo que yo tengo siempre, no sé que pudo ocurrir.

4.- Verano de C.O.U (18 años). EEUU. Estoy de monitor en un campamento de verano, el día de la despedida de los chicos. Todos los padres, madres, hermanos, unas doscientas personas, han ido a ver el evento y están sentados en una especie de cancha, en las gradas, y los niños cantan las canciones que han aprendido, concoreografías y tal, y todas esas cosas. Los padres aplauden entusiasmados. Finalmente, cada monitor tiene que hacer un speech con micrófono diciendo lo buenos que han sido sus chicos, contando alguna anécdota del mes que han estado con los chavales y haciendo estas bromas que saben hacer tan bien los yankis cuando hablan en público. Los padres aplauden a rabiar a cada monitor. Yo no sabía eso, no sabía que había que hablar delante de toda esa gente el último día y me empiezo a poner nervioso. Soy el único monitor extranjero y no domino el idioma como para hablar así. Cuando me llega el turno digo algo así como "my name is dwalks and I hope... ehhh... the boys very nice and I´m from Spain and... very nice for me... euhh... and I hope that... other year" Dejo el micrófono y me siento. La gente se queda como esperando, un poco flipada, luego aplaude débilmente y luego se para. Yo me quedo mirando al suelo queriendo desaparecer del mundo.

En fin, que seguro que hay más pero éstos son los que recuerdo con mayor amargura.

13 comentarios:

nanyu fonseca dijo...

jejejeje, eres muy valiente, dwalks, y muy chistoso cuando tu te crees ridiculo.

el ipod no lo has roto, no??????

Anónimo dijo...

jajajajaja, lo importante en estos casos de caída es no disimular y reirte de ti mismo y de la situación aunque te retuerzas de dolor. Ya habrá tiempo luego para mirarse el roto del pantalón o la herida del codo

Dr. Malcolm dijo...

hace un rato me han contado una anécdota de caidas de un tipo del que dicen es tan desequilibrado como orgulloso.
Dicen que bajaba por las esacaleras de su oficina y a mitad de camino se escurre o algo así y se calza la leche de su vida escaleras abajo.
Dicen que el tipo se levanta en plan "he disimulado superbien" pero la gente que le ha visto se le acerca y le pregunta "está ud. bien ,Sr. Fulánez? se ha hecho daño?" y el tipo, viendo que le han visto, dicen que responde: "qué pasa? estoy bien, es que me gusta tirarme por las escaleras" y subió unos escalones y dicen que se volvió a tirar. Dicen. Ayer fui a una conferencia del tipo este y os aseguro que la historia no sé si es real, pero por lo que ví es perfectamente verosímil
espero que tu ipod no haya sufrido y perdón por la chapa que acabo de cascar

Anónimo dijo...

...por favor...cómo es el momento campamento americano...¿había cheerleaders?. Dime que si, anda, porfa...

Anónimo dijo...

Más que salir con dignidad del momento, lo difícil es vivir el resto de tu vida con dignidad, porque eso se queda ahí enquistado esperando a salir en el peor momento . Olé tú, hay que tener narices para sincerarse así.

Anónimo dijo...

Venganza divina, Dwalks. ¿Tú no eres el que se parte cuando es otro el que se come una farola?

Si dios existe, tu performance acabará en el emule.

Anónimo dijo...

¡Hola!
Soy nueva comentando pero no me resisto, que me gusta mucho tu blog.
Historias de estas miles, lo que pasa que mis mecanismos de defensa las borran de mi cerebro pero por ejemplo el otro día en el autobús me clavé un reposabrazos donde la espalda pierde su nombre y en fin, tuve que aguantar el tipo pero aún me duele...fue una tonterái pero había mucho público.

dwalks dijo...

ya veo que aquí todos tenemos nustras cosas, y las que os calláis... gracias por vuestra solidaridad y por contar vuestras humillaciones, anyway.

el ipod no sufrió daños, se me salió un casco de la oreja pero nada más.

eride, me seguiré descojonando de todo el que se pegue un porrazo en mi campo de visión, aunque tenga que pagar el precio de vez en cuando, no lo dudes.

manué, pues sí, había cheerleaders en aquel campamente, majorettes, tarta de arándanos y asamos marsmellows,todo muy autóctono y tópico, te hubiera encantado.

los gayumbos lilas fueron ejecutados, no hay rastro, lo siento.

Anónimo dijo...

GoldbergVaritionen, lo mismito me pasó a mí (incluido lo de empollona y estirada), delante del tío que me molaba para más inri.

dwalks dijo...

yo tengo un arsenal de cagadas delante de mis amadas, sobre todo dialécticas. qué sensación de... de... mal, agh!

Anónimo dijo...

Yo me caigo. Siempre. La mejor fue en la cafetería de la facultad, con todo el mundo mirando, al suelo, no un simple tropezón. Es que había muchas patas de sillas, y, claro, me caí. El resto de ridículos no los cuento porque ya me da más palo, pero me solidarizo contigo.

J dijo...

estaré pensando hoy toda la tarde cuáles han sido mis grandes performances...seguro q unas cuantas...por cierto...jamás me hubiera pasado por la cabeza que TÚ hubieras pasado TANTOS ridículos...te tenía idealizado...jeje.

Shakti dijo...

D, algo tarde pero tenía que decírtelo: hacía tiempo que no me reía tanto con tus historias, qué gracia tienes! xDD