miércoles, junio 01, 2005

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Ya es algo tarde y tengo sueño debido a que hoy he trabajado demasiadas horas, así que veo la cama aquí a mi lado y me relamo pensando en la sobada que me voy a pegar en breves momentos. Esto, que parece tan obvio como nacer más tarde que tu madre, para mi no lo era tanto antes, me refiero a cuando era un niño, porque yo de pequeño era un cagueta por las noches y el tiempo que me duraron estos temores nocturnos fue una tortura para un mi y me convirtió en el rey del sudor frío.

Yo era un niño feliz que dormía a pierna suelta cada noche de mi infancia, hasta que al sádico que me daba clases extraescolares de inglés no se le ocurrió otra cosa que ponernos el video de La Profecía al grupo de chavales de ocho o nueve años del turno de las 5:30, como parte de nuestro aprendizaje del idioma anglosajón. Yo me la tragué entera y me volví a casa algo aturdido, esa no era la clase de películas que yo solía ver y me superó por completo. Cuando me fui a la cama, yo no dejaba de pensar en el niño de la peli que asustaba a los monos cuando se les acercaba, en el perro ese que siempre aparecía por todos los sitios tan serio, y con esa música de misterio, y en las fotos que te anunciaban la muerte mediante un trazo difuminado. Yo creo que ahí empezó todo porque desde entonces empecé a tardar en dormirme y a pensar que en mi armario habitaban Damian, el perro, la endemoniada asistenta de la casa y todas esas cosas que me atormentaban hasta las lágrimas.

Más tarde, el profesor de inglés, que ya por entonces había ascendido a hijoputa, nos puso La Mosca, con lo que a mis temores religiosos se le unió un tipo con cabeza de mosca atrapado en una tela de araña y gritando help me. Llegué a estar convencido de que su sitio favorito para agonizar se ubicaba debajo de mi cama. Auténtico terror pasaba el pequeño DWalks por aquellos tiempos. Empecé a convertirme en una pequeña máquina sumadora de pavores a la que no tardó en apuntarse el amigo Freddie y el Michael Jackson del video de Thriller, con lo que el dormirme ya no se convertía en el anhelado alivio, sino en el más terrible de los finales. Que mal lo pasaba por favor, que no se me iban de la cabeza ni por un instante. Tan mal lo pasaba, que una vez llegué a angustiarme sólo de pensar que en la segunda cadena (estamos hablando de cuando sólo teníamos primera y segunda cadena) estaban echando La Matanza de Texas cuando, por supuesto, ya les había advertido a mis padres que ni se les ocurriera ponerla, y todo porque en el colegio me habían contado un poco de qué iba. Es decir, había suplicado a mis padres que por nada del mundo cambiaran al canal donde daban la peli, cosa que cumplieron entre notepreocupes y tuerestontoniño, y yo lo seguía pasando fatal sólo de pensar que en esos momentos el tipo de la motosierra se lo estaba pasando en grande en la otra cadena. Estaba fatal, pero fatal fatal.

Pasé dos o tres años bastante malos con estas cosas, que alcanzaron su climax cuando ya me acojonaba viendo las carátulas de las películas de miedo en los videoclub. Me montaba la historia yo solo en mi cabeza a partir de la tapa de la cinta, porque a masoca no tenía rival, y luego, el pasar resto de la noche en vela era coser y cantar. Llegué a temer tanto a la soledad noctura, a ese silencio, que todos los días miraba la programación de la tele en el periódico para comprobar a qué hora acababa la emisión. Si lo hacía muy pronto (antes no había programación de madrugada) mal rollito, eso significaba que mis padres se irían pronto a la cama y que el silencio absoluto se apoderaría de la casa antes de que pudiera dormirme. Y todo en ese plan, era un sinvivir, lo reconozco. Yo creo que me aficioné a la lectura para evitar pensar en mis movidas, yo qué sé.

Al final, supongo que seguí el ciclo natural de los niños y se me fue pasando. Me regalaron un walkman, que me hacía bastante compañía antes de dormirme, me empecé a interesar por las mujeres, lo que me entretenía al menos veinte minutillos por las noches, y como no, empece a entender que todo era una farsa y que Damian probablemente estuviera drogándose en esos momentos en alguna fiesta de California con sus amigos los actores. Hombre, de vez en cuando sufría alguna recaída nocturna tipo las psicofonías del Palacio de Linares, que ya me debieron pillar con doce o trece años, pero nada tan exagerado como lo anterior. La última fue cuando, con dieciocho años, me quedé casi dos semanas sólo en casa estudiando en agosto (mi primer año-septiembre-negro de la universidad) y me empecé a morir de miedo la primera noche pensando en que algún ladrón estaba seguro de que en mi casa había que entrar a robar. Cualuier ruidito nocturno era para mi cabeza una prueba irrefutable de que estaban forzando una puerta o una ventana. Así que me cogí un cuchillo jamonero de la cocina, previa inspección por toda la casa con el culo apretado con tanta fuerza que podría haber puesto grapas a tacos de cien folios, y dormí con él envuelto en dos calcetínes cual si lo hiciera con un osito. Por supuesto, antes de dormir ensayé unos cuantos movimientos rápidos y letales con el cuchillo, por si me despertaba en mitad de la noche y tenía al ladrón hurgando en mis cajones. En un segundo le hubiera dejado seco, y también sordo, del chillido que hubiera pegado si al abrir los ojos le hubiese visto ahí.

21 comentarios:

oria dijo...

jajajajjajajajajajajjajjaj, me he reído mucho leyendolo, pero después me he dado cuenta que sin llegar a esos extremos a mi me pasó parecido.

Con 6 años me pasaron a otra habitación donde dormía sola y me montaba mis películas con las sombras, cogía fuerzas y comprobaba que era un peluche, o el lateral de una silla o un abrigo...
Con el tiempo me volví masoca y me enfrenté a mis miedos andando por caminos solitarios a los que tenía miedo por no haberlos recorrido para darme cuenta que no pasaba nada. Así hasta ahora, se me cruza el cable y me largo por Madrid a las tantas de la madrugada a casa andando por zonas poco frecuentadas o como cuando tenía que esperar en la puerta de la residencia de estudiantes yo sola a que llegara el panadero para colarme antes de que abrieran...

Luego me hace gracia cuando la gente insinua que tengo unos cojonazos... porque yo no me identifico así, sólo me he negado a ser miedosa y tímida.

Un tipo raro dijo...

Jajaja... a mí igual, pero un amiguete del cole me dijo lo de las tias, y le robabamos a su padre las revistas porno. Haciamos contrabando de pornografía para poder distraernos por las noches... yavestú, con 9 años!!

Anónimo dijo...

:-DDD Espero que mi jefe no salga ahora y me pille con los ojos llorosos!

Eso sí es una confesión en toda regla, eh, Dwalks?!!

El que más o el que menos hemos hecho alguna gilipollez de esas, tipo encender todas las luces por la noche y girar rápidamente la cabeza para sorprender a quienquiera que hubiera entrado a hurtadillas (fantasmas incluidos)...

would dijo...

Lo que puede uno inventar para justificar esas ojeras de mapache.

Anónimo dijo...

ains, me siento comprendida al fin... Aunque creo que te ganaría en miedicas. Un día hasta llamé a la policía y todo porque alguien andaba en la puerta haciendo ruidos. Yo tenía cinco años o así y casi no sabía ni hablar por teléfono. Al final, eran los del "Centro Reto" (centro de reinserción de drogadictos) que traían publicidad e intentaban engancharla en las jambas de la puerta.
In fins. Que buena la monté.

DraB dijo...

Yo tambien me he sentido muy identificada con el post.
Aunque yo sigo lo sufriendo en silencio.Las cosas que imginaba de ninya despierta y no me dejaban dormir,se han quedado para siempre en mi subconsciente y reaparecen en forma de pesadilla muy a menudo.

Nepomuk dijo...

Eres mi héroe... :´)

Nepomuk dijo...

(lo del ridículo compartido crea unos lazos que ríete tú de los boy scoutts...)

Nepomuk dijo...

Ah...y mírate "Al final de la escalera".
Ese consejo te doy porque Nepomuk el hijoputa soy.

dwalks dijo...

la verdad es que este tema es un lugar común de toda la vida. lo de dormir atemorizado hecho una bolita en la cama es un clásico. sobre todo para los que hemos dormido solos. las familias numerosas que dormían de cinco en cinco en las habitaciones, igual no lo pasaban tan mal con estas cosas, pero es que ya tenían bastante con las guerras de pedos.

gracias por la peli, nepomuk, sólo con el título me has jodido cinco noches.

would, céntrase en el tema que se me va por las ramas. no son ojeras, son las huellas del amor ja ja ja ja ja

Anónimo dijo...

Jajajajj, cuán identificada me he sentido con este post. Confieso que yo me acojoné nada menos con un libro de "Los Hollister" en el que de repente veían un esqueleto volando. No me lo pude quitar de la cabeza en años. Eso sí, fui valiente y más o menos un lustro después me atreví a sacar el libro de la estantería y terminarlo.

... dijo...

¡Qué angustia de noches!. A mí me ha pasado más bien lo contrario, cuando era pequeña me encantaban las películas de miedo y ver como una vez terminada, mi hermana miraba hacia los lados del pasillo camino de su habitación con cara de circunstancias. Con el tiempo, soy yo la que mira a los lados o si hay víctima cerca prueba con el "pasa, pasa tú primero, faltaría...". Lo peor es eso de ir encendiendo luces como los Geo, mirando a todas partes porque nunca se sabe de dónde puede salir el enemigo.

Duque de Marmarosa dijo...

"Los reyes del miedo y tragedia, limpios, pulcros, tan modernos". Ya está, somos todos de pequeños.

dwalks dijo...

interesante manera de descifrar las canciones del "Casualidades", mud. no me digas que ahora van a tener un significado oculto, que ya has visto que me entran los miedos.

eso te pasa por chulita, amelie. seguro que te reías de "nosotros" cuando eras pequeña. toma de tu propia medicina ahora bwaaa ha ha ha ha ha

¿un esqueleto volador? gracias airen, esa no la tenía. dos meses de insomnio me aguardan, como mínimo

L. dijo...

Jajaja, ¿por qué cuentas las cosas tan tan tan bien? :)

Johan Schnabel dijo...

Joder, aunque hayas trabajado mil horas y fuera tarde y tuvieras sueño...vaya parrafada de post que has escrito.....supongo que aún te asalta el pánico infantil a la cama solitaria...

Redactor-es dijo...

yo suelo dormir a pierna suelta y salvo casos puntuales del tirón, ahora, aunque conseguí superar el miedo de que hubiese una serpiente debajo de la cama, tengo que reconocer que conservo un trauma de la infancia... os dejo que os riais todo lo que querais, yo misma me rio pero es superior a mí... una noche de pequeña soñé que un lobo me cogía el brazo (que estaba colgando por el lateral de la cama), y desde entonces no puedo dejar el brazo por fuera. ese lobo era... el de la aldea del arce

Anónimo dijo...

Iba a contar lo que me pasó a mí pero resulta que tengo un día tonto y ando escasa de ideas para posts... ¿donde te mando el disco del Puma y una Doble Whooper?

chs dijo...

Yo para acojonado no tuve rival, Dwalks, te lo aseguro. Mi mayor miedo era que alguien, no necesariamente con poderes psicocinéticos o mutaciones aberrantes, ya hubiera entrado en mi casa y matado a toda mi familia, y sólo estaba esperando la mejor oportunidad para asestarme una puñalada certera que me provocase una muerte lenta y llena de sangre, lógico. Si era para acojonarse no servía cualquier tipo de muerte. Afortunadamente, la mayoria de las noches mi adrenalina bajaba a niveles normales despues de que mi padre mostrase que permanecia vivo y bien vivo con un estruendoso pedo que retumbaba en toda la casa y probablemente en todo el bloque. Os juro que mi padre es tan regular con su pedo que te puedes poner en hora el reloj.

Troy dijo...

Buah! Otro ídolo caído...

maRia dijo...

Me has sacado una buena carcajada leyendo esto. Mira que nunca se me ha ocurrido torturar a mis alumnos con ese tipo de peli.
Te diré que a mí el Damian de los cojones me traumatizó tanto como la cara de Anthony Perkins durante buena parte de mi juventud.
Eso y la maldita casa Hammer, cuyas pelis mi madre devoraba con gusto.
Así he salido, una auténtica caguetas con insomnio.
Great post.