domingo, mayo 06, 2007

Paris 2007: Dias 2 y 3

París, día 2

El segundo día en París fue mitad trabajo y mitad tocarme el higo. Tras el palizón del día anterior, me levanté bastante cansado, aunque por aquello de estar trabajando fuera y con gente muy seria de otros países, me espabilé mejor de lo normal, siempre me pasa. El desayuno del hotel, una de las cosas que más ilusión y expectación me crean cuando estoy de viaje, no pasó en absoluto la prueba de los huevos revueltos y le puse un tres, siendo bastante benévolo. Qué pastiche más lamentable: color apagado, secos, sin gracia... qué desastre, a un pelo estuve de volverme a Madrid mientras estaba masticando la tercera pinchada. De verdad, si los hoteles supieran que mucha gente los elegimos por el desayuno, seguro que se esmeraban más. Me crea más insatisfacción unos huevos revueltos pasados de punto que me asignen una habitación con vistas malas, por ejemplo.

Después de pasar aquello con a veinte zumos de naranja (antes muerto que dejarme unos huevos revueltos), me fui andando con un húngaro muy soso a la oficina porque el autobús público que nos habían recomendado iba hasta arriba de gente, así que al tercero que nos ignoró, preguntamos en el hotel y nos dijeron que en veinte minutos andando llegábamos a la oficina. Como era imposible coger un taxi, pues nada, nos pusimos a caminar y lo malo es que era todo el rato una cuesta arriba bastante pronunciada, con todos los papeles y el portátil al hombro. Yo iba sufriendo pero aguantando el tipo. Como el húngaro casi no hablaba, pues yo metí piñón fijo y subí pensando en mis cosas. De pronto caí en que el húngaro iba todo el rato silbando. A los diez minutos de silbiditos, le dije que cuánto silbaba. El me dijo que su abuelo le había contado de pequeño que para saber si estabas subiendo bien una cuesta había que silbar, y que mientras pudieras hacerlo es que el ritmo era bueno. Yo le pregunté que si siempre que subía cuestas silbaba y me dijo que sí, que le iba fenomenal así. Así que nada, ahí acabó nuestra conversación y nos terminamos la cuesta al ritmo de lo del folklore húngaro.

La reunión estuvo muy bien porque me junté con treinta europeos que hacen lo mismo que yo pero en sus países, y resolví muchas dudas que me tenían algo loco. La verdad es que en ese sentido esta reunión es una gozada, hay mucho máquina que sabe mucho y te vuelves a casa más listo. Por la tarde en la reuniòn, después de comer, lo de siempre, un sueño todos que se nos cerraban los ojos en cuanto perdiamos un poco el hilo. Lo malo es que siempre nos ponen las mesas en forma de “U”, y tienes a gente mirándote de frente, así que las luchas internas por mantener los ojos abiertos a veces son angustiosas. Yo más o menos lo controlo, pero la gente que está que-me-sobo-que-no-me-sobo se pasa la reunión metiendo cabezazos al aire, porque saben que queda un poco mal dormirse cuando otro está hablando y tienen unas batallas personales con su narcolepsia muy entretenidas. De hecho, cuando a mi me da el bajón, me mantengo despierto y me entretengo mirando a los que se duermen, o también observando los tics nerviosos en las piernas de los que tengo en frente. Esta reunión ha sido muy buena para los tics, porque había tres que estaban todo el rato venga a darle al pie o a la pierna tiquitiqui-tiquiqui, a la vez o no... unas veces uno, otras veces el otro, otras todos... así que nada, yo ahí intentando predecir cuál sería el siguiente. Hubo momentos en los que tenía un nivel de aciertos tal, que empecé a sospechar que podía controlar sus mentes, parecía un director de orquesta, con la varita y todo, porque esa es otra, yo no sé que me ha ocurrido estos dias, o que me han echado en la bebida, que, sin motivo alguno, me he pasado empalmado la mitad de la reunión, qué desperdicio y qué incomodidades, todo el rato recolocando el material discretamente.

Por la tarde nos llevaron a hacer una excursión-cena en barco por el Sena. En la invitación ponía que había que ir de chaqueta y corbata, pero luego allí había unos estilismos que yo no sé si les compensaba. Creo que alguien debería decir ya que es un hecho el que hoy en día se puede ir mal vestido de traje, y que hay que reconfigurar este concepto, pero no seré yo. La cena estuvo riquísima, ensalada con unos marinados que me encantaron y luego un canard (pato) a la brasa que estaba superjugoso. De postre una tarta de chocolate con chococrispis por encima algo batallera que desmerecía un poco al resto de la comida, aunque era tan gocha que mi lado más primitivo la disfrutó bastante, para qué negarlo. En un viaje de ida y vuelta de un par de horas, pasamos al lado del Louvre, de la Estatua de la Libertad chiquitita, de la Torre Eiffel... con una orquesta tocando jits en plan “Desayuno con diamantes” (ya, ya lo sé...). El viajecito estuvo bien, pero a mi donde esté un buen paseo que me quitan los barcos, que a la media hora ya estoy de barquito hasta arriba. Además, esto del falso lujo tiene ese puntito hortera, de cartón piedra, de brillismos, de buenas maneras impostadas, que no. Aparte de los monumentos, me llamó la atención la cantidad de gente haciendo botellones que había en la ribera del sena, y la verdad es que París de noche es una preciosidad. Al final nos subimos al piso de arriba del barco y con el fresquito, un cigarrito y a mi bola, lo disfruté bastante.

Una cosa que me fascinó mucho fue la cantidad de fotos de la Torre Eiffel que sacó la gente, hasta el punto de perderse el momento de pasar a su lado y contemplarla en travelling, que es lo que precisamente hacía especial el viaje, lo que no es habitual. Allá ellos.

Nos volvimos al hotel en taxi y caí redondo.

París, día 3

El viernes me levanté, hice la maleta y mostré mi disconformidad con el desayuno del hotel tomándome nada más que unos cereales con un yogur por encima, que quiero creer que es algo como muy humillante para el director del hotel y sus expectativas para el desayuno.

Me fui a currar con el húngaro silbándome sus temas cuesta arriba y, a las once, aprovechando el primer coffe break, les dije adiós a todos y me piré al aeropuerto Charles de Gaulle con un taxista que de espaldas era clavado al hermano de CF.

Llegué a la Terminal 3 del aeropuerto, que es muy chiquitita y muy apañada, y facturé mi equipaje. Lo que pasa es que el vuelo que cogí no fue a Madrid. Estaré fuera casi una semana más en otro sitio mucho menos típico, pero eso ya os lo iré contando que, con el post de hoy, ya me he pasado tres pueblos.

Una pista. Ahora mismo, y desde la ventana de mi hotel, veo este volcán gigante (que no está en Tenerife).Lo filmé el viernes cuando llegué.

12 comentarios:

Corredero dijo...

Me ha preocupado este momento de empalmamiento delante de tanto señor. ¿No estará parpadeando tu heterosexualidad?. Me parecería phatal.
Y si, ya se que sabías que los gayses fans de tu blog íbamos a hacer comentarios de ello.
¿Estas en Italia?

Anónimo dijo...

Qué parpadee, qué parpadee...

Mr Blueberry dijo...

No me creo que no te hayas comido medio docena de huevos revueltos al día, para desayunar. ¿No probaste los cocidos o pasados por agua?

Abrazotes.

J dijo...

Holaaaaaaaaaaaa

Ni idea de volcanes ni de situación geográfica posible pero sí, yo tengo que pedir explicaciones por el "empalmamiento" continuo. En qué pensabas? Involuntario no puede ser(aunque no lo asocie para nada a momento gay). Cuenta pero ya!!

dwalks dijo...

no hay que explicar nada, ni he parpadeado. ¿soy el único al que le pasan estas cosas de forma esontanea? no me gustaba nadie de la reunión, de eso estoy muy seguro.

corredero, en cambio, para el tema geográfico tienes más ojo.

mr blueberry, tú sí que me conoces. te adelanto que me estoy resarciendo tras parís.

Anónimo dijo...

Nápoles

Troy dijo...

Reconocería el Fujiyama en cualquier youtube...

Maggie Wang Kenobi dijo...

uy, el Krakatoa cuanto ha cambiado desde la última vez que anduve por Indonesia, tiatiatia

Anónimo dijo...

Ojalá fuera Strómboli.

Estabas empalmado mientras te fijabas en los tics de los del otro lado de la mesa... ¡qué raro!...

Anónimo dijo...

no sé que cosas aprenderías del resto de tus compis en París, pero la técnica de marketing para crear expectación y que no podamos dormir hasta que no nos descubras donde estás es genial.. xq desde que te he leido me pregunto:onde andas?,jo! que tas puesto de un misterioso..

Mj dijo...

¿ Es el Etna Krabappel ?
Lo de vigilar a los demás para no quedarte tú frito es muy útil, di que sí...sobre todo porque cuando miras a alguien que no se sabe observado, parece que lo que hace ni siquiera tiene sentido.
Estúpidos que somos los humanos :)

Anónimo dijo...

ni idea de dónde andas pero sigo sospechando que me cambiaría por ti, tranquilamente.
disfruta!