martes, mayo 08, 2007

Nápoles 2007: días 1, 2, 3 y 4

Bueno, pues como ya habían adivinado algunos, estoy en la zona de Nápoles. Este es el Vesubio desde la ventana del hotel en el que pasé el fin de semana, visto de lado a lado del golfo. Click para ampliar.


Sorrento, día 1


El viernes, en vez de volver a Madrid desde París, cogí un vuelo a Nápoles para hacer otros asuntos y otras cosas en Nápoles esta semana. Podía haber vuelto a casa, pasar el finde en Madrid y cogerme un avión el domingo, pero como no conocía esta zona decidí pasarme un fin de semana en la cuna de la mafia y de la auténtica pizza con mozzarella de leche de búfala, que ya os digo que se nota, que me estoy poniendo fino.

El hotel lo tenía en Sorrento, a unos cuarenta quilómetros de Nápoles, así que me cogí un autobús que por siete euros me dejaba en la puerta del hotel, ya que un taxi costaba 120 euros, tócate los huevos. La verdad es que mereció la pena, Sorrento está en la misma bahía que Nápoles, pero en el otro extremo (os metéis en Google Earth o en la Wikipedia y lo miráis) así que mi viaje en autobús fue un paseo por el borde de la costa Malafitana viendo el Vesubio continuamente desde unos acantilados que daban un poco de cosa. El video del post anterior lo filmé durante este trayecto (perdón por el tembleque de la mano y por la escasez de luz, es que estaba anocheciendo). Lo del Vesubio no es tontería, es un pedazo volcán que se ve desde todos los sitios y destaca muchísimo, no olvidemos que todo esto está en la costa, así que para mi ha sido una de las imágenes más impactantes que he visto últimamente, me alegro muchísimo de haber venido. Además, Sorrento es un sitio que sólo conocía de oídas, pero me sonaba a mucho lujo y a mucho glamur de mujer enamorada, y yo, si me tengo que poner arrabiatta, me pongo arrabiatta.


El hotel de Sorrento era una pasada. Era un edificio antiguo remodelado, en un acantilado y en una zona en la que se ve que la gente anda bien de panojas, así que me trataron como a uno de ellos y me hicieron la pelota bastante, a lo que no puse absolutamente ninguna pega. Como estaba cansado del viaje y ya era de noche, simplemente me fui a cenar a un restaurante que había cerca, una ensalada de pulpo con perejil muy buena, y una pizza con rúcula, mozarella de búfala (hay que decirlo) y tomates cherry. De escándalo.


Sorrento, día 2

Esto es el sábado. El sábado me levanté pronto y me fui directamente a arrasar el desayuno para desquitarme de lo de Francia. Aquí sí que me gustaron los huevos revueltos y ya estuve de buen rollo el resto del día. El desayuno, nada, en una terracita con el Vesubio grandísimo ahí de postal, cómo me mola el Vesubio, me tiene fascinado. Y qué tiempazo.

Me cogí un tren (la línea Circumvesubiana) y me fui a Pompeya, que tenía estación de tren y todo y se llamaba Pompei Scavi. En el tren me hice amigo de una pareja de gays suizos de sesenta años, que estaban un poco acojonados en el tren porque había mucho richar armando bulla y me vieron fuerte, alto y con pinta de chico con preparación y educación, y buscaron mi protección con cualquier excusa. Es que esta zona se las trae un poco, la verdad, y los chavales no hacen nada pero son unos gallitos. El caso es que los dos suizos muy majos y yo creo que a uno le gustaba un poco y todo, por que me ponía ojitos cundo le hablaba y el otro se puteaba y se ponía muy serio. Llegamos a Pompeya, nos sacamos la entrada y ya nos despedimos para estar cada cual a su bola. El que se enamoró de mi me dio su teléfono por si voy a Suiza alguna vez, y me echó una sonrisa con su estupenda dentadura postiza muy seductora al despedirse.

Pompeya una pasada, e gustó mucho, es enorme y, pese a que está en ruinas, te haces una idea de lo que fue aquello. Luego me he enterado de que cerca está Ercolano, que es igual pero está intacto, lo malo es que no tengo tiempo. En Pompeya tienen varios cadáveres petrificados de los que murieron por la erupción del volcán, ya pondré las fotos. La verdad es que impresiona bastante porque tienen el rictus de dolor y de angustia de lo que les pasó, con el cuerpo en posición de defensa y todo, como tapándose con los brazos de la que se les venía encima. Me acordé mucho de Kurt porque seguro que si hubiera estado conmigo viendo los muertos en esas posturas hubiera dicho algo en plan “pues a mi me parecen las maricas de Chueca después de ver los precios de la nueva colección de Prada”.

Luego quise coger un autobús que te subía al Vesubio hasta los mil metros, pero entre que estaba lejos, nublado por allí y no iba a ver el agujero, al final me dio pereza.

Me volví a Sorrento a conocer el pueblo, que es precioso, y justo al borde de unos acantilados con unas vistas de caerse de culo. Aparte de comer de muerte, me di un buen paseo por allí, y me di cuenta de que tienen montado un negocio en torno al limón muy potente. Por lo visto aquí hay muy buenos limones y hacen de todo con ellos: mermeladas, licores, jabones, dulces... había muchas tiendas exclusivas en las que podías degustar limoncello (licor de limón) por la patilla. Al quinto o sexto ya me estaba poniendo un poco pedo y decidí dejarlo.

Tras un par de horas por allí, me volví al hotel, escribí el último post de París y me fui a cenar. Después me tomé un helado en una terracita de gente de mi edad, con musiquita y tal, y me fui a la cama. Ojo, que domingas tienen las italianas de por aquí, que mujeres más... mujeres. Lo que pasa es que los italianos de por aquí también son unos hombre muy hombres y controlan la mercancía que da gusto. Me llevé un par de miradas asesinas una vez que se me fueron los ojos detrás de una, y ya me tomé el helado sin quitar los ojos del barquillo, que estos tiene malas pulgas.

Sorrento y Castellamare di Stabia, día 3

El domingo me levanté, hiperdesayuné, me hice la maleta y me fui a hacer tiempo a una terraza con vistas al mar (Vesubio, Capri...) con una cocacola y el iPod. Qué rato tan bueno, qué relajado estaba y qué morenito me puse.

Luego cogí un bus y me fui al lugar donde tengo la reunión de esta semana, Castellmare di Stabia, otro pueblo en la costa, entre Nápoles y Sorrento. Es decir, volví hacia atrás por el camino que me había llevado de Nápoles a Sorrento.

El hotel es un hotel de lujo que, de hecho, es un spa con unas aguas y unos minerales de por aquí que te ponen estupendo en cuanto mojas un pie. Lo que pasa es que es un poco rollo porque está un poco aislado, pero clara, tampoco van a poner un spa en medio de Nápoles. Llegué, me cambié y me fui al spa a darle un poco al chorro y al jacuzzi. Luego me puse mono, me pinté el ojo y me fui al cocktail de bienvenida. Otra reunión con guiris representando a sus países. A mi en esta reunión me tienen mucho cariño porque, aparte de ser de los más jóvenes y eso siempre enternece y da juego para las conversaciones, en 2005 organicé yo la reunión de Barcelona y me salió chulísima, se lo pasaron muy bien con las cosas que les monte, así que todo el mundo se sabe mi nombre y me gasta bromas desde entonces. La verdad es que esta gente es menos técnica que la de otras reuniones, son más jefecillos y se relacionan mejor, así que me lo paso bastante bien y no me silba ningún húngaro. Como siempre, me puse a darle al vino y me cocí un poco, aparte de ponerme ciego a canapeles, que no veas cómo le salieron al cocinero.

Con mi medio pedo, me despedí y me fui al sobre, que al día siguiente había que madrugar mucho y estaba cansado de no hacer nada.

Castellmare di Stabia, día 4

Hoy he currado todo el día en la reunión y ha dado para poco. Bueno, cómo es aquí el desayuno, qué nivelazo, qué huevos revueltos. Y la comida... es que cómo es esto del lujo. Y más vistas al Vesubio, pero más cerca que en el otro hotel, es que yo no me canso de este volcán, me tiene enganchadísimo, me quedo tonto mirándolo ahí saliendo como una mole de la nada. La sala de la reunión también tenía vistas al Vesubio, así que cuando me aburría, venga a mirarlo. En serio, hacía tiempo que algún símbolo de estos típicos de cualquier tipo no me molaba tanto.

Después de la reunión me he juntado con dos alemanes, un francés y dos israelíes y nos hemos ido a Vico, que es un pueblo chulo al lado del hotel, que Castellmare no tiene nada. Hemos dado una vuelta, hemos cenado muy bien (aunque ya me empiezo a agobiar con tanta pasta rica, pizzas, y demás) y nos hemos vuelto al hotel.

Para volver al hotel ha estado muy chulo, porque no había taxis y he entrado a un bar a preguntar dónde podíamos coger uno. El camarero, un italiano con pinta de italiano, me ha dicho que era muy difícil y costaban una pasta, así que ha llamado a su hijo, un golfo que andaba por ahí fuera con sus amigos, y nos ha dicho que por cinco euros por barba, nos llevaba en su coche. Pues nada, para dentro todo el mundo. El chaval, que era un pieza, iba hablando por el móvil, adelantando al mismo tiempo por una carretera con una caída al mar de cincuenta metros y tal, pero en veinte minutos estábamos en el hotel.

Mañana más reunión y visita a Nápoles y cena guapa a cuenta de la organización. Me siento tan rica esta semana... El miércoles vuelvo a Madrid, desde donde subiré las fotos y eso, que hoy ya se me hace tarde.

14 comentarios:

L. dijo...

Qué pasada de viajes te toca hacer medio por el morro, no? :P
Pues no vas a tener tú batallitas ni nada para contarle a tus nietos... menos mal q vas apuntando algo.

Mj dijo...

Italia, el único país en el que los semáforos de los peatones y de los coches se ponen en verde al mismo tiempo...

Anónimo dijo...

Qué vida te pegas....

Maggie Wang Kenobi dijo...

¿te sientes rica? ¿tempalmas en mitad de una manada de hombres? uys, ya sólo queda que el próximo día que te vea, te toque la orejiglia, sisisi,

J dijo...

empiezo a preocuparme, tanta "a" en lugar de "o",en las descripciones, y sí, me muero de envidia asquerosa porque haces muchos viajes y muy chulos.

De la pizza es imposible cansarse.

Anónimo dijo...

Adoro ese país. Me das muchísima envidia. Si te cansas de la pasta y de la pizza, dedícate al pescado, que por esa zona tiene muy buena fama. Qué suerte, esos capuccinos, esas birras, la pizza con ruccola, las ensaladas caprese, la pasta, los italianos. En fin, que ya estoy buscando fechas para volver.

Tony Tornado dijo...

MGM me ha chafau el comment.

DRA! Se te echa de menos, lo sepas...

Iván Payá dijo...

Por Madrid todo muy gromenawer. Hace mucho calor y salgo a la calle y no veo ni a W ni a Elza ni a Towny, ni a La Niña... Cuánta gente concentrada en una sola ciudad, por Dios...

Venga, menos viajecitos y a casa, que tenéis que organizar una salida y yo decir que no puedo.

Me he dejado bigote.

Abrazos!!

Iván Payá dijo...

Al comentario de mj, añadiría: Italia, uno de los pocos países en el que los semáforos no son vinculantes sino orientativos.

nanyu fonseca dijo...

bigoteeeeeeeee???

dwalks dijo...

la verdad es que el viaje ha estado bien, pero también he currado.

iván, creo que te has equivocado y me has dejado un mensaje de móvil en el blog

dados los comentarios, he vuelto a leer el post y me ha sorprendido la cantidad referencias femeninas que he usado, creo que debería controlarme, que de esto a ponerme pareo para ir a comprar el pan no hay tanto.

doctora, auch!

Tony Tornado dijo...

BIGOTE?????

no puede ser...
Otro que se nos amaricona, pero en fisno...

Nootka dijo...

He de decir que Iván está muy guapo con bigote, a la par que sexy y varonil. Es todo un caballero fastuoso de los años veinte. Necesita un bastón de marfil y unos botines y todo el barrio se derretiría.
La mozarella de búfala es increible en Nápoles y, cuando fuí, desde el tren ví manadas de búfalas que me miraban lánguidamente.

Anónimo dijo...

Ah, pues a mi me hacen mucha gracia las referencias femeninas y no las malinterpreto; no dejes de hacerlas,joer, que son muy divertidas.
Y me da rabia que allí todo el mundo sepa como te llamas menos nosotros, que seguro que te conocemos mejor que ellos.
Y ojo con el colesterol con tantos huevos revueltos.
Saludos