miércoles, abril 27, 2005

B.A. (VI)

Ayer nos invitaron a cenar a Señor Tango y sólo vainticuatro horas después ya estoy en condiciones de asegurar que ha sido una de las experiencias más priceless de este viaje, de este año, de mi vida.

Yo no sé si es que no lo entendí bien o es que todavía hay conceptos que nos diferencian de las diferentes culturas, pero estoy convencido que a mi me dijeron que el espectáculo al que asistiríamos no era un show montado para turistas, sino algo distinto y precioso.

Llegamos allí y la mesa la teníamos reservada a pie de escenario. Una pasta tuvo que costar porque allí se veía nivelazo en la gente. El escenario era circular y los focos hacían juegos de luces más propios de Noche de Fiesta que de un evento íntimo y personalizado. Cabríamos como quinientas personas ahí dentro sentadas en diferentes niveles, a lo plaza de toros. Tonos dorados y rojos por todas partes y mucha, mucha expectación. yo encantado, porque a mi estas cosas me fascinan y no veía el momento de que empezara.

Nos dieron de cenar y yo me pedí otro bife de chorizo con patatas, ignorando que ya me había apretado otro para comer. Debo llevar como seis o siete bifes de chorizo en este viaje y me siento fenomenal, como para comerme otros siete ahora mismo. Muy rica la cena.

Empieza el espectáculo y se suben dos caballos de verdad al escenario y hacen cabriolas y se ponen a dos patas con unos cachas sin camiseta subidos encima. Aplausos a rabiar y yo con la boca como la estación de metro de Avenida de América. Intenté buscar algunos ojos amigos que me indicaran que ellos también le veían el lado irónico al asunto, pero los de mi reunión estaban entusiasmados y hacían oh y ah todo el rato. Luego salieron otros cachas y se pusieron a simular una lucha entre gauchos y el ejército y a los cinco minutos se fueron entre ovaciones también. Luego un montón de parejas profesionales bailaron tangos, con una orquesta que los tocaba estupendamente, la verdad, pero todo en general con un olor un poquito a hortera. Ellas, pintadas como puertas, con su purpurina y con faldas que dejaban visumbrar el porsupuestísimo tanga al personal. Yo he visto bailar tango estos días por la calle y ellas no enseñaban el tanga, y yo soy un experto en localizarlos, que conste. Ellos, unos pinchitos de cuidado, ese tipo de bailarín upadans que igual te hacen tangos, que sevillanas, que te dan la voltereta con filp-flap. Sí, bailaban muy bien, pero tenían esa estética de programa de variedades que hace que lo veas un poco alicantino todo.

Luego salió la estrella del espectáculo. Una especie de Bertín Osborne al cambio, que se llama Fernando Soler, pero en versión metro sesenta y con bigotito tangero. Mogollón de gomina y un figura, un artistazo. Era un auténtico crack porque sabía quien era y no escatimaba en medios. Cantaba poniendo caritas, sufriendo en el momento adecuado y robándole besos a las lubricadas mujeres del público. Yo disfruté cada segundo, no me lo podía creer. Y en primera fila, como los señorones. Encima, una chica de la organización de la que me he hecho muy amigo allí, como estábamos sentados juntos, me iba explicando que el show representaba la historia de Argentina muy bien, paso a paso. Yo, claro, haciendo que sí con la cabeza porque no era plan de soltar comentarios ingeniosos, a ver si se iba a sentir ofendida. Qué bueno todo, os aseguro que no quería que se acabara porque cada nuevo número traía algo más nuevo y mejor que lo anterior.

Lo que más me gustó fue cuando el Fernando Soler bajó volando, gracias a unos cables que le sujetaban, para cantar "No llores por mi Argentina" entre confetis, cachas arrodillados en el escenario, lágrimas del público (y mías, pero de las otras) y una bandera argentina de 32 x 32 metros desplegándose desde el techo entre luces giratorias y humo artificial a raudales. Además, antes de que le soltaran de los cables para cantar como Dios manda, planeó un buen rato sobre nuestras cabezas y nos iba dando la mano. Yo se la dí absolutamente convencido de que esto se vive una vez en la vida, en serio. Os eché de de menos a unos cuantos... cómo nos hubiésemos reído.

Otra cosa que no he contado es que durante todos estos días siempre hay en la puerta mi hotel un montón de chavales de entre 12 y 16 años, más o menos. Pero un montón, cuesta pasar y todo a veces. Al principio pensé que es que daba la puñetera casualidad de que éste hotel era el punto de encuentro de los chavales de esa edad aquí en Buenos Aires, porque estoy en una especie de placita donde hay burguers y mcdonalds. Pero no, ayer descubrí el secreto. Resulta que están aquí alojados los del Operación Triunfo Argentina, que está siendo un bombazo y por eso están aquí todos los fanes. Resulta que yo me enteré porque la chica que estaba sentada conmigo, en el ordenador de al lado, es una de las estrellas (hay como diez aquí), y como había coincidido con ella más veces, ya nos saludábamos por el hotel y habíamos compartido tabaco y todo (waw), pues la pregunté que quién era, porque ayer vi que firmaba autógrafos de vez en cuando y que en su ordenador (sí, miré un poquito) sus mensajes eran todos de apoyo, de que te quiero muchísimo y cosas de esas. Le pregunté y me contó la historia. Luego vinieron unos cuantos más del programa con ella y estuve charlando con ellos y me invitaron a una cocacola. Qué cosas.
La chica era Evelyn, que hoy me he metido en internet y la he visto. Pobrecitos, ahí siguen los fans, los estoy viendo desde aquí.

Bueno, se acabó lo que se daba, en una hora me voy al aeropuerto. Ha sido un viaje de los buenos. Cuando llegue a Madrid pondré las fotos.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Aajjjajajajajajaja...volando por encima de tu cabeza con la bandera al fondo? JAJAJA ...JoseLuisMoreno+LasVegas...

Nepomuk dijo...

Sinceramente...agradezco la posibilidad de los cachas sin camiseta, porque imaginarme mujeres lubricadas gracias a un Bertín Osborne de metro sesenta, con bigotito y volando colgando de dos hilos de nylon acababa de minar mi fé en las posibilidades cerebrales femeninas.

... dijo...

Tienes razón, un espectáculo así solo se vive una vez en la vida. Esto, sumado a las calles de Buenos Aires y los panqueques con dulce de leche me da una envidia terrible, sí, me confieso.

Anónimo dijo...

Muy bien, aquí te queremos, de vuelta a la cruda realidad, donde el amargor de la oficina no te lo podrás quitar a base de dulce de leche.

kurt dijo...

tu lo que tienes que hacer es montar un show como ese en las españas. Yo me ofrezco para colgar de los cables cantando.

buen vuelo!

would dijo...

Me apunto al Dshow, con Kurt en plan angelito volador (lo hace solo por el rollo de lubricar a las mujeres, seguro), y yo ondeando la bandera de la Plaza de Colón de fondo.

Troy dijo...

Después de este post veo mucho más clara la canción de Mecano "Barco a Venus". Aznar canta tangos volando mientras los de OT son amigos tuyos... ¿¿pero quién se va a creer eso??

¡Qué tomadura de pelo!

Anónimo dijo...

Bueno, esto es una despedida.Dejo el mundo del blog.Aunque te seguiré leyendo.(espero con ansia tus fotos de B.A. ,que te creias? no me olvido que has prometido ponerlas) Suerte, volaré por aki anyway.
muach

po dijo...

ay madre, jajajajajajajja, me has dejado enseñando los piñascos para toda la mañana, jajajajajaj, buenísimo, xD, gracias!!!