martes, noviembre 30, 2004

Soy un voyeur

Enfrente de mi oficina hay un edificio de casas normales. Hay unos quince metros de distancia entre los dos bloques y eso significa que puedo ver perfectamente las viviendas que quedan más o menos a mi altura. El hecho que yo tenga mi mesa de trabajo junto a una ventana sumado al innato sentido voyeur de casi cualquier ser humano -que creo que está especialmente acusado en mi- propicia que la situación que se me ofrece cada día sea bastante difícil de ignorar. La verdad es que no hay mucho que ver, sólo gente normal que vive en pisos normales y que hace cosas normales a horas normales. Mis vecinos cocinan, ven la tele, limpian y van de un sitio a otro por sus casas encendiendo y apagando luces, y así todo el día. Realmente no me interesa ninguna de sus actividades pero también es cierto que cuando mi rabillo del ojo detecta movimiento, mi cabeza se gira instintivamente hacia él, aunque sólo sea por un segundo y sin prestar demasiada atención. Tenerlos ahí y fisgarles es casi como una parte más de mi jornada laboral. Por otro lado, aún no he llegado al punto de tener un vecino preferido o de ponerle un nombre a cada individuo para luego ir su buzón y comprobar ansioso si he acertado, como tampoco me trato de imaginar sus vidas, sólo están ahí como yo lo estoy al otro lado.

Pues bien, esta mañana he llegado muy temprano a la oficina. Como me encontraba prácticamente sólo y no me apetecía nada ponerme a trabajar según caía, me he sacado un café de la máquina y he ido a mi ventana a tomármelo mientras veía cómo amanecía el lunes. Casi todas las luces del edificio de enfrente estaban apagadas y en las que se veía luz no podía distinguir nada, así que me he limitado a ver pasar coches y a tomarme el café lo más despacio posible. Y a pensar en las bisílabas y demás cosas del fin de semana.

Y se ha encendido una luz a la altura de un par de plantas por debajo de la mía.

Era una señora mayor que veo casi todos los días porque se levanta bastante temprano y ya con eso destaca. Suele abrir la ventana para ventilar la habitación, mira un poco hacia la calle y luego hacia el cielo para ver que tal tiempo hace y, tras hacer eso, le debe entrar hambre y se pira a desayunar. Siempre lo hace como algo mecánico y por eso me he quedado mirándola descaradamente por pura inercia, además, tenía sueño y me costaba apartar la mirada sin tener un motivo concreto. Entonces, como si nada, ha girado su cabeza y me ha clavado sus ojos como si de repente se hubiera dado cuenta de que estaba siendo observada. Y yo, presa de mi propia adrenalina, en vez de mirar hacia otro lado hasta que esta señora entendiera que la cosa no iba con ella, me he retirado de la ventana en un movimiento bastante sospechoso y más propio de un perturbado que de un tipo como yo. Me he quedado un rato fuera de su alcance hasta que la curiosidad ha podido conmigo y he vuelto a asomar la cabeza disimuladamente para ver yo qué sé qué... si seguía ahí la vieja, supongo. Y sí, ahí seguía, ahí seguía mirando hacia mi ventana como una vaca en el campo. Y yo, con el norte totalmente perdido en esos momentos, me he vuelto a separar de la ventana en un lamentable y ya depurado estilo madre-de-Psicosis.

Así que así estamos. Yo, con una especie de sentimiento de vergüenza que aún no acabo de digerir (no olvidemos que se me ve trabajar perfectamente desde el otro bloque, y la señora podría rajar con los vecinos) y supongo que ella estará emocionada ante la idea de que en el edificio de enfrente sea muy posible que trabaje un depravado, lo más interesante que le ha debido pasar en los últimos veinte años. Y con todo el derecho del mundo.

Qué ridículo. Qué mal.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Situación totalmente paranoico-absurda. Probablemente te la estarías tocando a la vez que mirabas a la pobre mujer y no te diste cuenta. Sería conveniente, de todas maneras, que verificases si esa mujer no tiene sentidos extrasensoriales o algo así, como la bruja Lola, que detectaron tu presencia. Probablemente tenga párpados en posición vertical y bultitos que se mueven por la nuca. Ciudado amigo.

Chs

dwalks dijo...

ciertamente, no la he vuelto a ver, pero me temo que asomarme a la ventana no volverá a ser lo mismo en un tiempo.

qué poco queda para vernos!

would dijo...

Preocupante episodio de culpabilidad que seguramente esté relacionado con alguna vecinita de la infancia. ¿Me equivoco?

NOTA A KURT: Por favor, si lees esto, haz que el pensamiento de Dwalks en las bisílabas también tenga un enlace con tu página. (Y digo esto de rodillas y con las manitas juntas en una clara súplica).

would dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

...en un movimiento bastante sospechoso y más propio de un perturbado que de un tipo como yo.
Ya, ya, todos los psicópatas dicen lo mismo... ¿Loco yo?