martes, mayo 29, 2007

El domingo

Yo no entiendo muy bien por qué a veces los domingos, cuando no sabemos qué hacer, no da por irnos a Las Rozas Village. No vamos mucho, igual dos o tres veces al año, pero tarde o temprano alguno de nosotros lo sugiere y no nos parece tan mala idea ir allí recién comidos. Kurt, que es el primero que se apunta, dice que es una tontería ir allí a ver los descartes de lo que ni miramos en las tiendas oficiales cuando están de temporada, pero reconoce que el poder de atracción de pasar un rato en este sitio es alto. No compramos nada, pero nos lo pasamos bien la horita y media que podemos echar allí y siempre llegamos con la actitud adecuada, la de "hemos venido a encontrar nuestro chollo". Lo malo es que esta actitud desaparece en cuanto aparcamos el coche y nos metemos en la primera tienda.

El domingo pasado, básicamente nos dedicamos a:

- Entrar en las tiendas de gafas. Inicialmente yo quería encontrar unas que me quedaran bien, pero por algún extraño motivo mi cara no está hecha para la gafa de sol que se lleva ahora. Por el contrario, Kurt descubrió casualmente que cuanto más logos, colorinchis y excesos (en color y tamaño) lleven las gafas que me ponga, mejor me quedan. Y no me refiero a que me queden graciosas, es que cuanto más de folclórica venida a menos sean las gafas , mejor estaba con ellas. Sinceramente, es una putada comprobar que con unas gafas gigantes de pasta morada, sus logazos de guchi en la patilla, sus degradados en los cristales y montura con diamantes incrustados, estoy realmente guapo. El problema es que cuanto más demenciales eran las gafas que me ponía, más puntos de estilo, buen gusto y saber qué gafa debo llevar ganaba. No quedamos muy sorprendidos y no hicimos ninguna broma al respecto porque no había ninguna ironía en este asunto, pero no me atreví a llevarme ningunas.

- Entrar en la tienda de Samsonite a ver maletas. No sé muy bien cómo se produjo esto, yo sólo recuerdo que en un momento dado yo estaba con Kurt opinando sobre si unos trolleys eran del tamaño adecuado o no para meterlos en el portaequipajes, y en el instante siguiente estábamos los dos pululando en paralelo por la tienda, cada uno con su trolley haciendo de azafatas de Airnostrum cambiando de vuelo en una conexión, ya sabéis, hablando las cosas que hablan las azafatas, pero muy bien, con paso firme rapidito, las tetas altas y sin mirar a nadie a la cara. Aquí nos miró un poco mal la dependienta.

- Tomarnos unos chai teas en el Starbucks. Yo dije que me había retirado del Starbuck's porque me parecía un timo, pero se había puesto ventolera y el día estaba desagradable, así que no me pude resistir. Qué rico.

- Entrar en Versace a ver los descartes de Versace, un descarte en sí mismo. Cómo puede ser tan horrendo y tan lo más algo al mismo tiempo. Qué sedas, qué incrustaciones de piedras, que bordados.

- Ver las tiendas en general, que bueno,al final lo haces. Momentos destacables, la oferta de "bragas o tanga" de CK, los chándales de yonki que hace Sergio Tacchini (a.k.a. Sergio Chattini), las locuras poligoneras que tienen en Pepe Jeans y la tienda de la que estamos más a favor, que es la tienda de Camper (al peso) que tienen allí. Llegamos a la conclusión de que lo más digno es Dockers, aunque no tengan ninguna oferta, un poco raro. Yo me iba a probar unos pantalones pero Kurt me dijo que la pinza que llevaban me harían culo de cubana, así que los dejé otra vez en la estantería.

Luego bajamos a La Latina a las seis, y ya allí estuvimos con CF, Agr y un amigo de CF. Se estaba muy bien en la plaza porque hacía medio malo y estaba la poli, así que no había mucha gente. Nosotros nos compramos unos refrescos en los chinos y estuvimos estupendamente. Hacía tiempo que no coincidíamos los cuatro y lo que nos pudimos reír. Luego dimos una vuelta, tomamos unas cervezas sentados en la Musa y a eso de las nueve, se nos ocurrió ir a ver Zodiak. Como Kurt ya la había visto, se fue con otros amigos.

Antes de ver Zodiak, nos metimos en un Kebab de Quevedo a cenar algo. Agr batió su propio record de comerse un Kebab dejándolo en un minuto y nueve segundos aunque dice que lo puede bajar de un minuto. Por supuesto, le pagamos el Kebab.

La peli me gustó algo menos de lo que esperaba y se me hizo larga, pero sobre todo porque era domingo y se me hacían las 0:30 con la tontería. Señalar que CF se durmió, como siempre, y que el amigo de CF me descolocó totalmente cuando cogió una llamada del móvil en medio de la peli, habló su minuto largo, e hizo otra a continuación. Y yo que me quejaba porque la gente hiciera comentarios audibles en la sala... Yo creo que me quedé tan flipado que ni reaccioné, ahora, que no me lo vuelvan a sentar al lado en un cine.

miércoles, mayo 23, 2007

Atrapado en el tren o la venganza de Valencia

Las casualidades existen, pero no en este caso. Ahora mismo son las diez de la mañana del miércoles y hace media hora he llegado a mi casa de un viaje a Valencia que se supone que debería haber finalizado a las nueve y media de la noche de ayer. Un viaje de regreso de tres horas horas y media que se ha convertido en una experiencia surrealista de catorce horas metido en un tren. Estoy muerto y probablemente me duerma irremediablemente en cualquier momento, pero ahora mismo gozo de una extraña lucidez que me permite estar con ganas de escribir lo que ha pasado, así que ésta es la crónica del martes/madrugada del miércoles:


9:00 Cojo el tren a Valencia. Llego con una hora de retraso por un problema con una catenaria. No me impide llegar a tiempo a lo que tenía que hacer y me pongo muy contento porque nos devuelven la mitad de la panoja.


13:30 a 17:00 Llego a Valencia y cojo un taxi a un pueblo, curro y vuelvo a la estación para coger el tren de regreso a Madrid.


17:15 Antes de entrar en la estación de trenes de Valencia, oigo una especie de concierto en la plaza de toros que hay al lado. Veo que la gente entra sin pagar y yo, que soy muy cotilla y tengo algo de tiempo, me dirijo a la plaza a ver qué pasa ahí. Entro y es un mitin del PP, al que asistirán Rita Barberá y Rajoy, con jitazos pijos a todo trapo por la megafonía para amenizar la espera. Me siento y me quedo un rato mirando a la gente con sus banderitas, sus pegatinas y sus gorras gratuitas de cartón. Aún no está lleno pero faltan dos horas para que empiece y ya hay casi la mitad del aforo completo. Aguanto cinco minutos, suficiente para una vida, y me piro. Cojo una cajita de bengalas que me gusta porque tiene impresa una foto de Rita Barberá muy bien peinada y que pone "Rita Alcaldesa".

17:50 Sale el tren. Voy en pasillo y a mi lado no hay nadie. En los otros dos asientos al otro lado del pasillo se sientan una moderna de unos veintipocos años y un tipo de unos cuarenta años con muy mala pinta, casi de indigente. El tío se empeña en dar conversación a la chica, que me mira a veces con cara de circunstancias, pero cuando cruzamos las miradas yo me limito a arquear las cejas y sonreír en plan "te ha tocado la perla del viaje al lado, chica, qué le vamos a hacer" sin hacer nada. Ella acaba refugiándose en su libro y el tipo, tras dos o tres intentos más de interactuar con la chica, se duerme roncando bastante.

19:00 El tipo con mala pinta saca una bolsa de supermercado con dos bocadillos bastante grandes y se los come haciendo mucho ruido al masticar, resoplando por la nariz y poniendo nervioso a todo el mundo que lo escucha, o sea, todo el vagón. Bebe cocacola y eructa sin demasiado control de volumen cada dos o tres sorbos. La chica ya no sabe donde meterse, se enchufa los cascos y se limita a mirar por la ventana. Yo la imito porque me parece la mejor opción para pasar del tema.

19:45 Se para el tren en Villacañas, a 102 km de Madrid.

20:30 Anuncian por megafonía que por problemas de tormentas, estaremos parados hasta que se solucionen.

21:00 El personal del tren dice que no tienen ni idea de cuánto va a tardar en solucionarse el tema, que ha habido inundaciones en la vía y que en Madrid ha caído una tromba que lo tiene todo colapsado. La gente habla por el móvil y algunos comentan que hay anuncios en Atocha que anuncian que el tren no llegará hasta las cinco de la mañana. Yo hablo con mi familia, Kurt, Seiai y les digo que a saber cuándo llegaré.

21:15 Abren las puertas del tren para que la gente pueda salir a fumar. Me quedan cuatro cigarros y me fumo dos casi seguidos. La chica que se sienta cerca de mi también sale del tren y enseguida nos ponemos a hablar de su compañero de asiento, de la situación, lo típico. Es mucho más jovencita que yo pero nos caemos bien y le digo que si quiere que se siente conmigo, que a mi lado no hay nadie. Acepta aliviada, porque el ten va lleno y no hay otra opción.

22:30 Ya no tengo tabaco, ya no quedan bocatas en la cafetería y están empezando a dar gratis las bebidas. Yo, que me huelo el percal, compro un par de bolsas del galletas Oreo y kitkats porque es lo único que queda y no sé cuanto tiempo vamos a estar ahí. Llueve muchísimo.

23:00 No hay noticias y paso el tiempo hablando con la chica, mensajeándome con mis amigos, escuchando lo que dice la gente... Un tipo muy listo y con muchos contactos (según él) empieza con el rollo de que este país es un desastre, que no se prevé nada, que no hay derecho... yo estoy a punto de decirle algo relativo a que hay cosas que desbordan cualquier plan de acción, que somos muchos trenes así y que tenga paciencia, pero me callo y me salgo a tomar el aire. Ha parado de llover pero se ven unos relámpagos acojonantes por todo el horizonte.

23:30 Un par de personas empiezan a decir que hay que llamar a los periódicos. Nos dan un teléfono para que llamemos y la gente llama superencendida. Yo no llamo porque tampoco me parece para tanto. Me jode estar así pero entiendo que a veces estas cosas pasan, y me ha tocado. Lo siento mucho por una pareja de recién casados que se va de viaje y va a perder su vuelo.

0:00 Anuncian por megafonía que e 15 minutos nos ponemos otra vez en marcha. Inmediatamente, se pone a llover torrencialmente.

0:45 Anuncian por megafonía que en cuarenta minutos (mínimo) salimos. Sigue lloviendo muchísimo. Nos comemos las oreos y los kitkats.

2:00 Nos comentan que las entradas a Madrid están cortadas, que la vía está inundada en muchos puntos, que ha habido corrimientos de tierras y que no se puede hacer nada. Que contemos con que esa noche no se va a poder ir a Madrid en tren por esa vía. Y sigue diluviando.

2:15 Me pongo a hablar con un chico en la cafetería. Parece majo, pero cuando me empieza a contar su décima anécdota de sus vuelos perdidos, retrasos por el mundo y tal, me empiezo a aburrir y me voy con mi amiga a mi asiento, que me cae muy bien, sobre todo porque no me estresa nada y estamos todo el rato de coña y hablando de todo menos de lo del tren, salvo cuando hay novedades, que ahí ya sí que hablamos un poco del tema con otros pasajeros y eso.

2:30 Nos dormimos

3:30 Se encienden las luces de repente y aparecen los voluntarios de Protección Civil con fruta, bocatas y bebidas. Me como un bocata y me vuelvo a dormir. Mi amiga lo coge pero no se lo come y sigue durmiendo.

5:00 Estoy dormido, pero entre sueños, noto cómo el tren se mueve y oigo que alguien dice que nos vamos a Ciudad Real. Ni me despierto.

6:30 Llegamos a Ciudad Real y nos montan en un AVE.

7:40 Llegamos a Atocha. Me despido de mi amiga, nos damos un par de besos, y yo me voy a que me devuelvan el dinero. Hay mucha cola y gente montando pollos. Que les den, estoy roto, ya volveré otro día, que nos han dicho que tenemos tres meses para la devolución y tengo que volver a Atocha en breve.

8:00 Cojo mi coche del parking y me chupo un atasco de hora punta hasta llegar a mi casa. Voy completamente sonado. Me jode que en las noticias sólo digan que hay un fuerte temporal y que las comunicaciones de tren con Levante y Andalucía Oriental están cortadas. De las decenas de trenes que se han quedado tirados, ni pío.

9:00 Llego a casa y antes de subir, compro tabaco en el bar de debajo de mi casa y desayuno bien.

9:30 Llego a casa y ya no hay nadie. Llamo al curro para decir que no voy, a mi madre y a los que sabían que andaba atrapado. Luego me pongo el pijama y me siento a escribir este post.

Lo que comentaba de las casualidades, iba por esto:

Lunes por la noche: Escribo mi post anterior, justo antes de acostarme para ir de viaje a Valencia al día siguiente. En él, comento que me parece fenomenal que llueva muchísimo y cuánto más mejor porque así la alergia se nota menos. Concluyo el post metiéndome con Valencia por sus dorados y sus barroquismos en general, y me voy a la cama tan ancho.

lunes, mayo 21, 2007

Finde review y un (KitKat) para mi alergia

Los alérgicos al polen de Madrid estamos de enhorabuena, llevamos una racha de ambiente húmedo que nos permite saborear qué es ser personas lúcidas y libres de picores aunque sólo sea por unos días. Es sencillo, el polen que flota en el aire se humedece y, como pesa más, queda reposado en el suelo en vez de volar aleatoriamente hasta introducirse por nuestros orificios. También es verdad que en cuanto vuelva a hacer calor esto va a ser otra vez de morirse, pero de momento estoy viendo unos relámpagos por mi ventana que me hacen ser muy optimista para mañana. Sé que esto será un alivio que no solucionará el problema real, pero es como lo de las marcas de los calcetines, que sabes que si te las rascas te van a picar más después, pero a ver quién es el guapo que se ve una marca del calcetín en el tobillo cuando llega a casa y no le da un poquito con las uñas para sentir ESE placer tan indescriptible y adictivo. Que llueva más. De todos modos ya soy adicto a la pastillita de la alergia y no me duermo tanto como la semana pasada, que era un trapo. A ver si me vacuno como la Doctora, que disfruta viendo como la vacuna le ha hecho efecto, pero aún más viendo como los demás estamos peor que nunca con los ojos como los lichis recien sacados del bote.

Ese fin de semana me he resarcido de mis semanas fuera de Madrid y directamente he salido todos los días, una mezcla de ganas y planes buenos que han surgido por sí solos, mis favoritos y supongo que los de todo el mundo. El viernes empecé con una siesta de cuatro horas muy necesaria para compensar mi déficit de sueño de Mayo, los efectos colaterales de la Ebastina y que si no dormía algo podía morir esa noche a la segunda copa. Quedé con Elza, Iván y dos amigas suyas por el centro y, tras unos bailes moderados en el Costello, lo típico, moviendo un poquito los hombros y dándole a la puntita del pie de vez en cuando, poco más, nos fuimos al Ochoymedio.

Y ahora, me sabe mal decirlo pero ya no puedo más (tira la copa!): ya he comentado alguna vez que el Costello es uno de mis bares preferidos de Madrid para la mitad de la noche, tanto por su estilo como por su música, vaya eso por delante. La parte de arriba es una chulada, agradable, buen gusto y una música acertadísima y a un volumen perfecto si vas más de tranqui, pero nada muermo. La parte de abajo, aunque es un poco gruta de los orcos, también está bien si no se llena demasiado y no pincha un dj al que le da por poner unos trompetismos tipo El Sol que no me van mucho. Con tan buen gusto en general, no entiendo cómo éste bar puede tener los baños que peor huelen de Madrid, sin exagerar (al menos el de los chicos). Los baños los ves y están limpios, reformados y bien en general, pero o tienen un problema de cañerías por la antigüedad del edificio o yo no me explico cómo puede salir ese olor a burro de ahí dentro. De verdad, si alguien relacionado con los baños del Costello lee esto, que transmita este mensaje: Hacer un pis en el Costello es como pasar quince días en una granja-escuela. Hagan algo inmediatamente, por favor, mi marido se ha perdido. En Sotogrande.

En el Ochoymedio muy bien, aunque yo creo que siguen envenenando con las copas, no me acaban de sentar bien y encima me he dado cuenta de que los hielos duran poquísimo en estado sólido. No sé, luego dice la gente que no y que ahí el garrafón no existe, pero yo hablo por mi y por el dolor de cabeza con el que me levanto cada vez que voy, beba mucho o poco. El caso es que se nos fastidió la noche porque a eso de las cuatro y pico, Elza dijo "ay, mi bolso no está". Lo había dejado en los bancos que hay hacia la mitad y nosotros estábamos por esa zona controlando, pero se lo robaron. Así, sin más. Buscamos, preguntamos, volvimos a buscar, pero nada. Tarjetas, teléfono, dinero, llaves, documentación... todo perdido... habrá quien piense que Elza es una irresponsable, y puede ser, pero nunca le había pasado nada así y mira que llevamos tiempo yendo. Hay que ser desgraciado, la putada que le haces a alguien hasta que renueva todo, y la ansiedad que le generas, no tiene comparación con lo que te puedes llevar en un bolso. De verdad, aunque no tengamos disculpa por confiarnos así, hay que ser muy muy mala persona. Si alguno de vosotros roba, o ha robado el bolso de Elza, tiene todo mi desprecio.

El sábado, tras una tarde estupenda por mi cuenta, cuasi-repetimos plan los mismos del día anterior (Elza, Iván, Aviador y yo) para apoyar a Elza e ir al Dark Hole (el Ochoymedio los sábados, que cambia de nombre) para ver si había aparecido el bolso, pero nada, ni rastro. Tomamos una cañas, unas copas en el Susan, y de ahí al Elástico. Estuvimos un buen rato por allí y más tarde apareció el trío de hecho Ann O´nadada-Flat Eric-Farala, con Supervago, al que conozco mucho menos, pero parece que últimamente tenemos la facultad de encontrarnos cada vez que salimos, matemático. Comprobé con mis propios ojos que Ann O´Nadada se está transformando en AnnRéxica, porque ha adelgazado bastante, aunque para bien. Ya he oído a quién dice que si ya no es un oso, pero yo opino que no tiene por qué dejar de parecer un oso, pero tendiendo más tipo a los de las jaulas de Ángel Cristo, con sus costillas vistas, sus calvas asimétricas y sus desnutriciones en general... cuestión de tiempo, pero oso igualmente. La verdad es que hacía tiempo que no les veía y fue un punto, siempre me lo paso bien cuando me tomo algo con ellos, aunque nos veamos de pascuas a ramos. Ahora que Flat, Ann y Farala viven juntos, pues tienen rollo e historias para amenizarte un mes. Lo único que yo notaba que me iba cociendo un poco al final (cosa que Farala me hizo saber tras unos derrapajes de lengua por mi parte) y ya decidí irme a casa cuando ellos, dejando a Iván y a Elza allí sin ningún problema. Recuerdo que aunque no bebí tampoco tanto, pero salí bastante tocado porque les conté la historia de la chaqueta que llevaba puesta, que a mi me encantaba cuando me la compré el otro día en la tienda, pero que mis amigos me dijeron en cuanto la vieron que parecía un babi de parvulitos, por el estampado que lleva. Si hubiera ido sobrio no hubiese contado esa historia, en fin, es lo que tiene encontrarse a la gente al final de la noche.

El domingo, quedé con CF en La Latina pero nos cayó el chaparrón al rato de llegar y acabamos en un bar con su hermano y sus amigos viendo el fútbol. Hace tiempo que me interesa menos el fútbol, pero el bote que di con el gol del Madrid, me saqué la adrenalina del cuerpo para lo que me queda de año.

Siento el morcón que os he soltado, a veces tengo tiempo y no controlo.

Y mañana... viaje de ida y vuelta en el día a Valencia, esa ciudad que me gusta tanto, esa ciudad donde el lema es "todo admite un adorno más, todo puede ser dorado y ¿quién quiere aristas rectas en los muebles con lo bonitas que son las volutas?"

jueves, mayo 17, 2007

Pelín roto

Qué semana tan nefasta de actualizaciones. Hoy me he quedado dormido en el sofá porque los alérgicos al polen lo estamos pasando muy mal estos días y tenemos que tomarnos cosas para que parezca que somos normales y no unos seres babeantes a punto de colapsar. Estas cosas que nos tomamos para estar mejor, resulta que dan sueño, y como madrugamos igual que tú, se nos junta el madrugón con el efecto narcótico de la pastillita, así que la sensación general es bastante frustrante ya que notas que de repente el mundo se mueve a una velocidad que no puedes seguir y lo único que puedes hacer es sonarte.


De todos modos, llevo desde que me fui a Francia con una media de 5/6 horas de sueño diarias, entre curro, entre vuelos, entre levántate pronto que tienes que aprovechar para ver la zona... y me imagino que eso también influye, así que a ver si llega el fin de semana y consigo recuperar alguna hora de sueño, que de verdad que lo necesito. La boda estuvo muy bien pero fue matadora, teniendo en cuenta que el viernes me fui a Oviedo después de currar y volví el domingo por la tarde, el lunes curré y salí por la noche a ver las fiestas de San Isaider; el martes dormí poco porque había quedado para comer, y al final estuve todo el día por ahí y llegué tarde a casa. Yo no doy para más, necesito dos sesiones de sueño de diez horas cada una, y volveré a ser Dwalks en vez de Dwalkzzz. De momento, me parece que tengo que esperar al fin de semana, porque mañana tengo un sarao y, bueno, lo de siempre, me liaré.


Por lo menos estas épocas tan ajetreadas dejan momentos buenos, ver a una parte de mi familia que tenía un poco descontrolada, comer en el Olsen, ir a ver "Buenos Aires: Ciudad en celo" que me gustó más de lo que pensaba, tirarme a tomar el sol en el Templo de Debod durante un par de horas o pararme con Jwalks, durante nuestro viaje a Asturias, en algún sitio chulo porque aunque llevábamos prisa, nos daba la gana.


Os dejo con una foto del tramo de carretera favorito de Jwalks del viaje a Asturias desde que era bien pequeño, siempre que pasamos por ahí dice que le mola esa bajada en curva, pero esta vez se acordó antes de pasar y le sacó un retrato, aunque falta un buen trozo de curva que ya habíamos recorrido (clik para ampliar). Yo, como tengo mi tramo favorito más adelante, ya casi llegando a Asturias, sólo puedo decir que éste no me parece para tanto, pero bueno, supongo que no puedo negar que siempre que paso por aquí, me acuerdo de mi hermano.



Necesito un respiro para contar bien la boda


viernes, mayo 11, 2007

De oca a oca y tiro porque me toca

Bueno, de momento lo de las fotos del viaje lo dejo para otra vida porque desde que he llegado no he parado y me da a mi que cuando no se hace en el momento...

El final del viaje en Italia fue un poco decepción, porque yo tenía la ilusión, por los rumores que había oído, de que la organización del sarao al que asistí nos llevara a Nápoles a dar una vuelta y luego a cenar o algo. Pues se ve que se rajaron por aquello de que Nápoles es un poco chungo para los turistas con pinta de turista, como era el caso de nuestro grupo, y decidieron llevarnos a Sorrento. Sorrento es muy chulo, pero era donde había estado yo unos días antes y bueno, ya me saludaban hasta los conserjes de las casas. El caso es que nos llevaron a un buen sitio a comer (cayeron unos ravioli negros rellenos de marisco, acompañados de cuatro carabineros, que casi los besaba antes de comérmelos) y me reí mucho, porque me senté con un italiano y un argentino muy majos más o menos de mi edad. Al final se chuzaron un poco y volvieron en el autobús cantando canciones, pero no fue patético y estuvo simpático. Aunque yo no canté, a mi es que me hizo gracia porque también me chuzé un poco, pero no me sabía las letras. Yo es que si no me sé la letra de una canción paso de mover la boca para hacer como si me la supiera, que luego siempre alguien se da cuenta de que vas descoordinado y te señala con el dedo, levantando rumores y difamaciones. No es ningún secreto que desde lo de milivanili el mundo del playback está muy mal visto. Si vosotros sois de los que cantais las canciones que no os sabéis, muy mal, pensáis que nadie se da cuenta pero es porque todo el mundo se calla, pero se nota mogollón.

Al día siguiente me dormí (a.k.a. apagué el despertador cuando sonó y me limite a cambiar la oreja de apoyo en la almohada para continuar durmiendo como si nada, confiando en que mi hermano llegaría a los quince minutos para redespertarme, como es habitual) y casi pierdo el autobús que me llevaba al aeropuerto. No lo recuerdo bien, pero por algún motivo, me desperté por arte de magia de un bote y, esto aún no está confirmado, emití un gritito de chiquiprecio sodomizado al darme cuenta de la hora. El mayor trauma fue que tuve que renunciar al desayuno, algo impensable en un hombre de mis principios, algo que decidí con enorme serenidad mientras una lágrima resbalaba por mi mejilla y llegaba, salada, a la comisura de mi boca temblorosa, conteniendo un llanto tan irracional como sincero, ahogado, que trajo oscuras nubes a las montañas y movió el viento para que agitara las flores, pero es que no tenía elección, que iba tan justo que tenía que ir metiendo los calcetines usados en la bolsa de los calcetines usados mientras me cepillaba los dientes. Al final cogí el autobús y llegué al aeropuerto a tiempo, donde desayuné unas pringles con una pepsi. Que alguien me lo explique, porque yo no he sido capaz de entender esto aún, porque os aseguro que donde me lo compré también había café y bollos. A veces sé que tengo un problema serio, noto que algo en mi va mal.

En el vuelo muy bien, porque me tocó al lado del compañero perfecto en un avión, un tipo con menos hombros que una culebra, así que gocé de mucho espacio para poder revolverme a gusto en mi asiento y, por lo tanto, ninguna pega de mi viaje, encima sin niños ni nada. No es que me mueva demasiado en los asientos, pero el saber que puedo hacerlo me da mucha confianza, lo mismo que le pasa mi hermano Jwalks con lo de cruzar los dedos de los pies cuando se compra calzado nuevo, que luego nunca lo hace en su vida normal, pero como sea incapaz de cruzarlos cuando se los prueba en la tienda, no se los compra porque le genera mucha angustia, así están las cosas. Como anécdota del avión, me dieron de comer tortilla de patata en el viaje (hablemos un segundo de Airnostrum, esa compañía que el día menos pensado nos va a sacar la olla del potaje con unas sardinas a la parrilla de menú, con ese afán que tienen en distinguirse con su comida, superafavor). El caso es que esa tortilla puede haber sido la peor que he comido en mi vida, sólo superada por las incomibles tortillas de Puri, la cocinera del comedor de mi colegio, que aunque nadie la vio nunca todos sabíamos que hacía la mezcla huevo-patata con los sobacos y les daba la vuelta con el coño. A mi no me miréis, fue una teoría aceptada unánimemente y que se transmitió de boca a boca, a mi lo que me contaron cuando llegué al cole.

El caso es que hoy he ido a trabajar a la ofi y me he encontrado mi propio Vesubio de papeles y correos acumulados en la mesa, de esta semana que he estado fuera. Me lo he tomado con calma y lo he ido sacando, aunque ha sido un rollo. Lo mejor, ver a mi inseparable Would de nuevo (que se ha separado de mi a los cinco minutos porque tenía reunión, pero luego ya ha vuelto y me ha cogido del forro del bolsillo del pantalón, como le hacían a T-Bag en Prison Break), currar y comer con la gente de siempre y un delirante minichat vespertino con Would, Elza y Kurt, qué risa.

A mi lo que me apetecía era estar en Madrid ese finde, por estar un poco quieto ya y ver a mis amigos y eso, pero no, el sábado tengo boda en Asturias. Así que mañana me cojo el coche después de currar, monto a Jwalks y nos vamos después de comer, que supongo que comeremos algo en el coche para ganar tiempo. Es que mañana mi primo y su cuasimujer hacen una fiesta para la jente joven en una sidrería de Oviedo y queremos ir, que puede estar bien. Aunque me da pereza, me lo he tomado positivo y he hecho unos cedés con jits para el camino, que si no Jwalks me fríe con grupos de esos de música de los que tocan muy bien los instrumentos pero son un rollo. Seguro que lo pasamos bien, que yo con mi hermano me voy y me lo paso bien donde sea.

martes, mayo 08, 2007

Nápoles 2007: días 1, 2, 3 y 4

Bueno, pues como ya habían adivinado algunos, estoy en la zona de Nápoles. Este es el Vesubio desde la ventana del hotel en el que pasé el fin de semana, visto de lado a lado del golfo. Click para ampliar.


Sorrento, día 1


El viernes, en vez de volver a Madrid desde París, cogí un vuelo a Nápoles para hacer otros asuntos y otras cosas en Nápoles esta semana. Podía haber vuelto a casa, pasar el finde en Madrid y cogerme un avión el domingo, pero como no conocía esta zona decidí pasarme un fin de semana en la cuna de la mafia y de la auténtica pizza con mozzarella de leche de búfala, que ya os digo que se nota, que me estoy poniendo fino.

El hotel lo tenía en Sorrento, a unos cuarenta quilómetros de Nápoles, así que me cogí un autobús que por siete euros me dejaba en la puerta del hotel, ya que un taxi costaba 120 euros, tócate los huevos. La verdad es que mereció la pena, Sorrento está en la misma bahía que Nápoles, pero en el otro extremo (os metéis en Google Earth o en la Wikipedia y lo miráis) así que mi viaje en autobús fue un paseo por el borde de la costa Malafitana viendo el Vesubio continuamente desde unos acantilados que daban un poco de cosa. El video del post anterior lo filmé durante este trayecto (perdón por el tembleque de la mano y por la escasez de luz, es que estaba anocheciendo). Lo del Vesubio no es tontería, es un pedazo volcán que se ve desde todos los sitios y destaca muchísimo, no olvidemos que todo esto está en la costa, así que para mi ha sido una de las imágenes más impactantes que he visto últimamente, me alegro muchísimo de haber venido. Además, Sorrento es un sitio que sólo conocía de oídas, pero me sonaba a mucho lujo y a mucho glamur de mujer enamorada, y yo, si me tengo que poner arrabiatta, me pongo arrabiatta.


El hotel de Sorrento era una pasada. Era un edificio antiguo remodelado, en un acantilado y en una zona en la que se ve que la gente anda bien de panojas, así que me trataron como a uno de ellos y me hicieron la pelota bastante, a lo que no puse absolutamente ninguna pega. Como estaba cansado del viaje y ya era de noche, simplemente me fui a cenar a un restaurante que había cerca, una ensalada de pulpo con perejil muy buena, y una pizza con rúcula, mozarella de búfala (hay que decirlo) y tomates cherry. De escándalo.


Sorrento, día 2

Esto es el sábado. El sábado me levanté pronto y me fui directamente a arrasar el desayuno para desquitarme de lo de Francia. Aquí sí que me gustaron los huevos revueltos y ya estuve de buen rollo el resto del día. El desayuno, nada, en una terracita con el Vesubio grandísimo ahí de postal, cómo me mola el Vesubio, me tiene fascinado. Y qué tiempazo.

Me cogí un tren (la línea Circumvesubiana) y me fui a Pompeya, que tenía estación de tren y todo y se llamaba Pompei Scavi. En el tren me hice amigo de una pareja de gays suizos de sesenta años, que estaban un poco acojonados en el tren porque había mucho richar armando bulla y me vieron fuerte, alto y con pinta de chico con preparación y educación, y buscaron mi protección con cualquier excusa. Es que esta zona se las trae un poco, la verdad, y los chavales no hacen nada pero son unos gallitos. El caso es que los dos suizos muy majos y yo creo que a uno le gustaba un poco y todo, por que me ponía ojitos cundo le hablaba y el otro se puteaba y se ponía muy serio. Llegamos a Pompeya, nos sacamos la entrada y ya nos despedimos para estar cada cual a su bola. El que se enamoró de mi me dio su teléfono por si voy a Suiza alguna vez, y me echó una sonrisa con su estupenda dentadura postiza muy seductora al despedirse.

Pompeya una pasada, e gustó mucho, es enorme y, pese a que está en ruinas, te haces una idea de lo que fue aquello. Luego me he enterado de que cerca está Ercolano, que es igual pero está intacto, lo malo es que no tengo tiempo. En Pompeya tienen varios cadáveres petrificados de los que murieron por la erupción del volcán, ya pondré las fotos. La verdad es que impresiona bastante porque tienen el rictus de dolor y de angustia de lo que les pasó, con el cuerpo en posición de defensa y todo, como tapándose con los brazos de la que se les venía encima. Me acordé mucho de Kurt porque seguro que si hubiera estado conmigo viendo los muertos en esas posturas hubiera dicho algo en plan “pues a mi me parecen las maricas de Chueca después de ver los precios de la nueva colección de Prada”.

Luego quise coger un autobús que te subía al Vesubio hasta los mil metros, pero entre que estaba lejos, nublado por allí y no iba a ver el agujero, al final me dio pereza.

Me volví a Sorrento a conocer el pueblo, que es precioso, y justo al borde de unos acantilados con unas vistas de caerse de culo. Aparte de comer de muerte, me di un buen paseo por allí, y me di cuenta de que tienen montado un negocio en torno al limón muy potente. Por lo visto aquí hay muy buenos limones y hacen de todo con ellos: mermeladas, licores, jabones, dulces... había muchas tiendas exclusivas en las que podías degustar limoncello (licor de limón) por la patilla. Al quinto o sexto ya me estaba poniendo un poco pedo y decidí dejarlo.

Tras un par de horas por allí, me volví al hotel, escribí el último post de París y me fui a cenar. Después me tomé un helado en una terracita de gente de mi edad, con musiquita y tal, y me fui a la cama. Ojo, que domingas tienen las italianas de por aquí, que mujeres más... mujeres. Lo que pasa es que los italianos de por aquí también son unos hombre muy hombres y controlan la mercancía que da gusto. Me llevé un par de miradas asesinas una vez que se me fueron los ojos detrás de una, y ya me tomé el helado sin quitar los ojos del barquillo, que estos tiene malas pulgas.

Sorrento y Castellamare di Stabia, día 3

El domingo me levanté, hiperdesayuné, me hice la maleta y me fui a hacer tiempo a una terraza con vistas al mar (Vesubio, Capri...) con una cocacola y el iPod. Qué rato tan bueno, qué relajado estaba y qué morenito me puse.

Luego cogí un bus y me fui al lugar donde tengo la reunión de esta semana, Castellmare di Stabia, otro pueblo en la costa, entre Nápoles y Sorrento. Es decir, volví hacia atrás por el camino que me había llevado de Nápoles a Sorrento.

El hotel es un hotel de lujo que, de hecho, es un spa con unas aguas y unos minerales de por aquí que te ponen estupendo en cuanto mojas un pie. Lo que pasa es que es un poco rollo porque está un poco aislado, pero clara, tampoco van a poner un spa en medio de Nápoles. Llegué, me cambié y me fui al spa a darle un poco al chorro y al jacuzzi. Luego me puse mono, me pinté el ojo y me fui al cocktail de bienvenida. Otra reunión con guiris representando a sus países. A mi en esta reunión me tienen mucho cariño porque, aparte de ser de los más jóvenes y eso siempre enternece y da juego para las conversaciones, en 2005 organicé yo la reunión de Barcelona y me salió chulísima, se lo pasaron muy bien con las cosas que les monte, así que todo el mundo se sabe mi nombre y me gasta bromas desde entonces. La verdad es que esta gente es menos técnica que la de otras reuniones, son más jefecillos y se relacionan mejor, así que me lo paso bastante bien y no me silba ningún húngaro. Como siempre, me puse a darle al vino y me cocí un poco, aparte de ponerme ciego a canapeles, que no veas cómo le salieron al cocinero.

Con mi medio pedo, me despedí y me fui al sobre, que al día siguiente había que madrugar mucho y estaba cansado de no hacer nada.

Castellmare di Stabia, día 4

Hoy he currado todo el día en la reunión y ha dado para poco. Bueno, cómo es aquí el desayuno, qué nivelazo, qué huevos revueltos. Y la comida... es que cómo es esto del lujo. Y más vistas al Vesubio, pero más cerca que en el otro hotel, es que yo no me canso de este volcán, me tiene enganchadísimo, me quedo tonto mirándolo ahí saliendo como una mole de la nada. La sala de la reunión también tenía vistas al Vesubio, así que cuando me aburría, venga a mirarlo. En serio, hacía tiempo que algún símbolo de estos típicos de cualquier tipo no me molaba tanto.

Después de la reunión me he juntado con dos alemanes, un francés y dos israelíes y nos hemos ido a Vico, que es un pueblo chulo al lado del hotel, que Castellmare no tiene nada. Hemos dado una vuelta, hemos cenado muy bien (aunque ya me empiezo a agobiar con tanta pasta rica, pizzas, y demás) y nos hemos vuelto al hotel.

Para volver al hotel ha estado muy chulo, porque no había taxis y he entrado a un bar a preguntar dónde podíamos coger uno. El camarero, un italiano con pinta de italiano, me ha dicho que era muy difícil y costaban una pasta, así que ha llamado a su hijo, un golfo que andaba por ahí fuera con sus amigos, y nos ha dicho que por cinco euros por barba, nos llevaba en su coche. Pues nada, para dentro todo el mundo. El chaval, que era un pieza, iba hablando por el móvil, adelantando al mismo tiempo por una carretera con una caída al mar de cincuenta metros y tal, pero en veinte minutos estábamos en el hotel.

Mañana más reunión y visita a Nápoles y cena guapa a cuenta de la organización. Me siento tan rica esta semana... El miércoles vuelvo a Madrid, desde donde subiré las fotos y eso, que hoy ya se me hace tarde.

domingo, mayo 06, 2007

Paris 2007: Dias 2 y 3

París, día 2

El segundo día en París fue mitad trabajo y mitad tocarme el higo. Tras el palizón del día anterior, me levanté bastante cansado, aunque por aquello de estar trabajando fuera y con gente muy seria de otros países, me espabilé mejor de lo normal, siempre me pasa. El desayuno del hotel, una de las cosas que más ilusión y expectación me crean cuando estoy de viaje, no pasó en absoluto la prueba de los huevos revueltos y le puse un tres, siendo bastante benévolo. Qué pastiche más lamentable: color apagado, secos, sin gracia... qué desastre, a un pelo estuve de volverme a Madrid mientras estaba masticando la tercera pinchada. De verdad, si los hoteles supieran que mucha gente los elegimos por el desayuno, seguro que se esmeraban más. Me crea más insatisfacción unos huevos revueltos pasados de punto que me asignen una habitación con vistas malas, por ejemplo.

Después de pasar aquello con a veinte zumos de naranja (antes muerto que dejarme unos huevos revueltos), me fui andando con un húngaro muy soso a la oficina porque el autobús público que nos habían recomendado iba hasta arriba de gente, así que al tercero que nos ignoró, preguntamos en el hotel y nos dijeron que en veinte minutos andando llegábamos a la oficina. Como era imposible coger un taxi, pues nada, nos pusimos a caminar y lo malo es que era todo el rato una cuesta arriba bastante pronunciada, con todos los papeles y el portátil al hombro. Yo iba sufriendo pero aguantando el tipo. Como el húngaro casi no hablaba, pues yo metí piñón fijo y subí pensando en mis cosas. De pronto caí en que el húngaro iba todo el rato silbando. A los diez minutos de silbiditos, le dije que cuánto silbaba. El me dijo que su abuelo le había contado de pequeño que para saber si estabas subiendo bien una cuesta había que silbar, y que mientras pudieras hacerlo es que el ritmo era bueno. Yo le pregunté que si siempre que subía cuestas silbaba y me dijo que sí, que le iba fenomenal así. Así que nada, ahí acabó nuestra conversación y nos terminamos la cuesta al ritmo de lo del folklore húngaro.

La reunión estuvo muy bien porque me junté con treinta europeos que hacen lo mismo que yo pero en sus países, y resolví muchas dudas que me tenían algo loco. La verdad es que en ese sentido esta reunión es una gozada, hay mucho máquina que sabe mucho y te vuelves a casa más listo. Por la tarde en la reuniòn, después de comer, lo de siempre, un sueño todos que se nos cerraban los ojos en cuanto perdiamos un poco el hilo. Lo malo es que siempre nos ponen las mesas en forma de “U”, y tienes a gente mirándote de frente, así que las luchas internas por mantener los ojos abiertos a veces son angustiosas. Yo más o menos lo controlo, pero la gente que está que-me-sobo-que-no-me-sobo se pasa la reunión metiendo cabezazos al aire, porque saben que queda un poco mal dormirse cuando otro está hablando y tienen unas batallas personales con su narcolepsia muy entretenidas. De hecho, cuando a mi me da el bajón, me mantengo despierto y me entretengo mirando a los que se duermen, o también observando los tics nerviosos en las piernas de los que tengo en frente. Esta reunión ha sido muy buena para los tics, porque había tres que estaban todo el rato venga a darle al pie o a la pierna tiquitiqui-tiquiqui, a la vez o no... unas veces uno, otras veces el otro, otras todos... así que nada, yo ahí intentando predecir cuál sería el siguiente. Hubo momentos en los que tenía un nivel de aciertos tal, que empecé a sospechar que podía controlar sus mentes, parecía un director de orquesta, con la varita y todo, porque esa es otra, yo no sé que me ha ocurrido estos dias, o que me han echado en la bebida, que, sin motivo alguno, me he pasado empalmado la mitad de la reunión, qué desperdicio y qué incomodidades, todo el rato recolocando el material discretamente.

Por la tarde nos llevaron a hacer una excursión-cena en barco por el Sena. En la invitación ponía que había que ir de chaqueta y corbata, pero luego allí había unos estilismos que yo no sé si les compensaba. Creo que alguien debería decir ya que es un hecho el que hoy en día se puede ir mal vestido de traje, y que hay que reconfigurar este concepto, pero no seré yo. La cena estuvo riquísima, ensalada con unos marinados que me encantaron y luego un canard (pato) a la brasa que estaba superjugoso. De postre una tarta de chocolate con chococrispis por encima algo batallera que desmerecía un poco al resto de la comida, aunque era tan gocha que mi lado más primitivo la disfrutó bastante, para qué negarlo. En un viaje de ida y vuelta de un par de horas, pasamos al lado del Louvre, de la Estatua de la Libertad chiquitita, de la Torre Eiffel... con una orquesta tocando jits en plan “Desayuno con diamantes” (ya, ya lo sé...). El viajecito estuvo bien, pero a mi donde esté un buen paseo que me quitan los barcos, que a la media hora ya estoy de barquito hasta arriba. Además, esto del falso lujo tiene ese puntito hortera, de cartón piedra, de brillismos, de buenas maneras impostadas, que no. Aparte de los monumentos, me llamó la atención la cantidad de gente haciendo botellones que había en la ribera del sena, y la verdad es que París de noche es una preciosidad. Al final nos subimos al piso de arriba del barco y con el fresquito, un cigarrito y a mi bola, lo disfruté bastante.

Una cosa que me fascinó mucho fue la cantidad de fotos de la Torre Eiffel que sacó la gente, hasta el punto de perderse el momento de pasar a su lado y contemplarla en travelling, que es lo que precisamente hacía especial el viaje, lo que no es habitual. Allá ellos.

Nos volvimos al hotel en taxi y caí redondo.

París, día 3

El viernes me levanté, hice la maleta y mostré mi disconformidad con el desayuno del hotel tomándome nada más que unos cereales con un yogur por encima, que quiero creer que es algo como muy humillante para el director del hotel y sus expectativas para el desayuno.

Me fui a currar con el húngaro silbándome sus temas cuesta arriba y, a las once, aprovechando el primer coffe break, les dije adiós a todos y me piré al aeropuerto Charles de Gaulle con un taxista que de espaldas era clavado al hermano de CF.

Llegué a la Terminal 3 del aeropuerto, que es muy chiquitita y muy apañada, y facturé mi equipaje. Lo que pasa es que el vuelo que cogí no fue a Madrid. Estaré fuera casi una semana más en otro sitio mucho menos típico, pero eso ya os lo iré contando que, con el post de hoy, ya me he pasado tres pueblos.

Una pista. Ahora mismo, y desde la ventana de mi hotel, veo este volcán gigante (que no está en Tenerife).Lo filmé el viernes cuando llegué.

miércoles, mayo 02, 2007

Paris 2007: Día uno. Esto no es París

Hoy miércoles, a las 6:15 de la mañana, mientras todos dormíais o volvíais con vuestros pedos a casa, yo me plantaba en la T1 de Barajas a coger un vuelo a Paris, donde estaré hasta el viernes. Por si a alguien se le había olvidado (por ejemplo, a mi) suelo viajar por curro y ya me iba tocando, que desde aquello de lo de China (la experiencia de Monzón no la contabilizo) no había salido por ahí. Prometo que me he tirado un buen rato indagando por el diccionario de la RAE a ver si encontraba algo, pero de momento estoy casi 100% seguro de que no hay castellano disponible para describir la cara de sobado con la que me he levantado a las cinco de la mañana... no sé ni como me han dado billete para el avión, que me ha pedido la del check in el DNI y yo le he sacado la tarjeta de Sanitas como pensando que algo no encajaba pero sin saber qué era. Al final me ha dado, sin juzgarme, unas sencillas instrucciones tipo “creo que esto no es su DNI” y ya bien.

En el avión he intentado dormir pero me ha sido imposible. Unas hordas de niños menores de entre cinco y diez años que chillaban todo el rato porque se iban a Euro Disney, han sido distribuidos con forma de polígono regular en torno a mi y han anulado cualquier intento de cabezada que he intentado. Pues sí, claro, sus padres iban con ellos, pero en vez de educarles y decirles que respetaran a la gente trabajadora y decente que trataba de dormir unos minutos antes de currar todo el día, les reían las gracias continuamente y les azuzaban los chillidos con frases en plan “¿¡a que vais a ver a Mickyyyy!?” “¡y os vais a a hacer fotos con Goofyyyy!”, y los niños no me extraña, como locos, a ver... pues así todo el camino. En concreto, había un niño con un falsete agudísimo que me estaba poniendo frenético al no he conseguido neutralizar ni con Mika a tope en el iPod, casi nada, pero me he tenido que obligar a mi mismo a pasar del tema porque empezaba a fantasear con cosas muy violentas que acababan conmigo durmiendo plácidamente, con el corazón del niño en mi boca y sus padres intentando reanimarle mientras me decían “si sólo era un niño, si sólo era un niño...”. Es que qué niño, en serio. Antes de desistir con él, he hecho un último intento de aguantarle la mirada con cara de poca coña, a ver si se daba cuenta un poco o algo, pero el muy cabrón a parte de continuar gritando con sus amigos como si nada, también me la aguantaba a mi. De verdad, al final el niño me ha dado mal rollo y todo, ahí he visto una miniatura de delincuente muy nítida.

Como un taxi costaba 80 euros y yo soy gilipollas para estas cosas, he llegado al Charles de Gaulle y me he cogido el RER (cercanías), un metro y un bus hasta mi hotel en el sur, porque el sitio donde curraba está en Chatillón, que es por situación, una especie de Carabanchel en Madrid, pero en chulo (no se me ofenda nadie, pero así es). Tras hora y media desde el aeropuerto, he llegado al hotel, he dejado la maleta, he hecho un pis, y a la reunión disparado. Total, que no había empezado a currar y llevaba seis horas y media de viaje. Lo bueno es que todos estábamos igual (íbamos varios desde distintos países de Europa) y nos lo hemos ventilado rapidito, que dos se nos dormían literalmente y todo. Después del curro, hemos vuelto a las seis al hotel, pero estaba tan cansado y me daba tanta pereza volver a pillar un transporte, que he descansado un poco, he ido a cenar con uno a una Braserié (¿está bien escrito?), donde he cenado fenomenal, y me he vuelto al hotel. Mañana ya haremos algo chulo, que ya conozco París y tampoco tengo que aprovechar a muerte, o no he sido capaz.

De hecho, para que os hagáis una idea de lo poco parisino que ha sido mi día, hoy lo mas chulo que he visto de París ha sido esta publicidad desde el RER.



Mira también os pongo mi vagón del RER en esta foto, que la he sacado sin querer y ahí se ha quedado. (la Torre Eiffel la he visto de refilón desde el avión, por si alguien me lo pregunta, pero en cuanto me he imaginado ensartando niños en ella, he apartado la mirada)




Y luego esta señal del RER, que quiere decir que cuando va muy lleno el vagón y vas sentado, no se puede arrimar cebolleta aprovechando que la gente se inclina en las curvas.



(strapontin, que es cebolleta en francés)

Bueno, disculpad mi redacción y mi agresividad de hoy, sólo es que estoy cansado.