viernes, julio 30, 2004

Madrid-Cleveland: Odisea en Newark

Diciembre de 2003. Por motivos de trabajo debo viajar a Estados Unidos, primero a Cleveland y luego, tres días después, a un lugar perdido (mejor así) de Texas llamado Odessa. Para ir a Cleveland debo hacer una conexión en el aeropuerto de Newark, que está en New Jersey, a unos cuarenta kilómetros de Nueva York. Ellos te dicen que eso es Nueva York, pero cuando te encuentras allí te das cuenta de que no es así en absoluto. No, no y no.



Hora 0

Despego de Barajas entusiasmado porque hacía tiempo que no me tocaba un viaje tan atractivo como éste, tanto, que no me da nada de pereza pensar en el vuelo que me espera. Todo va bien hasta que, seis horas después, empezamos a descender para aterrizar. Está nevando como no había visto antes en mi vida y los azafatos de Continental empiezan a mirarse unos a otros y a hablarse con las manos. Miro para abajo y el paisaje está precioso. En un perfecto venezolano, nos dicen por los altavoces que está nevando mucho y que vamos a tardar en aterrizar unos minutos más de lo previsto. El avión se pone a dar vueltas. Para animarnos, nos ponen un video de tomas falsas que ya he visto en otros aviones pero me vuelve a hacer gracia. Cuando se acaba, nos ponen otro de Mr. Bean. Cuando se acaba, otro de tomas falsas que ya no me hace tanta gracia... Hago un test de una revista que me había comprado en el aeropuerto y los resultados que obtengo aseguran que mi tono muscular es bajo. Ya ha pasado una hora y seguimos dando vueltas. A la hora y media, aterrizamos y la gente aplaude. Uno le saca una foto al azafato de Continental, que levanta un pulgar sonriendo.

Hora 7:30

Me bajo del avión y comienzo el paseillo típico por el aeropuerto propio de una conexión. Colas, inmigración pasillos, ascensores... Además, tengo que recoger la maleta y volver a facturarla, por lo que todo tarda un poco más. Los controles americanos no son para tanto y sólo me tengo que quitar los zapatos cada vez que paso un puente detector de metales. Muy fácil todo. Sigue nevando muchísimo.

Hora 8:30

Ya estoy en mi zona de embarque para coger el avión a Cleveland y es entonces cuando le doy a la manecilla del reloj las vueltas necesarias para que marque seis horas menos. Pequeñas manías. Tenemos un espacio propio para los que vamos a volar a Cleveland. Pocos españoles. Miro los paneles de los vuelos y me doy cuenta de que se están cancelando vuelos masivamente. Busco el mío en la lista y parece que sigue activo. Se me tensa un poco la mandíbula pero enseguida me tranquilizo, pienso que tengo un fin de semana entero por delante, que no hay problema porque tengo tiempo de sobra si algo falla en esta conexión.

Queda una hora y media para que mi avión salga y no ha parado de nevar. Más vuelos cancelados en los monitores. Más nieve. Mi vuelo sigue activo.

Hora 9:30

Retrasan mi vuelo una hora. Lógico. Al menos no lo cancelan. Miro la televisión sin volumen de mi zona de embarque y veo un mapa de Estados nidos con una tormenta tremenda encima de la zona norte de la Costa Este. ‘Así que es eso', me digo.

Las pistas están completamente blancas y no despega ningún avión. Lo veo desde el ventanal de la zona en la que espero por mi vuelo.

Hora 10:30

Nos cascan tres horas más de retraso. La gente se empieza a inquietar y aparece un hombre que nos explica la situación. Por lo visto, el avión que nos debe llevar a Cleveland debe salir de Boston y pasar a recogernos, pero el caso es que desde Boston todavía no ha salido ningún avión.

Decido ir a comer algo y cuando me dirijo a la zona de restaurantes un señor con pinta de alemán, al que ya había visto esperando por el mismo vuelo que yo, se me presenta. Efectivamente, es alemán. Tiene unos sesenta años y una barriga de un kilómetro. Encantador, me cuenta que tiene una empresa de papel 'artístico' en Cleveland y que regularmente viaja desde Alemania para ver que tal marchan las cosas. Me da su tarjeta hecha de papel artístico y resulta que se llama Klauss. Yo le digo mi nombre pero no le doy mi tarjeta porque no le veo sentido. Vamos a un italiano y a la media hora ya me ha contado que se ha divorciado dos veces y que ahora está casado con una tailandesa de veinticinco años. No digo nada pero lo pienso. Después de comer ya somos oficialmente amigos y compañeros para el resto del viaje.

De vuelta a la zona de embarque pasamos por delante de una sala de masajes tipo 'media hora diez dólares'en la que a mi no me apetece entrar, pero Klauss no se lo piensa y se mete a recibir un masaje con sus diez dólares en la mano. Si hubiera estado sólo, igual sí me lo hubiera dado, pero me da no sé qué entrar en una sala de masajes con un señor de 60 años que ya se ha quitado la camisa cuando le digo 'hasta dentro de media hora Klauss'.

Sigue nevando. Temiéndome lo peor, decido llamar a la persona con la que he quedado en Cleveland. Me doy cuenta de que no sé usar las cabinas americanas porque me gasto una fortuna sin conseguir contactar. Al final espío a una chica que parece dominar el sistema y me entero de lo que debo hacer. Llamo a mi contacto y le comento la situación y me dice que vale, que ya nos veremos. Por primera vez desde que comienza todo esto me empiezo a sentir muy sólo y vuelvo a tensar mi mandíbula. Afortunadamente, aparece Klauss por el final del pasillo sonriendo y girando su cabeza, dando a entender que su masaje ha sido espléndido. Qué va a decir, se ha quitado la camisa delante de todo el mundo. Me dice que no me preocupe, que el se ha quedado tirado cien mil veces y que conoce los mejores hoteles para hacer una noche de espera. Relajo la mandíbula. Sigue nevando.

Hora 14:30

Nos dicen que el avión de Boston ya está en camino y que en una hora y media estaremos subidos en él. No me lo puedo creer, no ha parado de nevar y el 80% de los vuelos han sido cancelados. No me entra en la cabeza que MI avión ande por ahí volando como si con él no fuera la cosa. En el fondo pienso que no vamos a volar hacia Cleveland esa noche.

Hora 16

Subimos al avión. En el tramo del finger, entra el frío de la calle y me quedo pasmado. Debemos estar a menos veinte grados. Me siento en mi plaza y el panorama no puede ser más desolador. Tengo ventana y los dos asientos contiguos al mío son ocupados por dos hermanitos californianos que tienen unos siete y ocho años, aparte de unas ganas de marcha que prometen acabar con lo que queda de mi paciencia. Los padres están sentados tres filas más alante y no parecen muy preocupados por el comportamiento de sus hijos.

Aguanto diez minutos de gritos, peleas entre ellos y llantos. Antes de desmembrarlos, respiro hondo y consigo una mirada asesina que surte efecto. Al final me da pena y me hago amigo de ellos.
Me cuentan su vida y el nombre de unos muñecos que han traído. Unos quince muñecos con nombre y personalidad propia, no está mal. Aparece la madre con un portátil y se me presenta amablemente, me pide disculpas y me da un trozo de bollo. Pone un DVD y acabo viendo el Señor de los Anillos con Caleb y Tim. Así se llamaban. Me duermo cuando Frodo y Sam salen del pueblo.

Hora 17:30

Me despierto y el avión no se ha movido. Caleb y Tim están fritos y Frodo y los demás están subiendo una montaña. Ya no nieva.


Hora 18

El avión comienza a andar y el comandante nos explica que debemos esperar por los demás aviones que llevan retraso. Que no sabe cuánto. Ah ¿pero había más aviones? Daba por hecho que éramos los únicos, que se habían olvidado de anular nuestro vuelo. Estoy reventado. El avión se para y puedo ver la inmensa cola de aviones que aún tenemos delante. La madre de los chicos me trae un zumito y más bollo y casi se me saltan las lágrimas por lo cansado que estoy. Entonces, levanta a un niño y se sienta a mi lado con él encima, que duerme. Me da las gracias por ocuparme un rato de sus hijos, me dice que ha visto ahí aguantando el tipo con ellos, y ,así, comienza a darme conversación. Es joven, y muy dulce, ese de tipo de personas que son pura calma, tranquilizadoras, y se ha debido dar cuenta de mi estado de absoluta soledad. Me pregunta que qué hago allí y yo le cuento mi vida porque necesito hablar de verdad, ya son muchas horas sólo y de total incertidumbre, necesito realmente que alguien se preocupe por mi en ese momento, ya no porque esté preocupado por cómo pueda salir el viaje, eso me da igual. Lo único que sucede es que estoy metido en un avión 18 horas después de haber despegado de mi casa, que no sé cuándo va a acabar esto y que es de noche. Me agarro a esta mujer como a un clavo ardiendo y no la acabo llamando 'mamá' de milagro.

Hora 20

Vamos a despegar. Durante un buen rato, unas mangueras empapan el avión de agua caliente para que no salte en pedazos cuando volemos. Enfilamos la pista y abandonamos Newark.



Hora 22

Llegamos a Cleveland. Ya es madrugada allí, ni me quiero imaginar las hora reales que llevo acumuladas, y no hay ni un alma en el aeropuerto. Recojo mi maleta, que sale de las primera y me marcho sin despedirme de nadie. Por ley de Murphy, estoy en la punta opuesta a la salida del aeropuerto de Cleveland. Voy como drogado con mi maleta de carrito. Rrrrr. No tengo sueño, soy propietario de una extraña lucidez que me sorprende.

Salgo del aeropuerto y cojo un taxi, uno de los dos que esperan en la puerta. Le digo donde está mi hotel y arranca. En otras circunstancias hubiera entablado conversación con el taxista, como primer contacto con una ciudad nueva, siempre lo hago, pero ni abro la boca durante el trayecto. Me miro la camisa y me hace gracia pensar en el momento en el que me decidí por ella en Madrid, en mi casa. La saqué de mi armario y todavía la llevo puesta. Parece que fue hace años...

Hora 23

Llego al hotel. Es igual que en la foto de internet pero, como siempre me sucede, me parece completamente diferente. Supongo que el entorno que descubres cuando llegas provoca esa sensación.

Afortunadamente, en el hotel saben que llegaría, estoy apuntado en un papel, todo en orden en la recepción. No hubiera podido con un incidente más. Firmo y me voy a la habitación. Paso por delante del comedor, que ya tiene el desayuno preparado. No sé por qué, me sienta fatal que todos los platos, cubiertos o vasos sean de PVC.

Entro en mi habitación y muero en la cama.

jueves, julio 29, 2004

A falta de seis días

Enfilo la última semana que me toca trabajar completa antes de las vacaciones (un mes del tirón) y no me siento como... como otros años a estas alturas. A lo mejor el hecho de tener que ir a currar los dos primeros días de la semana que viene no me permite tener todavía esa sensación de ya-están-aquí, pero creo que también hay otros factores que están influyendo en mi percepción de este momento.

1. Me he puesto malo.

Este fin de semana he salido bastante y supongo que la combinación de choques térmicos a la que nos vemos sometidos todos los madrileños en verano, al entrar y salir de locales con el aire acondicionado a tope, ha podido conmigo.
Ya el domingo me levanté con una presión en el pecho que indicaba que esto no acabaría bien, me conozco ante este tipo de situaciones y la identifiqué enseguida. Mi voz sonaba rara, muy grave, y no podía evitar que me salieran gallitos cada vez que intentaba enfatizar en algo, algo así como cuando el príncipe Felipe daba discursos a los quince años de edad. La comida también me sabía rara y una tosecilla de ultratumba no acababa de desaparecer, pese a intentar reducirla bebiendo agua continuamente. Para rematar la faena, me eché una siesta tremenda en la que me quedé frío y, cuando me desperté, directamente me quería morir. Desde ese momento hasta hoy, que ya me empiezo a encontrar mejor, he sufrido uno de los constipados de verano más molestos que recuerdo. Del pecho pasó a la nariz y de la nariz a la garganta, donde parece haberse quedado a pasar unos días. Tengo bastante tos, me he comprado un jarabe y todo, y estoy muy congestionado en general. De hecho, en este mismo momento me sale un silbidito de la nariz con el que soy capaz de sacar cualquier melodía que se me ocurra.

2. Mucho trabajo

Siempre ocurre igual. A finales de julio todos los clientes con lo que tengo algún tipo de relación quieren cerrar sus asuntos, por lo que me tengo que enfrentar a una avalancha de documentación técnica que exige una decisión (mía) sobre la misma antes de finales de mes. No soy una persona que se estrese demasiado con los agobios del trabajo, más que por mi carácter, es por una actitud que procuro cultivar, pero hay momentos en los que me es imposible mantener la calma. La realidad es que hay más cosas que hacer que tiempo disponible y eso es un problema cuando se da por hecho que lo sacarás a tiempo.

Al final nunca pasa nada, tanto si sale como si no, pero de eso no te das cuenta hasta que ha terminado todo.

3. Plan algo incierto

Dispongo de un mes de vacaciones y ya tengo una semana decidida. Me voy a Canarias con AGr, CF y con un colega de AGr que no conocemos porque se ha apuntado a última hora. Uno más, estupendo. Respecto a este viaje, que ya fue planeado hace tiempo, siento una mezcla de ilusión y nostalgia, sentimientos que aparecen por separado y de forma aleatoria dependiendo del momento del día, o del día a secas. Lo cierto es que me apetece muchísimo ir porque es el plan perfecto, pero a veces soy consciente de lo mucho que sigue cambiando todo para mi en tan poco tiempo y, en cierto modo, intimida un poco el mero hecho de seguir hacia delante, cada día un poco más.
He oído decir a la gente que me ha ofrecido su punto de vista personal sobre mi situación, que cada día es un poco mejor que el anterior y que esto va poco a poco, pero va. Supongo que cuando haya pasado el tiempo suficiente y mire hacia atrás, globalmente también tendré esa opinión, pero a día de hoy lo que veo es que por cada tres pasos que avanzas, alguno también retrocedes, y el día que toca retroceder es duro.

Al resto de mis días de vacaciones aún no les he asignado nada, y aunque se empieza a escuchar algo acerca de un fin de semana en el Mediterraneo, no me preocupa en absoluto la idea de quedarme en Madrid en agosto. De hecho, si todo se diera bien, podría ser un verano bueno de verdad.

lunes, julio 26, 2004

Cañas del viernes 23

Quedo para tomar unas cañas con los del trabajo. Probablemente sean las últimas antes de las vacaciones de verano porque casi todos se van este mismo fin de semana a algún lugar de veraneo. La mayoría de mis compañeros están casados y tienen hijos, lo que hace que el vínculo extralaboral que nos une se reduzca a salidas esporádicas de este tipo, salvo excepciones. Es lógico y está bien así.



Decidimos ir a una marisquería gallega de la calle Santa Brígida porque ya estamos hartos de las patatas tres salsas de la Cruz Blanca y de sus pimientos de Padrón cultivados por Belcebú, que por lo visto vive en Padrón. No te sale ni uno que no pique y ya empieza a ser molesto. En la marisquería, en cambio, por un módico precio te ofrecen una montaña de marisco variado, tan bien construida y tan compacta que todos estamos de acuerdo en que sin duda podría ser un prototipo del Cococrash 2004. Tiene de todo: buey de mar despedazado, percebes, gambones, langostinos... dispuestos de tal forma que, mires por donde la mires, la vista es apetitosa. JL toma las riendas del asunto y prepara los cascarones superiores de los bueyes de mar en plan paté, mientras los demás nos ventilamos los langostinos como el que come pipas. Son las tres y pico y ya hay hambre. En un amago de apuesta, intento pelar un gambón con una sola mano para demostrar a JF. que es posible, pero se me cae al suelo durante la tercera maniobra. Una pena porque ya le había quitado la cabeza.

El único problema serio nos lo dan los percebes. Contienen mucha agua y, al ir a quitarle la telilla al bicho, resulta que salpica contra los de enfrente, que también comen percebes salpicando a los de enfrente. Como formamos un círculo entre nosotros, casi nadie se salva del lamparón. El quitamanchas no tarda en aparecer y a partir de ahí casi todos comemos el marisco con la corbata en el bolsillo y con esa tranquilidad que te da el tener un bote de cebralín a mano. Y con su olor dulzón característico.



Acabamos con los frutos del mar y los que no nos retiramos vamos a tomar algo al Areia con las manos oliendo a toallita de limón industrial. He estado en este mismo sitio hace exactamente quince horas, pienso. Progresivamente, y tras unas rondas, la gente se va marchando hasta me quedo a solas con JF y su mujer, que se ha venido porque ya nos conocía y porque estuvimos en su boda hace un par de meses. Me pongo sus gafas de sol por hacer la gracia y ambos me aseguran que me quedan muy bien. Me las llevo al baño con su permiso para verme en el espejo y resulta que, efectivamente, son las primeras gafas que me quedan bien desde hace años. Adiós al trauma mi-tabique-es-demasiado-alto. Mi tabique es perfecto, Rayban. Como a la mujer de JF no le importa que tengamos las mismas gafas, consigo un boli y apunto el modelo en una servilleta.




Me echo una siesta de dos horas porque voy un poco tocado. Cómo son las cañas y que peligro tienen. Cuando me despierto tengo la boca como un paquete de algodón, se me ha puesto mala leche y me levanto a beber agua. ¿Qué hora es... aún no se ha hecho de noche y ya tengo resaca...? No puede ser. Enfadado con el mundo, voy a la cocina a hidratarme y me las arreglo para discutir con mi hermano, porque justo cuando yo llego, él está bebiendo agua muy despacio ‘es que vengo de correr y me puede sentar mal’. Yo le digo que se deje de sorbitos y que apure el vaso, que estoy seco. Mi madre me dice que no sea borde y que deje a mi hermano en paz. Discuto un poco con mi madre también. Y con mi padre, que pasaba por allí y también discute conmigo por haber discutido con mi madre. Perfecto, todos discuten conmigo y tras un par de minutos ya estoy mejor. Se me ha pasado el automosqueo y me dejan a mi aire como si nada. Cómo me conocen, qué familia tengo...

miércoles, julio 21, 2004

Desde mi último post...

VIERNES 16: Concierto de Chico y Chica

La cita es en el Ocho y Medio. Voy con Kurt a las doce en punto pero está cerrado y el de la puerta nos dice sin mucha convicción que hasta las dos menos cuarto no empieza el concierto. Está lloviendo desde hace un par de horas. Hacemos tiempo y nos compramos un Acuarius en el VIPS, nos tomamos algo en el renacido Why Not? y volvemos a la hora acordada otra vez al Ocho y Medio. Asombroso, resulta que ahora hay una cola de unas cien personas que han salido de la nada. Caminamos resignados a ocupar nuestro lugar al final de la fila y mientras yo me pregunto qué ha fallado, Kurt se dedica a tirar fotos a la gente desde lejos. Lleva sacando muchas fotos durante toda la noche y sigue haciéndolo después.

Entramos y ocupamos un buen lugar para ver el concierto. En el escenario hay un portátil y un ¿teclado?. Chico y Chica salen arrastrándose por el escenario de tal modo que lo primero que pensamos es que no son ellos, que son unos técnicos de sonido que quieren pasar desapercibidos. Pues no, se ponen de pié y sí que son ellos. El espectáculo es de primera: cantan sus nuevas y sus viejas canciones, hacen magia, practican el método Pilates y conversan con el público para rellenar hueco. Como intuíamos, no se saben las letras de sus canciones y tiran de chuleta cuando no se inventan la letra. No esperábamos menos. Da igual, porque son muy graciosos y porque Chica es sumamente atractiva, para nuestra sorpresa... Menudos shorts ha elegido esta noche.

Nos retiramos cuando aún no han terminado porque ya hemos tenido suficiente. Está lloviendo a mares y cogemos un taxi para que nos lleve a casa.

SABADO 17: Cumple de PrimaP

PrimaP celebra su cumpleaños en su casa de Algete. Todavía no la ha estrenado pero ya queda poco para que ella y O. Se vayan a vivir allí. Ya la tienen casi puesta. Antes, quedo con M. para comprar un regalo. De camino a Algete, me paso el desvío y nos hacemos veinticinco kilómetros extra por la carretera de Burgos.

PrimaP ha preparado una fondue. Ha comprado tanta carne que luego se tiene que llevar la mitad de regreso a Madrid, pese a que hemos comido hasta no caber en las camisetas. Como era lógico, la salsa gaucha de Calvé resulta ser la triunfadora de la noche, sólo hay que ver como hemos dejado el bote de vacío en comparación con el resto. La lámpara que le hemos regalado queda muy bien en el salón y da una luz anaranjada muy agradable, así que la dejamos encendida mientras charlamos con la tripa llena.

JB, O. y yo nos vamos un rato a la terraza. El perfil de Madrid se ve a lo lejos y eso hace que el camino de vuelta no de tanta pereza.

DOMINGO 18: Compras

Duermo y por la tarde hago algunas compras. Me llama C. desde el coche y me propone tomar algo porque lleva todo el fin de semana en un pueblo de Albacete y está de camino a Madrid. Va por Villarejo del no sé qué, vamos, que ya está llegando. Entiendo perfectamente su ansiedad pero yo ya he salido bastante estos días y prefiero no liarme porque estoy cansado. Antes de colgar, C. ve cómo un coche se sale de la carretera delante de él. Se le quiebra la voz. Le digo que cuelgue y que me da igual que aún no haya entrado en vigor el carné de conducir por puntos. Eso fue lo que argumentó la última vez que le sugerí que no debía hablar por el móvil mientras conducía. Esta vez sí que cuelga.

LUNES 19: Trabajando

Me tiro hasta las siete en la oficina pese a que podía haber salido a las tres. De hecho, me fui a las tres, pero cuando me iba a meter en el metro, mis pies se dirigieron a un Donner Kebab, me comí una especialidad de la casa y regresé a la oficina. No estaba en el guión pero lo asumí con mucha naturalidad. Quedan quince días para empezar las vacaciones y no voy a poder terminar todo lo que me he comprometido a sacar. Me toca pringar. Al menos llegué a casa con la conciencia tranquila, porque mis principios llevan dos días sin hablarme...

MARTES 20: Tarde con Gómez

Tras salir de la oficina, nos dirigimos al Alfredo´s de Lagasca. Cerrado. Yo nunca he ido y Gómez tenía ganas de que lo conociera. ‘¿Qué hacemos?’ ‘Vamos al Alfredo´s de detrás de Cuzco, que estará abierto’. Gómez: un tío de palabra.

Pedazo hamburguesa nos comemos, la mejor que he probado en mucho tiempo. Carne de cebón, cruda por dentro como un nórdico sin vacaciones. Alfredo´s es un lugar estilo americano creado por españoles. Por lo visto es un clásico y yo no sabía de su existencia. Gómez lleva yendo allí desde que era un adolescente y ya no es ningún chaval, así que echemos cuentas. El comedor es como un sótano lleno de mesas de bar con manteles de papel. No conseguí identificar dos sillas iguales y abundaba la tapicería skay granate. Los camareros, como de la familia. Nada cuadra, pero la realidad es que estás a gusto desde que pones el primer pie en el sitio. Tiene un punto de auténtico que salva todos los defectos. Hasta el Bob Dylan que salía en la tele del restaurante parecía decir ‘¿Pero qué hago yo tocando en este sitio?’. Pero no se iba, ahí seguía tocando su concierto básico.

Pagamos y nos vamos a comprar unas camisetas, que era el objetivo de nuestra cita. Evitamos Sportivo y probamos en la tienda Carhartt de la calle Espoz y Mina. Tienen buenas rebajas y esta vez sí que entramos en las camisetas sin que nuestros brazos parezcan algún embutido de producción nacional. Los dos salimos con nuestra bolsa de la tienda y con cara de buenos amigos, es lo que tiene llegar y besar el santo. Miramos alguna tienda más pero se nos está haciendo tarde, así que nos tomamos una caña y Gómez me deja en Alonso Cano para que coja el metro de vuelta a casa.

El señor de la foto es Carhartt.

viernes, julio 16, 2004

Aún no soy rehábil

Hoy ha sido mi último día de rehabilitación por el momento. A pesar de los casi dos meses que llevaba, no he notado mucha mejoría respecto a antes de empezar, por mucho que mis vastos tengan el aspecto propio de los de un superhéroe a día de hoy (¿alguien sabe cómo copiar y pegar músculos en el propio cuerpo?). Cada vez estoy más convencido, si no lo estoy ya del todo, de que después del verano me operaré por segunda vez tras tres años desde la primera intervención, aunque esta vez será más light. Quiero pensar que será para mejor, porque no me apetece ni un pelo y es meterme de nuevo en quirófano, baja, rehabilitación... pero bueno, ya decidiré cuándo lo haré a la vuelta de las vacaciones.

Me he despedido de los pocos veteranos que quedaban y de algunos de los nuevos que fueron llegando. Dudaba entre llevar unos bombones, unas galletitas o una botella de vino a modo de despedida, lo típico, pero al final se me ha olvidado y no he comprado nada. Casi mejor, porque como todo el mundo lleva algo parecido a eso cuando llega su último día de terapia, resulta que nuestra clínica parece la sección de alimentación del VIPS. Vas a coger una bolsa de hielo del congelador y tienes que andar apartando los Häagen-Dazs que se han ido acumulando. Las toallas están en el mismo lugar que sirve de almacén para las latas azules de galletas danesas, tenemos un bote gigante de Lacasitos que lleva más tiempo que yo en la clínica, pese a alimentarnos todos los días de él, y así sucesivamente. De todos modos, me ha sabido mal no haber tenido un detalle. Eso sí, gracias a esto, me he acordado mucho del libro ‘Microsiervos’ de Douglas Coupland. En él se comentaba que la sociedad americana sólo estaba preparada para incorporar a su lenguaje una palabra alemana cada tres años. La última había sido Häagen-Dazs y aún no tenían muy claro cuál sería la siguiente. El libro es de 1995, creo. Me pareció brillante.

Y he recordado que un día en la clínica me encontré una piedra muy llamativa con la que no me pude quedar. Era roja y también brillante, pero no me pertenecía, así que la dejé donde la vi. Qué malas son las tentaciones y qué extraño se siente uno cuando hace lo correcto.

Ahora me espera un verano cargado de incertidumbre. Muchos cambios tras varios años de seguridad en mi vida. JB&M. se irán de vacaciones por su cuenta algunos días, seguramente en plan camping itinerante como ya han hecho en otras ocasiones. Se tienen el uno al otro y es envidiable lo bien que se compenetran después de tantos años juntos. Aún no sé que harán PrimaP&O., pero tampoco será un problema para ellos el no haberlo decidido aún. Supongo que los ahogos hipotecarios limitarán un poco sus planes, así que nada, a echarle imaginación. Kurt se queda, que ya ha tenido lo suyo. Chs vendrá de Brasil, como lleva haciendo cada seis meses desde hace casi tres años. Va a traerse por primera vez a su novia Lu (su novia Lu!!) y la expectación es alta. Casi tanto como la generada por verle con su recién estrenada ortodoncia. No le dejaremos de pedir que sonría porque, según nos cuenta, ya tiene dominada la sonrisa a lo Ben Stiller en ‘Algo pasa con Mary’ cuando hacía de adolescente. Y me lo creo.



Yo también tengo mis planes pero creo que tendrán su propio post.

Excelente Edward Norton en ‘American History X’. Lástima, ese personaje merecía una película diferente.







jueves, julio 15, 2004

Sportivo

Cómo me gustan las camisetas de Sportivo y qué mal me quedan todas. Va a tener razón Kurt* y voy a tener que replantearme el lugar que ocupa esta tienda en mi vida. Kurt me dijo que Sportivo debería ser una especie de sitio al que hay que ir siempre, pero a no comprar nada, sólo a mirar. Tiene razón.

Tienen dos marcas de camisetas que me gustan mucho, Oeuf y The Duffer of St. George:

OEUF

Molan en la percha pero una vez que te la pruebas, tienen el cuello y los hombros tejidos de tal modo que, al mirarme en el espejo del probador, debo reconocer que me parezco bastante a Cuttlas. Qué mal. Supongo que algo tendrá que ver en esto mi complexión física, pero si pienso en que ya tengo varias de estas camisetas Oeuf de otras temporadas que me quedan más o menos bien, no acabo de entender qué es lo que ha sucedido entre nosotros. Además, me resulta incómodo lo que siempre me ocurre en Sportivo: entro en la tienda preguntando si tienen camisetas nuevas de ‘ef’, haciendo un correcto amago de francés, y el dependiente, que es más de Madrid que un chato vino, me contesta pronunciándolo ‘oief’. Yo no sé francés, vaya eso por delante, y no sé quién tiene razón, pero sí que me gustaría saber qué demonios ha hecho ese tío con su capacidad de empatía con el cliente.

DUFFER

Parecido al caso anterior. En este caso el problema reside en la longitud y anchura de las mangas. Se supone que son de manga corta pero queda demasiado larga y encima se ajusta mucho al brazo, sin pretender ser una camiseta ajustada. Muy raro, porque de cuerpo quedan normal.

Como mi hermano se vino conmigo, mientras yo me probaba una de estas camisetas, le iba explicando el problema de las mangas. Le convencí para que se la pusiera, ya que a él también le gustaba, y así comprobara el efecto en su cuerpo, para que la pudiera descartar sin tener dudas. Ante mi estupor, le quedaba clavada, de brazos y todo. Le increpé duramente pero no pareció importarle demasiado porque él estaba encantado con su Duffer y lo demostraba girándose una y otra vez delante del espejo.


Por lo demás, la tienda es muy bonita y los dos dependientes son muy majos. Te cuentan batallitas sobre el origen de las camisetas que traen. Estas Oeuf, por ejemplo, por lo visto son de un grafittero francés que era un medio delincuente, aunque al final lo fichó no sé que marca de camisetas y ahora se dedica a esto. A mi, últimamente, de los dos dependientes me atiende el que va rapado. Es un tío agradable que cada día que voy tiene un tatuaje nuevo y más bestia que el anterior. Con la del otro día, ya es la segunda vez que me recuerda que no elija los tonos crudos en las camisetas porque ‘a los que somos muy blancos nos quedan fatal’. Y yo le miro y pienso que vaya plan este verano si estoy como él de blanco. Debemos parecer dos croatas en Madrid. Entre esto y lo de mi hermano con las mangas, empiezo a dudar de mis genes.

.......................................................................................


JB está en racha con el coche. En días totalmente independientes entre sí, se le ha caído para dentro la ventana del copiloto, unos teenagers borrachos le han arrancado el retrovisor derecho de una patada, se ha cargado sin querer una pieza conectada al embrague al quitar la barra antirrobo y le han cascado una multa. Todo ello en el asombroso periodo de dos semanas. ¿Alguien da más?

* Desde hoy, el que antes era A. en este blog pasará a llamarse Kurt. Me ha dicho que Uma ya le había inventado un seudónimo y que no quería líos con otro. Ahora no sé si retirar la A. de mi blog, como hicieron los Chicago Bulls con la camiseta de Jordan, o asignársela al primero que aparezca con esa inicial en su nombre. Pues eso, desde ahora A.=Kurt.

miércoles, julio 14, 2004

Atentado

VIERNES 2 a.m.


Estoy con Uma B. , P. y A. en La Fábrica de Pan por segunda vez en la noche. Un par de horas antes, ya habíamos estado a solas A. y yo dando comienzo a nuestro viernes. Como siempre. Los cuatro debatimos animadamente acerca de las reacciones de los hombres cuando ven por primera vez, y por sorpresa, a una amiga de toda la vida haciendo top-less, aceptando por 'amiga de toda la vida' a cualquier chica que ya conozcas previamente al top-less en otras situaciones más... um... clásicas. Y qué bien, todos tenemos en la mano un gintonic riquísimo marca lafabricadepan, menos A. que no se ha pedido nada. Yo permanezco de pie, me encuentro cómodo con un brazo apoyado en la pared que nos ha tocado en el bar. La verdad es que en ningún momento me pregunto por qué está tan blanda, que lo está, aunque no puedo negar que desde el primer momento soy consciente de ello.

Sin más, la colilla de un cigarro impacta contra nuestra pared, soltando chispas con fuerza, y casi me da en la cabeza. No comprendemos qué ha pasado, únicamente sabemos que alguien nos ha tirado un cigarro y no nos ha dado por poco. Nos giramos hacia el supuesto origen de la colilla de destrucción masiva, confusos, y distingo entre la muchedumbre a una especie de Carmelo Gómez pero con patillas y sin afeitar mascullándome algo que no logro entender, pero tampoco me hace falta porque su lenguaje corporal es de gran ayuda. Está muy cabreado con nosotros.

No nos da tiempo a sacar conclusiones del suceso porque un amigo de Carmelo Gómez 2.0, en plan conciliador, ya se ha acercado a nosotros para darnos su versión de los hechos. Resulta que el tipo que nos ha lanzado la colilla es pintor de cuadros. Resulta que tiene uno tamaño XXL expuesto en el bar. Resulta que el cuadro ES la pared en la que yo estaba apoyado. Resulta que me había estado observando todo el tiempo mientras yo me bebía mi gintonic con una mano hundida en su obra.

Pese al huevo que, por presión, he conseguido perpetuar en el cuadro (lo estuvimos admirando y comentando después) y pese al marrón que se está comiendo el amigo de C.G. 2.0, no le damos la razón en ningún momento. Que no son formas hombre. Que no. Indignados, le tratamos de convencer de que entre lo que ha hecho su amigo e inmolarse no hay demasiadas diferencias. Empieza a dudar de sus argumentos. Además, P., que también es pintor, se pregunta indignado y en voz alta que cómo es posible que el propio pintor del cuadro haya intentado evitar la destrucción del mismo a cigarrazos, ya que la colilla ha impactado de lleno en él. El representante de Carmelo ya no tiene más palabras y nosotros nos gustamos de verdad en nuestro papel de agredidos y con esa tortilla dada la vuelta.

Aún no sé cómo, el tipo se marchó casi pidiéndonos disculpas. Y eso que tenía razón y el huevo sigue ahí.

Educación señores, con eso cambia todo. Lo intentaré tener en cuenta cuando me toque estar al otro lado.

miércoles, julio 07, 2004

Cantapack

Esta noche, en el Forum de Barcelona, lo han vuelto a hacer. Ana Belén, Victor Manuel, Serrat y Miguel Ríos se han reunido para cantar poemas de Pablo Neruda con sus colegas (qué perezaaa...) No es que dude de la trayectoria musical de ninguno de ellos, pero este concepto de canta-pack que se han montado los cuatro magníficos, que no se pierde un sarao, empieza a ser, cuanto menos, sospechoso.

Sinceramente, me da rabia que los mismos de siempre se anden apuntando tantos cada dos por tres cuando hay verdaderos talentos en este país que no tienen forma de promocionar sus trabajos, aunque sea poniéndole música a los poemas de Pablo Neruda, geniales sin ella, esa es otra. Me imagino que después de tantos años en el mundillo, estas viejas glorias tendrán bien agarrados los hilos importantes para poder estar siempre donde les vean, porque lo cierto es que individualmente ninguno de ellos, salvo excepciones, ha conseguido algo digno en estos últimos años. La solución, se/les montan un rollo cultureta, que vende mucho, se lo emiten en horario de máxima audiencia con cobertura nacional e internacional y ¡hop! a seguir en la ola. No entraré en si el trabajo es de calidad o no porque es algo subjetivo y hay cientos de cosas peores (y mejores), yo tengo mi opinión, pero estoy convencido de que estos dinosaurios, por medio de amistades, contactos y propiedades, deben tener un corrillo montado, poco amigo de nuevos miembros, que empieza a oler hasta aquí. Algunos dirán que parece que me he caído de un guindo y que les mencione una sola cosa que no funcione así en esta vida. Cierto, vale, pero es que les veo tan endiosados y tan conscientes de su carisma (ver las caídas de ojos de Ana Belén) que no puedo evitar que me de más rabia que en otros casos. Lo siento por Julieta Venegas, que me gusta un montón y andaba por allí cantando con ellos. No es personal, Julieta. Muy atractiva en el escenario (no me lo esperaba) e imposible de seguir en las letras de sus canciones, fenomenal. Si puedo, iré a verla cuando cante sola.

Alguien debería decirles que empiezan a parecer los personajes de una serie de televisión. Siempre los mismos actores, con sus roles, los cameos de turno, todos con su canción a lo protagonista del capítulo y, al final, e independientemente del argumento del episodio, todo acaba igual que empezó, para poder comenzar otra vez desde cero en la siguiente entrega. Al menos podrían matar a alguno de vez en cuando y meter alguna cara nueva para refrescar el ambiente.

Durante el rato que he estado viendo el show, he intentado comentarle esto a mis padres, fervientes seguidores de los sesenta/setenta/ochenta y amantes de estas nostalgias (sí, tenían ESA sonrisilla viendo la tele) para ver que decían al respecto, pero cuando iba a comenzar mi ponencia, en pleno esfuerzo de Miguel Ríos, mi madre me ha mirado con unos ojos en plan revival que me advertían ‘cuidado con lo que dices, niñato, que pienso proponer una conga después de quemar mi sujetador durante los bises’. Así que he dejado para otra ocasión el debate.

lunes, julio 05, 2004

Un barril de cerveza

VIERNES

Salgo por la boca de metro de Islas Filipinas y pienso que es la primera vez que hago uso de esa estación. Es naranja pero las hay de todos los colores a lo largo de la línea a la que pertenecen, la 7, sin duda la más divertida de toda la red de metro de Madrid. La estación del lugar en el que vivo también es de la línea 7, pero es blanca, la más insulsa.

Celebramos el cumpleaños de AGr bebiéndonos el barril de cerveza que se ha comprado. Cincuenta litros. Afortunadamente somos bastantes, unos treinta, y no nos cuesta demasiado trabajo hacerlo, aunque hay que tener en cuenta a la gente que no bebe o que prefiere otro tipo de trago. Me salen seis copas en tres horas, perfecto. AGr conoce al dueño de la taberna en la que hemos quedado y le han cedido una barra y un grifo que hay al fondo, con el fin de no molestar a los inexistentes clientes que debería haber a esas horas. Ha invitado a varios grupos de amigos que no se conocen entre sí y, obviamente, no se acaba generando demasiada intercomunicación entre los mismos a lo largo de la noche, aunque nadie parece incómodo. AGr, como buen anfitrión, se dedica a saltar de un grupo a otro y a tomarse una copa de cerveza en cada parada para conseguir sus regalos. Yo pertenezco al grupo amigos-de-la-universidad, somos cinco, y le regalamos el disco de Julieta Venegas (C y yo) y el de Marlango (AF y su ¡mujer!). Ambos le molan y no tiene ninguno. Pleno, uf. Ya más relajados, alguien comenta que Leonor Watling anda un poco fea últimamente con ese pelo que le hace cara de garbanzo, yo asiento a regañadientes, y que desde ‘Hable con Ella’ ha perdido tetas. Aquí, hago un acto de fe y no me lo creo.

Cuando el barril empieza a echar sólo espuma, ya se han marchado bastantes invitados, los que tenían otros planes pero antes se habían pasado a felicitar. Finalmente, quedamos unos doce y nos vamos a un bar que ya conocen de otras veces. Estamos a gusto, es amplio, sin demasiada gente y el aire acondicionado no puede estar mejor ajustado. Ahí sí que charlamos todos con todos y eso ya se empieza a parecer a una fiesta redonda. Planeo con AGr y con C las vacaciones que nos esperan y decidimos tranquilizarnos porque nos estamos empezando a pasar con nuestras expectativas. No queremos decepciones. También hablo bastante con una chica del grupo que tiene la cara más interesante que he visto en mucho tiempo. Tras nuestra intrascendente y agradable conversación, saco en conclusión que todavía no tengo narices para decirle a nadie cosas como esa que pienso y, en cierto modo, me alegro de reaccionar así. Hoy, desde la distancia, ya no me alegro tanto, pero me quedo con que el viernes me felicité por mi actitud. La inercia pesa más de lo que parece y aún es pronto, creo.


Pasa la noche y la gente empieza a retirarse, tanto que sólo quedamos C y yo con ganas de un poco más. Nos despedimos del grupo con la intención de ir a un local donde andan unos amigos de C y cogemos el coche. A la segunda bocacalle de haber arrancado me doy cuenta de que ya no me apetece salir más ‘oye, mejor llévame a casa, que ya son la seis’. Llegamos y nos quedamos hablando un buen rato en un banco cercano a mi portal. Él también tiene su historia y me la cuenta, aunque el hecho de que haya decenas de cucarachas muertas patas arriba a nuestro alrededor le quita algo de trascendencia al momento. Parece una especie de suicidio colectivo. Acabamos preguntándonos con verdadera curiosidad qué es lo que habrán comido. Habrán echado Cucal, es nuestro veredicto. Nos despedimos y me acuesto convencido de que C se perderá de camino a su casa, al salir de mi barrio, porque es la primera vez que viene y no sería la primera vez que sucede.

viernes, julio 02, 2004

Habilidades

10 HABILIDADES SENCILLAS PARA LOS DEMÁS (EN GENERAL), PERO NO PARA MI

1. Comer con palillos

¿Cómo lo hacéis? Llevo años intentándolo pero siempre se me cruzan los palillos al coger la comida. Me ha intentado enseñar todo el mundo y pongo los dedos bien, apoyo los palillos en el sitio correcto... si lo hago despacio, más o menos tiene un pase, pero si lo intento hacer de forma natural lo único que consigo es que mi trozo gire sobre sí mismo y vuelva al plato. Con el arroz o la pasta me he dado por vencido, sólo me llegan a la boca los trozos que se quedan pegados.

2. Tocar los pitos con los dedos

Me suenan bien los tres o cuatro primeros y luego se acabó porque simplemente se oyen rozar mis dedos sin chasquido alguno.

3. Girar el volante de un coche con dirección asistida simplemente apoyando la palma de la mano en él y dándole vueltas rápido

Parece muy fácil pero a mi siempre me patina la mano. No sé si es mi mano o el volante, pero al final tengo que agarrarlo y emplear el método tradicional.

4. Hacer el saludo trekkie

Incapaz. Imposible dividir mi mano en parejas de dos dedos con la única ayuda de mi mente.

5. Levantar una sola ceja

Nada, sólo consigo poner cara de imbecil cuando lo intento.

6. Controlar el bostezo

Cuando me lo propongo, consigo una mueca espeluznante y se me llenan los ojos de lágrimas. Como alternativa, me tapo la boca con la mano orientando la cabeza hacia mi hombro.

7. Reirme sin llorar

Tampoco lo controlo cuando algo me hace gracia de verdad. Una faena cuando quiero pasar inadvertido en una boda, por ejemplo.

8. Estornudar sin hacer ruido

O sea, amortiguarlo en el momento de la explosión. Soy bastante escandaloso. La última y única vez que lo intenté lancé mocos por la nariz a varios metros de distancia.

9. Abrir botes con tapa de rosca

Soy un flojo para eso. Se me da fatal y me los tiene que abrir mi madre. No soporto ese dolor en las mollitas de las palmas de las manos...

10. Cortar rápido con el cuchillo (tactactactactac)

Mira que llevo tiempo ensayándolo, y nada, voy a dos por hora. Me da miedo, la verdad.

10 HABILIDADES SENCILLAS PARA MI, PERO NO PARA LOS DEMÁS (EN GENERAL)

1. Dibujar (tipo comic)

Poseo una cierta habilidad y rapidez para plasmar en un papel cualquier cosa que me proponga.

2. Malabarismos con tres bolas

Soy una máquina, teniendo en cuenta que no le dedico mucho tiempo. Reconozco que hace varios años tuve una época en la que practiqué obsesivamente y aprendí mucho. Recientemente lo intenté de nuevo después de bastante tiempo sin tocar una bola y no había perdido demasiado.

3. Enhebrar agujas

Tardo cinco segundos como máximo a partir del primer intento, soy un mito en mi familia. Tengo un pulso lamentable, que en esas ocasiones no me falla.

4. Ruidos con la mandíbula y el dedo gordo del pie izquierdo

No tengo ni idea de cómo lo hago pero los chasqueo cuando y cuantas veces quiera. Por respeto a los demás, y educación, nunca lo hago en público.

5. Coger cosas con los pies

Controlo bastante bien mis dedos de los pies. Mi gran hazaña fue jugar una partida de ajedrez con su única ayuda(comiendo fichas y todo). Agotador. Menos tocar los pitos, puedo hacer casi cualquier cosa con ellos.

6. Comer frutos secos lanzándolos al aire

No fallo una. También lo hago con uvas y prácticamente con cualquier cosa del tamaño adecuado, aunque la verdad es que es lo mismo. Alcanzo alturas de lanzamiento muy respetables y, al mismo tiempo, considerables probabilidades de diente roto.

7. Girar un brazo hacia delante y el otro hacia atrás al mismo tiempo

O te sale, o no te sale. A mi me sale.

8. Aros de humo con la boca

De las mejores del mercado. Velocidad de ejecución y óptima densidad del humo son características imprescindibles de una buena rosca de humo, las cuales domino.

9. Apnea

Minuto y medio debajo del agua. Suficiente para agobiar a mis amigos.

10. Ésta no la puedo contar