martes, marzo 15, 2005

Comida basurammmmmmmm

Antecedentes

Si algo caracteriza a mi familia es la prioridad que se le da a la comida de calidad en casa. Desde pequeños mi hermano y yo fuimos forzados a comer vegetales, extraños pescados con ojos que te miraban y a no apartar el pimiento y la cebolla de los platos. Mi padre, de toda la vida, va al mercado todos los sábados y trae el carrito repleto de vegetales, mariscos, carnes y peces que luego cocina con entusiasmo durante dos días. Mi madre es más práctica, pero también tiene muy buena mano y es la que suele cocinar entre semana, dominando las verduras y guisos que luego nos zampamos con gusto.

Pocos fritos, pocos congelados, poca bollería industrial... esa ha sido la tónica de mi infancia

Consecuencia

Ahora que soy más o menos adulto, me considero una persona que disfruta de la buena cocina. Me gusta prácticamente todo y enfrentarme a nuevas recetas en paises extranjeros, reuniones de trabajo o casas ajenas no me supone un problema ni un esfuerzo. Al contrario, es un estímulo para mi paladar e, independientemente del resultado final, consigo comerme cualquier cosa, aunque no me guste demasiado, hecho que suele darse pocas veces.

Digamos que he sido bien educado

Daño colateral

Todo tiene su cara B, así que esto también. El hecho de haber sido privado durante mi infancia de chucherías y comidas de baja calidad supuestamente apetecibles para los niños, ha provocado un magnificación por mi parte de todo lo que he ansiado de pequeño. Normal, en mi casa, yo con ocho años cenaba acelgas y mi vecino patatas fritas con salchichas. Yo merendaba un bocata de ventresca con pimientos del Piquillo mientras mis amigos se compraban un pepito de crema, en mi casa se hacía un arroz con palometa y vegetales cuando en otras casas se hacía una paella de arroz y pollo, y punto. Era frustrante.

¿Que qué pasa? Hombre, pasar no pasa nada, pero mi instinto tomó un camino alternativo en un momento dado y desde hace muchos años vivo en una dualidad que no puedo controlar, que sonroja y escandaliza a mis padres, pese a los esfuerzos e inversión económica que han hecho en mi estómago. La realidad es que si me expreso con sinceridad, he de reconocer que me apasionan por igual lo sublime más sublime y la mierda más mierdera. El problema es que la buena comida la sigo teniendo ahí, la sigo comiendo habitualmente y la otra, la mala, la debo controlar, porque sé que es mala, porque sé que no compensa y porque sí. Esto genera en mi una ansiedad y una inhibición antinatural de un impulso reflejo que a veces me hace sentir fatal, porque la deseo. La deseo con todas mis fuerzas.

Os presento mis perversiones gastronómicas más profundas. Que me apasionen no significa que las coma, de hacho, prácticamente nunca me dejo llevar por mi primer impulso, pero ahora es momento de hablar con el corazón:




Comida basura de franquicia: Por ella moriría. Burguers, Mc´s, Pan´s, Sub´s... Si tengo hambre mi cuerpo no reclama un solomillo o merluza de la que hay en casa, no, me pide a gritos un doble menú con ketchup en cantidad. Si tengo resaca, el efecto se multiplica por mil.

Raciones de bares cutres: Es entrar en un bar con olor a rancio y una cama de servilletas y cabezas de gambas en el suelo, y comenzar a salivar. De repente sólo tengo ojos para esa ensaladilla parduzca o para esa oreja que flota en aceite. A veces me preocupa.

Comida de avión: La adoro. No me puedo resistir a esa comida minimalista y perfectamente estructurada que te sirven con ese protocolo tan cruel. Eso de ver como los de business ya están comiendo mientras a tí te quedan doce filas para que te sirvan es inhumano. Mazorquitas, prismas perfectos de carne, arroces vaporizados insípidos, cebollitas enanas, minipasteles de chocolate y cafés aguados: os amo.

Sección de congelados de cualquier supermercado: Vendadme los ojos y dadme veinte vueltas sobre mi mismo. No me desatéis la venda. Os aseguro que mis pies se dirigirán a esta sección sin dudar ni un momento. Creo que soy realmente sensible a los envoltorios de los productos congelados porque pienso que todo va estar buenísimo siempre. Me paso auténticos periodos de tiempo analizando estos alimentos, viendo como están colocados, imaginando cómo vendrán presentados. Me encanta.

Productos precocinados del Corte Inglés: Québuenosquébuenosquébuenos. ¿No meteríais el tenedor en cada bandeja?

Productos extranjeros deshidaratados: Tex-Mex, cosas japo, pastas chinas con sabores. Cargaría carritos enteros si nadie me viera

Crema pastelera industrial: ¿Por que? ¿Por qué la han inventado? ¿Por qué sé sin haberlo hecho nunca que podría comerme mi propio peso en este manjar?

Postres envasados: TODOS

Patatas fritas de menú del día: Yo soy el típico que pregunta si te vas a comer todas tus patatas cuando ya me he comido las mías. De hecho, te pincharé alguna sin tu permiso.

Siropes, saborizantes, concentrados de sabor: También

Sandwiches de máquina: Todavía está por aparecer uno que no me guste

Comida de lata: Una vez planteé el debate "¿Sinceramente os parece tan mala?" después de comerme una lata de albóndigas y la gente me miró raro. Creo que esta comida está muy incomprendida.


Papá, mamá: enhorabuena, habéis creado un monstruo

13 comentarios:

Troy dijo...

Puntos en acuerdo:
·Resacas en Mac Donald's en las que inviertes en comida basura lo mismo que invertiste en bebida basura.
·La tortura que es (o era) ver a los de Business a dos carrillos mientras a tí te rugen las tripas. Ahora, con el oligárquico plan de Iberia&Co., ya nadie come antes que nadie. No sé si es bueno o malo aun.
·Los precocinados de El Corte Inglés. Básicos en mi nevera.

Puntos en desacuerdo (discusión, discusión!!:
·La oreja que flota en aceite (debes preocuparte)
·El café de los aviones: diarrea asegurada. No falla.
·Comida de lata: Groove y yo hacemos un serio boicot a estos productos, aunque Groove salva las sardinas en aceite y yo los espárragos

dwalks dijo...

los puntos en desacuerdo, son opinables:

- la oreja en aceite es una representación de cualquier tapa que pueda generar un camarero sin moral. y sí, me preocupa que me guste lo que sea, independientemente de cuántas horas haga que se elaboró.

- si tomaras el café de la máquina de mi trabajo, estarías inmunizado contra cualquier otro

- la comida de lata es mala y de baja calidad y seguro que da cáncer. pero me apetece cuando la veo

would dijo...

A mi es sacar el tema comida y hervirme la sangre.

¿Qué cojones va a provocar cáncer la comida de bote? Puestos a lanzar rumores, ahí va uno: "Un estudio de una Universidad americana ha demostrado que a 4 de cada 10 hombres que llevan el móvil en el bolsillo del pantalón, se les cae el miembro".

¡Ojito! Y si queréis hablamos de los transgénicos....

would dijo...

Y ahora, más calmado:

- Totalmente a favor de la comida casera, siempre que por comida casera se entienda la que preparan las madres, porque si yo me preparo en casa una comida, la mierda que resulta es de concurso.

- Totalmente en contra de las grasas saturadas y de las monoinsaturadas, y moderadamente a favor de las poliinsaturadas. Erradicaría la bollería industrial si no acabase con el negocio de parte de mi familia. Me encanta y por eso la odio.

- Y por abreviar, suspendo con muy deficiente la comida de avión, incluido su café (y yo he probado el de la máquina de tu oficina), la carta completa del Hollywood, el café del bufé de desayuno en los hoteles.

_R_ dijo...

Muy de acuerdo con casi todo. Sobre todo con lo de que el cafe de la oficina inmuniza.
Eso si, echo de menos uno de mis grandes, de los que no falla ninguna semana: el kebab. Fundamental.

Y muerte a los tomates cherry!

dwalks dijo...

el kebab es algo que me gusta pero no me hace perder los papeles. desde que consigo comérmelos sin mancharme y sin que se me caiga nada, ha perdido efecto adictivo... es como cuando pasas de nivel en un juego de ordenador y desmitificas esa pantalla hasta entonces imposible.

creo que la semilla de todos mis vicios culinarios de serie b se remonta a mi infancia, y el kebab es relativamente moderno. si te fijas, tampoco he incluido los sandwiches del rodilla.

would dijo...

Entiendo que una oreja nadando en una bandeja llena de grasa líquida de origen incierto, si bien puede ser una tapa milenaria, dudo que se remonte a obsesiones reprimidas de la infancia, sino que es algo más de la edad adulta.

_R_, tu cruzada contra los cherry es una batalla perdida. Somos más y comemos mucho.

¡¡Vivan la zanahoria mini y sus mini carotenos!!

Tony Tornado dijo...

Supongo que en su justa medida nada puede ser malo, ¿no?
Lo del café de la oficina es muy cierto. Pero, ¿por qué? ¿Un complot para acabar con los empleados?
El Kebab se sale, pero en España todavía no he encontrado nada tan suculento como los que preparan en la "calle de los turcos" en Bruselas, o ya puestos, los de Istambul.
Y tranquilo, dwalks, somos muchos como tú.

Bikachu

_R_ dijo...

Joder las zanahorias mini! yo si que me enciendo con estas cosas. No las sopooooortoooooo.
¿Eso que es, malformacion genética, o infanticidio?

Anónimo dijo...

guau...
después de 5 minutos agarrada con ambas manos al ratón de ordenardor, casi como si fuera un rosario, y una vez recolocados los ojos en sus cuencas, una preguntita:
¿tienes una tenia?
guauuuu...
como no habrá respuesta porque este comentario no lo leerás ni de blas (que he descubierto tu blog hace poco y te estoy leyendo poquito a poco)pues me respondo yo también y me quedo tan ancha:
- sí, la tengo: Twalks
- encantada, todo un placer.

te seguiré leyendo, que me está gustando bastante ésto. gracias por los ratitos.

rut

Anónimo dijo...

me siento totalmente identificada con tu post, esto de educar a los ninos a comer bien que al final comemos no de todo, pero todo :P

Ays los kebabs de Bruselas, que recierdos!!

Roberto Iza Valdés dijo...
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Anónimo dijo...

Mi historia es la siguiente: vivo en una residencia de estudiantes en Alemania. En mi piso somos 20 y todos son chinos. Monopolizan la cocina de una manera salvaje y parece que están todo el día cocinando.
Por otro lado yo soy un perro, y desde que me enseñaron a cocinar el arroz en el microondas no paso por la cocina. Como siempre lo siguiente:
a) Una lata de alubias, garbanzos, guisantes, lentejas o cualquier otro tipo analogo de legumbres, mezclada con dos puñados de arroz.

O bien,

b) Un bocata de carne cruda.

Con cada comida me como un yogur y, cuando hay, una fruta.
Eso es todo. Llevo varios años alimentandome así y no solamente sigo vivo, sino que nunca me pongo enfermo.
He de confesar que de vez en cuando me como un kebap o me paso por el comedor de estudiantes porque tienen la benevolencia de darme 11€ al mes para gastar allí.
Por todo esto creo en el rumor de que las latas, al llevar conservantes, te conservan y te hacen vivir más.

Gracias por escuchar,

N.