Hoy me he hecho el reconocimiento médico anual que nos hacen en mi empresa. Bueno, la cosa empezó ayer técnicamente, porque me tuve que pasar por la mesa de un compañero de otra planta, a por unos papeles que hay que rellenar diciendo que estás bien de todo, y a por un bote para el pis, que a mi no sé por qué me da un poco de vergüenza que me lo dé delante de todo el mundo, pero bueno, tampoco creo que nadie se ponga en plan "miraaaa, que va a hacer pis en un boteee, que pringaoooo". Esto lo hice a las cinco de la tarde y, como se me ha debido licuar el cerebro últimamente, pues a las seis y media me fui a casa tan tranquilo olvidándome de todas estas cosas encima de la mesa. El caso es que me acordé a tiempo y me pasé por una farmacia de mi barrio a comprar otro bote, que ya me ha pasado más veces. Los papeles me daban igual porque donde el reconocimiento tienen más.
En la farmacia me compré un bote para el pis mucho más sofisticado que el habitual, pese a tener más barato el modelo clásico, porque en vez de ser un bote para llenarlo, cerrarlo con una tapa de rosca y ya, de los de toda la vida que siempre se te sale un poco en la operación de llenado y es un asco, en éste modelo lo tenías todo en dos accesorios: un recipiente más grande con una boquilla como de jarra para hacer el pis ahí primero y, luego aparte, una probeta con un cierre hermético (un tapón) para echar un poco desde el primer recipiente y llevárselo al médico, por aquello de que queda un poco basto llevar cuarto de litro de pis en el bolsillo, que la gente tiende a rebosar el bote. Yo tenía las dos versiones para elegir en la farmacia y tuve clarísimo desde el primer momento que el nuevo modelo estaba hecho para mi. Un euro y pico me costó, pero superbien invertido.
Hoy por la mañana no he podido comer ni beber nada porque tenía que hacerme el análisis de sangre y no te dejan desayunar, me parece algo horrible y despiadado, yo que sin un café no soy persona... Para asegurarme de ello, me dejé por la noche el bote del pis encima de la taza del váter para verlo bien, porque yo me levanto catatónico y lo primero que hago es mear, así que he matado dos pájaros de un tiro: 1) no se me ha olvidado hacer pis en el bote porque lo he visto ahí delante 2) ya de paso he recordado que no podía desayunar. Esto lo hago así porque la primera vez que me tocó reconocimiento no me acordé al levantarme, se me olvidó lo de desayunar y me enchufé dos tazones de frostis que me salieron unas cosas bastante altas luego en los resultados. Y claro, yo fui allí diciendo que no había desayunado ni nada para no quedar mal, y una encerrona al final porque tuve que ir una vez más a hacerme otros análisis para quedarme tranquilo, un rollo.
Me ha gustado mucho usar mi bote nuevo esta mañana, porque al hacer el transvase del pis del recipiente grande a la probeta, era como jugar al inventor loco, y como todo el mundo sabe, el estómago a esas horas no está nada sensible y se disfruta muchísimo manipulando tu propia orina. Encima, tras realizar con éxito la operación inicialmente, me ha dado por pensar si el pis del final sería de mejor calidad que el del principio (es que la primera vez he empezado directamente meando con la chorra dentro del bote), así que lo he vaciado todo y he repetido la operación desde el principio. Estaba yo ahí en mi baño esta mañana que parecía el laboratorio de Dexter.
He llegado al reconocimiento, he llenado mis papeles y he tenido que esperar hora y pico a que me tocara, está un poco mal organizado aquello. Menos mal que tengo mogollón de música nueva en el iPod y me lo he escuchado mientras me leía periódicos gratuitos. Al final me ha tocado y la primera parte del reconocimiento ha empezado así:
Enfermera (mientras leía los papeles que había rellenado y los comparaba con los de otros años): Anda! ¿Ahora fumas?...
Yo: ehhh... sí
E: ¿Un poco tarde para empezar no?
Yo: (sin decirle que se me había olvidado que otras veces había mentido al rellenar el papel): No es que antes era tan poco que ni lo ponía
E: Una pena chico...
Yo: A ver si lo dejo
E: Pues déjalo, no lo digas
Yo: Me tengo que poner, sí...
E: Que mi no me lo digas, hazlo
Yo: Cállate zorra (...bueno, esto creo que no lo he dicho)
Luego me ha hecho mis pruebas favoritas, aunque siempre lo paso fatal porque me lo tomo como un examen y me pongo algo tenso, que no sé por qué pienso que si me sacan algo es porque soy más tonto, no tiene lógica:
- Vista: Fenomenal. Yo que andaba un poco agobiado últimamente porque creía que no veía bien, le he leído con los dos ojos todas las letras pequeñas, aunque no me acordaba que no había que apretarse el ojo cuando te lo tapas para leer con el otro, y hemos tenido que parar un rato cuando he cambiado de ojo porque veía lucecitas.
- Oído: Otra que no las tenía yo todas conmigo porque escucho la música demasiado alta en el iPod y siempre pienso que me voy a acabar quedando sordo. Me han puesto unos cascos y tenía que darle a un botón cuando oyera algo parecido pitidos de distintas frecuencias, muy bajitos, que parecen los que oyes después de que te explote un petardo cerca. Me he puesto bastante nervioso porque al principio sólo oía a una señora dar voces fuera de la sala y me desconcentraba, y reconozco que le he dado al botón un par de veces al tuntún, pero otras veces oía el pitido muy bien y se ve que oigo perfectamente.
- Daltonismo: Me ha puesto los dibujos de colores de todos los años y que guay que no me he vuelto daltónico.
- Tensión: Sigo siendo hipotenso, pero a la doctora le parece fenomenal 8/4 porque dice que mi sistema
cardiobascularcardiovascular no sufre ni sufrirá. Me ha dicho que beba bebidas isotónicas para subir un poco la tensión (cuando me note cansado y flojo, que es el inconveniente) sin aumentar las palpitaciones del corazón. Pues nada, habrá que darle al acuarius.
- Peso: He engordado un kilo respecto al último reconocimiento, pero no me extraña porque llevo un febrero que me estoy poniendo fino. De todos modos, hay que cuidarse, que kilito a kilito, y siguiendo esta progresión, con ochenta años pesaré 135 kilos y no me apetece nada.
Luego me han sacado la sangre y ya me he ido a otra sala, donde me esperaba el médico de verdad. Muy majo, ya le conozco de todos los años. Me ha felicitado por ser otro año más el último de mi empresa en pasar el reconocimiento y yo le he dado las gracias (este era el de 2006). Es que se me olvida dos o tres veces cada año y me acaban dando las últimas fechas siempre, pero tengo que cortarme porque estoy batiendo records, es el tercer año que tengo el galardón.
Médico: ¡Anda! no me digas que has empezado a fumar
Yo: ...
También me ha preguntado que qué tal mi cuello. Esto me lo ha preguntado porque mira sus papeles con el histórico y, el primer año (hace cuatro), yo le dije por decir algo interesante que a veces se me cargaba el cuello con tanto viaje de avión y tal (nada reseñable), y nada, ahora todos los años me pregunta por mi cuello y por otras cosas que le dije porque me dió por ahí aquel primer día.
Me ha mirado el corazón, la respiración y la capacidad pulmonar. Se ha quedado flipado porque tengo seis litros y pico de capacidad pulmonar. Yo he estado a punto de decirle que me tenía que haber visto el otro día fumando en una fiesta, pero al final no se lo he dicho.
Finalmente, ha llegado el momento más duro del reconocimiento, la inspección de barriga:
El médico me ha tumbado en la camilla y me ha empezado a apretar la barriga por diferentes puntos, así con todas las puntas de los dedos a la vez, que digo yo que será para ver si hay algún bulto raro o algo. A mi esto, que me parece muy necesario, no me gusta nada porque me da mucha cosa que me toquen el ombligo y, claro, yo intentaba relajarme pero cuando notaba que se acercaba por el ombligo, me empezaban a dar espasmos reflejos en la camilla y le cogía del brazo para que parara:
Yo: Ay, perdona, es que me da cosa
Médico: ¿Tienes cosquillas?
Yo: No, que me da grima que me toquen el ombligo
Médico: No pasa nada hombre
Yo: Lo siento, lo siento...
Pero claro, yo no puedo evitar que me den espasmos cuando me tocan por ahí, así que hemos estado un minuto o así, yo dando botes y contorsionándome cada diez segundos, y él diciendo "tranquilo hombre, que no te voy a tocar el ombligo". No puedo evitarlo, es como la gente que no soporta que le toquen la rodilla.
Recuerdo que antes de operarme de la rodilla, también me daba dentera que me la tocaran (la rodilla) y la primera vez que me inspeccionaron mi maltrecha articulación, casi le pego una hostia por puros reflejos al chaval que me atendió de urgencias. Igual le calzo una al médico éste el próximo año, con la excusa de los reflejos, para que se deje de tactos. Es que no puedo.
Después del reconocimiento, he hecho uno de los rituales que más me gustan del año: me he ido a un VIPS y me he tomado un desayuno Inglés, con sus huevos revueltos, su poquita de beicon, su tostada, su zumo de naranja y su café, con el periódico bueno y la música mejor. Gloria bendita, sin duda el desayuno más deseado del año.